
Durante mucho tiempo, la comunidad científica ha estudiado como las heces de ballena conocidas como “bomba de ballena” enriquecen los ecosistemas de aguas poco profundas. Se sabe que estos gigantes marinos nadan desde las profundidades, donde se alimentan, hasta la superficie para defecar, liberando nutrientes esenciales.
Sin embargo, hasta ahora, se había pasado por alto otra fuente crucial de nutrientes: la orina.
Un estudio publicado en Nature Communications ha llenado este vacío, revelando que la orina de ballena desempeña un papel esencial en la salud del ecosistema marino. Las ballenas barbadas transportan nitrógeno y fósforo desde sus zonas de alimentación en los polos hasta las cálidas aguas tropicales donde se reproducen, lugares donde estos elementos son escasos.
El estudio analizó que las ballenas barbadas como los rorcuales gris, azul, jorobado y de aleta a través de su orina, sus placentas y sus cadáveres liberan 3,784 toneladas de nitrógeno y 46,512 toneladas de materia orgánica en regiones con pocos nutrientes. La orina, en particular, representa la mayor parte del nitrógeno: un solo rorcual común puede excretar hasta 950 litros de orina al día.
En conjunto, estos procesos naturales movilizan más nutrientes que fenómenos físicos como las corrientes marinas o el viento. De hecho, en lugares como Hawái, las ballenas aportan más nitrógeno al ecosistema marino que las corrientes y el viento combinados.
“Estos nutrientes estimulan el crecimiento del fitoplancton en la superficie del océano y enriquecen incluso los ecosistemas de aguas profundas”, explica Heidi Pearson, doctora y profesora de biología marina en la Universidad de Alaska Southeast.
La conservación de las ballenas: clave para la salud de los océanos
Los investigadores mencionan que antes de la caza de ballenas y hasta su casi extinción de varias especies, la cantidad de nutrientes que aportaban estos animales era tres veces mayor. Aunque la caza fue prohibida en 1986, países como Japón, Noruega e Islandia aún la practican.
Muchas poblaciones de ballenas aún no se han recuperado y siguen enfrentando múltiples amenazas, como colisiones con embarcaciones, enredos en redes de pesca, contaminación y el cambio climático.
“Si queremos océanos saludables y resilientes, debemos proteger a las ballenas”, concluyen los expertos. (Información de National Geogrhapic)