Cronomicón

Figuras coleccionables que parecen tiernos, pachones y con cierto aire misterioso

Letras Rebuscadas: Labubu, un fenómeno de la cultura pop y su mitificación oscura

Vivimos en una época de consumismo. ¿Alguien lo duda? Ten una idea ganadora, crea un personaje que impacte el mercado global y, con suerte, hazte famoso y rico.

En los años 50 del siglo pasado, en las tiras cómicas de los diarios estadounidenses, apareció una pandilla de niños junto con un perrito de trazos minimalistas: Snoopy, de Peanuts, cuyo carisma y desenfado lo hicieron popular en su época. Hoy existe un verdadero furor por esta mascota del niño calvo Charlie Brown.

La lista de personajes icónicos con gran marketing es numerosa. Figuran la gatita japonesa Hello Kitty y el gato comedor de lasaña y holgazán Garfield… Todos ellos, con su éxito y popularidad, cumplen su misión de vendernos loncheras, playeras y llaveros con sus efigies.

Así como hay personajes de resonancia global, también tenemos franquicias ganadoras que explotan un concepto que da origen a una serie de coleccionables, como los adorables caballitos de My Little Pony, cuya publicidad incluyó una serie de televisión, al igual que ocurrió con Los Pitufos.

En fechas más recientes, sin necesidad de un programa, película, videojuego o historieta de respaldo, pero con el impulso de las redes sociales, aparecieron los Sonny Angels y los Ternurines, que atraparon, principalmente al público femenino, en las redes del coleccionismo: “A comprar se ha dicho y no parar hasta tenerlos todos”.

Labubu

Ahora, la nueva estrella del consumismo de figuras son unos extravagantes personajes de ojos grandes, orejas puntiagudas, dientes afilados y cuerpo de mameluco. Sí, nos referimos a los siempre sonrientes Labubu.

Hoy por hoy, son los peluches de moda que no solo decoran las camas de las coleccionistas, sino que las acompañan de paseo, pues suelen lucirlos como accesorios colgantes en bolsos y mochilas. Son toda una tendencia fashionista entre las amantes de la cultura pop, que no solo atrae a adolescentes o jóvenes, pues no faltan mujeres mayores enganchadas en esta moda. Sobran los videos en YouTube, TikTok e Instagram de coleccionistas reaccionando a los unboxing o destapes de cajas sorpresa, pues suelen venderse por internet sin que el comprador sepa cuál de todos le llegará.

No son tan nuevos. El origen de estas figuras se remonta a 2015, cuando fueron creados por el artista hongkonés Kasing Lung como parte de su serie de libros The Monsters, inspirados en la mitología y los cuentos de hadas europeos. A esta referencia quizás se deban, como veremos más adelante, las leyendas negras que circulan sobre ellos en las redes sociales.

Labubu

Lung conoció el folclore europeo en su infancia, ya que de pequeño vivió en los Países Bajos. Sus personajes conjugan influencias culturales tanto occidentales como orientales, dando como resultado estos seres inspirados en los elementales o genios de la naturaleza, pero con un toque kawaii, es decir, lindo o adorable. Su idea resultó prometedora y con potencial. Por ello, la empresa china especializada en figuras de diseño Pop Mart colaboró con él para lanzarlos a nivel global. El lanzamiento de esta línea de personajes fue exclusivamente en formato de cajas sorpresa o blind boxes, lo que aumentó su atractivo y la emoción de su adquisición, ya que sus compradores no sabían cuál de las versiones de Labubu les tocaría.

El marketing de estos personajes ha contado con el respaldo de celebridades de la cultura pop, lo que ha favorecido su posicionamiento en mercados como el latinoamericano y, por supuesto, México. Por ejemplo, Lisa, integrante de la banda de K-pop Blackpink, viralizó videos en TikTok en los que aparecía con sus Labubu.

Dentro del catálogo de Labubu, no solo existen los estandarizados de consumo masivo, sino también ediciones limitadas con todo el plus mercadológico de lo exclusivo. Consideradas piezas de diseño único y verdaderas obras de arte, los fanáticos, jóvenes y adultos, están dispuestos a pagar sumas elevadas por ellas.

El coleccionismo de los Labubu ha fomentado la creación de una comunidad local e internacional de fanáticos que comparten su afición en plataformas digitales, aumentando la popularidad de estas creaciones de Lung. Muchas de ellas se consideran artículos de lujo, alcanzando precios en tiendas virtuales como Coppel de hasta 15 mil pesos.

El imaginario mítico-mágico-religioso siempre está presente. A pesar del predominio de la educación cientificista y del pensamiento positivista, la humanidad no se ha desconectado totalmente de sus creencias sobre fuerzas mistéricas y encantamientos operando desde una realidad invisible. Recordemos cómo, hace ya varias décadas, corrieron rumores sobre el supuesto origen maligno de Los Pitufos y de cómo algunas de sus figuras cobraban vida para espanto de los niños.

Labubu

En tiempos más recientes, hacia la primera década del nuevo milenio, el fenómeno de los elfos trajo, gracias a las nuevas tecnologías de la información, una oleada de videos en los que se veía a estos muñecos, inspirados en la tradición celta, moverse o gesticular.

¿Sugestión colectiva o verdaderos fenómenos paranormales? Dejamos las explicaciones al gusto y criterio de cada quien, según su sistema de creencias. Lo que sin duda es real es que los Labubu, inspirados en los viejos elfos de las tradiciones precristianas europeas, han sido mitificados, como era de esperarse. En TikTok y YouTube circulan videos que advierten sobre lo peligrosos que pueden resultar estos adorables y traviesos muñecos. En algunos videos, se afirma con toda seriedad que los seres que los inspiraron son en realidad guardianes de portales que nos conectan con otras dimensiones oscuras o terroríficas. Se les califica como las mascotas favoritas del maligno (como ocurrió con Los Pitufos), y se dice que poseerlos—y peor aún, coleccionarlos—pone a la persona en grave riesgo, pues son muñecos que atraen entidades malignas.

Incluso se cuenta una historia situada en la Edad Media sobre una niña que encontró un Labubu en el bosque. Este ser se ganó su confianza y la convenció de visitarlo con frecuencia, hasta que, un día, apareció con más de su diabólica especie y la devoraron viva entre todos. En internet circula la creencia de que los Labubu se alimentan de las almas de sus dueños y que, por tanto, es mejor evitarlos. “¿Para qué comprar y hacerte acompañar de tu depredador elemental?”, advierten algunos youtubers de lo paranormal.

Cada generación tiene sus personajes icónicos que, como fenómenos culturales y económicos, reclutan el gusto consumista de fanáticos que conforman comunidades de coleccionistas. Algunos de estos personajes corren con la mala—o buena—suerte, según se vea, de ser satanizados (como Los Pitufos, los elfos y ahora los Labubu), al ser vinculados con fuerzas o entidades siniestras del más allá o de la realidad invisible, haciendo que su posesión y manipulación sean considerados un acto psíquico y espiritual supuestamente riesgoso.

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