
Las comunidades indígenas de Sinaloa mantienen viva una de las tradiciones más antiguas y emblemáticas del país: los ceremoniales de Semana Santa, una celebración que fusiona la fe cristiana con los rituales ancestrales del pueblo Yoreme y que hoy es considerada parte del patrimonio cultural inmaterial de la entidad.
Cada año, miles de personas se congregan en lugares como Mochicahui (municipio de El Fuerte), San Miguel Zapotitlán (en Ahome), y San Francisco de Tacuichamona (en Culiacán), para presenciar las danzas, oraciones y representaciones que dan forma a esta conmemoración única. Durante los 40 días de Cuaresma, y especialmente en los días santos, las comunidades organizan procesiones y rituales en 28 centros ceremoniales distribuidos en seis municipios sinaloenses.
Estas expresiones culturales incluyen elementos como las danzas pascolas, las persecuciones entre judíos y fariseos, y las oraciones en lengua materna. Los participantes visten trajes tradicionales, portan máscaras, tenábaris y collares, y caminan descalzos como acto de devoción. Todo ello se acompaña con la gastronomía típica como el caldo guacavaqui, un platillo tradicional que forma parte del patrimonio culinario de la región.

La celebración tiene raíces profundas: en el caso de San Francisco de Tacuichamona, su origen se remonta al año 1624. Esta comunidad es reconocida como uno de los Pueblos Señoriales del estado y ha logrado mantener sus ritos gracias a una transmisión intergeneracional que incluye no solo las expresiones religiosas, sino también su lengua, su cocina y su cosmovisión.
El gobierno estatal ha impulsado diversas estrategias para proteger este legado. Entre ellas destacan los apoyos a la conservación de lenguas originarias, la regularización de tierras en comunidades indígenas y el fortalecimiento educativo a través de la Universidad Autónoma Indígena de México (UAIM), con presencia en Los Mochis y una nueva extensión en proceso en Villa Juárez, municipio de Navolato.
Un ejemplo del respaldo institucional es la reciente escrituración de terrenos en los municipios de Choix y El Fuerte, que ha beneficiado a cerca de 2 mil 864 personas, otorgándoles por primera vez certeza jurídica sobre sus propiedades.
Más allá de lo religioso, los ceremoniales indígenas de Semana Santa representan un momento clave para el reencuentro comunitario, el fortalecimiento de la identidad y la valorización de un patrimonio que ha resistido siglos. Además, sitios arqueológicos cercanos, como los petroglifos del río San Lorenzo, añaden un valor histórico y turístico adicional a esta región.

En un país donde muchas tradiciones enfrentan el riesgo del olvido, las comunidades indígenas de Sinaloa se erigen como guardianas de una riqueza espiritual y cultural que hoy trasciende fronteras.