Cronomicón

El Diablo tiene adoradores; hay quien vincula su culto con la Santa Muerte. Bonita pareja de estas entidades que reinan en los bajos fondos de la espiritualidad de nuestras sociedades

LETRAS REBUSCADAS: La misa negra y la Iglesia de Satanás en Catemaco

LETRAS REBUSCADAS

Por Fabián Acosta Rico

UNIVA

"Si Dios ha muerto", versa la sentencia del filósofo maldito, ¿qué será entonces del Diablo, que viene con Él como su contracara? ¿No será que también el Diablo está pasado de moda, a pesar de la fiesta de Noche de Brujas? En realidad, sobre todo para las generaciones más jóvenes, el miedo ya no apunta al demonio, sino a la aparición de un megalómano estadista con un arsenal nuclear a su disposición (la verdad es que a nadie le conviene una guerra entre potencias).

Como humanidad, en nuestras peores pesadillas transhumanistas, imaginamos una superinteligencia artificial tomando el control de todos nuestros sistemas, desde el ferroviario hasta nuestros generadores de electricidad. Tampoco faltan los crédulos ufológicos que profetizan —en plan catastrofista— que una civilización alienígena vendrá a depredar nuestro planeta y a esclavizarnos…

El mal, para estos tiempos, en sus representaciones presentes en los imaginarios culturales, ya no tiene tridente, cola y patas de cabra… pero el Diablo aún tiene seguidores. Difícil de creer, pero cierto. Prófugo del nacimiento y de las pastorelas, el Diablo aún tiene adoradores, y hay quienes vinculan su culto con el de la Santa Muerte. Bonita pareja hacen estas dos siniestras entidades que reinan en los bajos fondos de la espiritualidad de nuestras sociedades postseculares.

Para dar con el culto a Lucifer no tenemos que ir a Escandinavia en busca de una divinidad odínica maligna, ni integrarnos a un aquelarre wicca en el sur de Inglaterra. Los seguidores del Ángel Caído están entre nosotros e incluso tienen un pueblo en nuestro país con fama de ser la Meca de los mejores brujos de México. En efecto, nos referimos a Catemaco, Veracruz.

Si hay un pueblo que está en el imaginario religioso mexicano como la casa de los brujos ese es Catemaco Desde tiempos prehispánicos, el lugar albergaba a hombres y mujeres dedicados a la hechicería y a las artes mágicas, forjando una tradición que ha continuado hasta nuestros días, entreverándose con símbolos y oraciones católicas, y tomando por igual prestado rituales e imágenes de otras tradiciones religiosas y espirituales como la santería y el hermetismo.

Desde 1970, el primer viernes del mes de marzo, en Catemaco tiene lugar el mitote anual o Congreso de Brujos de Catemaco, que reúne a toda la plurifauna de brujos, chamanes, curanderos, adivinadores y demás maestros de las artes mágicas e hechiceriles. Ya todos juntos, que venga la parafernalia: realizan todo tipo de ceremonias de purificación, renovación de energías y, por supuesto, de invocación.

Para los intrépidos del ocultismo y del esoterismo en general, la experiencia de ir a Catemaco tiene algo de mágico y de encuentro con la realidad psíquica;es toda una andanza dantesca que los llevo a las terrenales puertas del bajo astral. Siendo la curiosidad la extraviada brújula que mueve amiles de turistas que arriban a Catemaco: para este congreso las profanas predicciones son alegres estiman los organizadores que a la misa negra inaugural asistirán unos 800 visitantes quienes celebrarán el Día de los Brujos, muchos esperanzados en que algo sobrenatural acontecerá.

El evento comenzará el jueves 6 de marzo y se prolongará hasta la madrugada del viernes 7, día en que tendrán lugar las ofrendas a las entidades espirituales que, según las creencias ancestrales, moran y resguardan la región. No hay una religión como tal que sirva de amalgama para todas estas praxis religiosas. Es más bien como un vitral de múltiples manifestaciones, entre las cuales asoma la cola del dios cornudo, al que, por cierto, ya le están construyendo su templo.

¿Y cómo es esa misa negra? No hay sacrificios de infantes y doncellas como lo retratan las películas hollywoodenses de terror. El jueves primero de marzo, los brujos se reúnen en un lugar previamente designado, que bien puede ser la Cueva del Diablo o algún templo o centro ceremonial. Ahí tiene lugar una asamblea de brujos donde ocurre lo importante: echando mano de sus artes místicas, los convocados realizan todo tipo de rituales, invocando tanto espíritus prehispánicos como santos católicos.

Se realizan limpias con hierbas, inciensos, alcohol, fuego y sangre de animales; suele ocurrir que, durante el ceremonial, se sacrifican aves u otros animales. La reunión también sirve a fines iniciáticos o de renovación para quienes ejercen la brujería, ya que se pide protección para todo el año. En todos estos rituales se entonan oraciones y cánticos en lenguas indígenas mezclados con rezos católicos.

Por algo se llama misa negra, ya que en ocasiones se hacen invocaciones al Señor de la Oscuridad. Y aquí que cada quien saque sus conclusiones, pues para algunos esto es un llamado efectivo al Ángel Caído, y para otros es sólo una ceremonia inocua, donde entran en juego representaciones simbólicas sagradas cuyo impacto no va más allá del meramente emocional o psicológico.

Pero, como es la constante en esta nuestra modernidad líquida, donde lo sagrado termina monetizándose, Catemaco acaba convertido en un verdadero mercado nacional de las religiones. Como explica el brujo mayor de la localidad, Enrique Marthen Berdón: "no hay dos brujos iguales". Oriundos de la región, pero también llegados de otras partes del país e incluso del continente, este nutrido elenco de señores de las artes místicas y mágicas tiene su particular instrumental de talismanes, oraciones, imágenes y rituales, todos a disposición de la procesión clientelar que se da cita el Día de los Brujos.

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Tras la ceremonia más importante da comienzo el festival de operaciones mágicas. Como bien lo explica el Brujo Mayor, no faltan los que quieren una limpia, un amarre, una consulta esotérica, una lectura de mano o de tarot. Hay de todo y para todos los desconsolados consultantes ansiosos de saber sobre el amor, la salud y el dinero.

Para lucimiento y complemento de estos ceremoniales, en unos meses —quizás en un año— Catemaco tendrá una iglesia dedicada a Satanás. Será, según prometen los avances en su construcción, un lugar modesto, pero muy llamativo. Y como afirma su encargado y dueño, Marthen, el Brujo Mayor, la edificación tendrá un costo de 4 millones 600 mil pesos, dinero que ha salido no sólo de su bolsillo, sino también de la contribución de muchos creyentes. Ya terminada, tendrá un total de 500 metros cuadrados y podrá albergar a alrededor de 400 personas. La tradicional misa negra de Catemaco ya tendrá un recinto exprofeso donde la realizarla.

 

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