Dios te salve, María llena eres de gracia el señor es contigo… ¿a qué hora termina este rezo?... ya no aguanto los pies, estoy que me caigo de cansancio, hoy termina mi trabajo, mi última tarea: tu velorio, ni de eso fue capaz tu familia de encargarse, ¡pero claro, yo soy la que todo les resuelve! Desde aquí veo tu cara de muertito en el ataúd, la tapa forrada de terciopelo blanco te envuelve en una nube que al avanzar a tus pies anuncia la oscuridad a la que estás próximo, no te pareces nada a lo que eras: tan guapo, soberbio y fuerte, …gloria al padre y al hijo y al espíritu santo… de santo no tenías nada, Jonás.
Dios te salve, María... ¡Madre mía!, ¿te moviste?, debe ser mi imaginación, sigues con tus ojitos cerrados. No te apures, jefe, no diré nada, el secreto se queda en tu tumba, palabra de honor… bendita tú eres, entre todas las mujeres… malditas las que rondan alrededor de tu cuerpo, vestidas de negro arañas hambrientas, sus canas son telarañas que envuelven tu cadáver hasta cubrirte en una seda delgada, no veo la hora en que trepen sobre tus restos para devorar lo poco que queda de ti, pero eso solo es para mí.
Dios te salve, María… y las salve a ellas: esposa, hermanas, cuñadas, sobrinas y amantes, zopilotes vestidos de gala, cuando perdiste en la Bolsa no vi a ninguna, cuando te dio meningitis su ausencia brilló, pero nomás saber que moriste, todas aquí esperan la herencia. Avanzan las cuentas de misterios con largas uñas de gelish que esconden la mugre de pecados de antaño, …y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús… tu asistente desde los dieciocho, fui eso y nada más… este nudo en mi garganta, mis lentes ocultan las lágrimas que ¿son de coraje o de amor?, no sé si voy a descansar de ti ¿o te voy a extrañar?
Dios te salve María… llena eres de gracia, nunca me diste las gracias, me quedé esperando, ¡qué tonta fui!, después de tanto que di, aguardé paciente a que algún día me amaras como yo a ti… creí que al menos me compensarías con algún detalle, algún regalo, pero solo di, nunca recibí: te atendí en el hospital mientras tu esposa se divertía en su viaje, fui tu confidente y tu cómplice, pero ni siquiera sé si tú me consideraste tu amiga o solo me usaste; perdí mi juventud, esperaba algo de ti y me quedé sola, sin amigos, ni hijos, solo trabajé, obedecí, te atendí, todo para ti, pero al fin se hará justicia… ¡Gloria al padre y al hijo y al espíritu santo!...
Dios te salve, María… que te salve a ti del infierno, don Jonás Balbuena, director nacional de la Banca Patrimonial de Banbello, guardaré tu secreto de los clientes que engañaste en su inversión y de las ejecutivas con las que te acostaste prometiéndoles un jugoso bono o una promoción, … ¡Santa María, madre de Dios!… afuera del recinto montones de coronas y guirnaldas, adentro, pañuelos mojados y mujeres esperando herencias, lo que no previste en tu trágica muerte anoche por pasarte de copas, es que solo yo sé dónde guardas tu fortuna, conocías tan bien la banca que decidiste ocultar tu dinero en otro lado, meto la mano en la bolsa de mi pantalón y siento en mis dedos la fría llave, la que me dará el consuelo de tu partida, Amen.