Guadalajara

Apoyos diferenciados entre corporaciones, pendiente luedo del programa Legado de apoyo a uniformados y sus familiares

“¿Por qué no ayudarlos en vida?”, una pregunta de las mujeres que encabezan familias de policías

“Mi hermano es policía en Tlaquepaque, él trabaja mucho, muchos turnos, les cargan mucho la mano, no tienen respaldo”, asegura una mujer de ojos cansados, de voz grave y piel curtida por el sol. De baja estatura, en sus 50´s, tez morena surcada por arrugas alrededor de sus ojos cansados, cabello encrespado y habla sin rodeos, como quien ha visto y vivido de cerca lo que cuesta portar un uniforme.

Legado azul (Pablo Lemus | Facebook)

Su hermano es policía municipal en Tlaquepaque. Su padre también lo fue. Se encuentra en la conferencia del programa “Legado Azul” en el Tec de Monterrey, campus Guadalajara, y expone que lo anunciado sobre el programa de apoyos para las familias de lo policías, era algo de lo que no sabía previamente. “Yo no sabía de esto. me vine enterando por la charla; pero no sé si a mi hermano le llega ese apoyo… Él es de Tlaquepaque, y allá está muy mal pagado. Corre el mismo riesgo que los de Guadalajara, pero gana menos. Trabaja 12 por 24, a veces hasta 24 por 48. Lo traen bien cargado.” agrega.

Durante el evento, encabezado por Pablo Lemus y Alberto Esquer, se anunciaron mejoras importantes para los elementos de la Policía Estatal: un aumento salarial que los llevará de poco más de 13 mil a más de 25 mil pesos mensuales, duplicación de vales de despensa, apoyos para transporte, y bonos de hasta 5 mil pesos por desempeño y control de confianza. Se destacó incluso que ahora los policías de Jalisco ganan más que los de Monterrey, cuyo salario ronda en un promedio de los 18 mil y los 20 mil pesos, mientras que los de San Pedro Garza García pueden llegar a ganar hasta 24 mil.

Pero para quienes trabajan en corporaciones municipales, ese “Legado” parece un mundo aparte. En su lugar se cuenta con lo propuesto por Verónica Delgadillo, alcaldesa de Guadalajara: una indemnización de 180 mil pesos por muerte natural, mientras que el personal operativo contará con una compensación de hasta 2 millones 40 mil pesos por fallecimiento accidental.

“¿Por qué te esperas a que les pase algo? Que el gobierno les pague desde ahorita, no cuando ya estén muertos o enfermos”, dice con firmeza la mujer, a quien se le cuestiona por este seguro a sus familiares.

Legado azul (Pablo Lemus | Facebook)

Una integrante de las policías locales —rostro maquillado, cejas tatuadas, extensiones de pestañas— comparte también su parecer: “Yo soy policía investigadora, pero estaba comisionada al municipio, ahora voy de regreso a la Fiscalía. Mi esposo es estatal, por eso me enteré de esto, porque se supone que solo es para los del estado. Municipio, Fiscalía, Estado… todos somos policías, pero nos tratan como si fuéramos otra cosa.”

Cuando se le cuestiona si esto constituye una brecha importante de desigualdad entre quienes cuidan a los ciudadanos, asegura que sí y que “muchos compañeros se están yendo del municipio al estado solo por el sueldo”. Ella misma planea retornar a la fiscalía.

Además, agrega “Definitivamente el estado es mucho mejor en prestaciones que municipio y sobretodo Tonalá sinceramente es pésimo y para ser de zona metropolitana es el peor pagado y peores horarios, poca capacitación, no hay apoyo a familiares en este caso como el estado y Fiscalía, ellos tienen apoyos para los hijos que el municipio no”.

Se suma una tercera mujer, menuda, de cabello castaño con destellos de un rubio deslavado, asegura que no sólo se trata del salario y la carga de trabajo, sino de la mala percepción ciudadana en torno a los policías. “A todos los tildan de corruptos”, suelta con desgano y comparte una experiencia de su juventud: “Mi papá fue servidor público también. Y cuando detuvo a unas personas, en lugar de reconocerle el trabajo, lo juzgaron. Lo detuvieron a él. Le fue muy mal. No hay protección, no hay respaldo. Si el otro tiene poder político, el policía acaba acusado.

Otra mujer que le acompaña añade: “Y encima los traen más trabajados que antes. Hay menos gente, más trabajo. Y cada vez se les respeta menos”, dice mientras blande las manos en el aire para resaltar el disgusto que le provoca esta situación; agrega que la gente ya no distingue entre buenos y malos: “solo piensan que todos los policías son corruptos. Pero uno que conoce desde dentro, sabe que no es así.”

Mientras se anuncian apoyos que implicarán un gasto millonario del erario, abajo, las voces de las mujeres que encabezan familias de policías hacen el contrapunto y dicen lo que falta para alcanzar condiciones dignas, reconocimiento y un respaldo que no llegue demasiado tarde. “¿Por qué no ayudarlos en vida?”, repiten. La pregunta queda en el aire.

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