Cronomicón

Gobernadores de Jalisco

Espejo Histórico: Ignacio Herrera y Cairo (1856)

Nació en Guadalajara, donde hizo todos sus estudios: desde la educación básica en el seminario hasta la profesional en la Escuela de Medicina. A la edad de dieciocho años empezó la carrera de la que se recibió en 1845, al obtener su título de Médico Cirujano. Impartió clases en la Facultad de Medicina de Guadalajara. Tenía la mejor clientela de la ciudad y se destacaba por sus ideas de avanzadas.

El pensamiento liberal que defendía no era bien visto en su tiempo: se inclinó por el federalismo y por la libertad de cultos. Estuvo en pugna con el comandante militar general José Guadalupe Montenegro.

Herrera y Cairo fue Gobernador Sustituto del Estado de Jalisco del 30 de mayo al 30 de julio de 1856. Como lo dictaban los estatutos, el sucesor legal y legítimo del anterior gobernador, Santos Degollado, era Joaquín Angulo, en su calidad de Presidente del Consejo.

Ignacio Herrera y Cairo

Degollado y Angulo militaban en bandos políticos antagónicos: el primero pertenecía a la facción liberal radical; el segundo encabezaba a los moderados en Jalisco. Degollado aprovechó la ausencia de su rival y sucesor, nombrando gobernador sustituto a Herrera y Cairo. El gobernador sustituto se negó a entregar el cargo a su legítimo detentador, el señor Angulo, argumentado que la presencia de éste en el Estado desencadenaría agitaciones y revueltas, dada su impopularidad entre los radicales (Verdía, 1952: 512).

El comandante militar del estado, José Guadalupe Montenegro, recibió órdenes del ministro de guerra de hacer cumplir la entrega de la gubernatura; si no se cumplía la disposición, él debería asumir el cargo. El 22 de julio, Herrera y Cairo mandó arrestar al comandante militar obligándolo a retirarse a la ciudad de León. El presidente Ignacio Comonfort envió tropas a Jalisco, al mando del general Anastasio Parrodi para restablecer el orden. El general negoció y logró remplazar, interinamente, en la gubernatura a Herrera y Cairo (Pérez Verdía, 1952: 516).

Entre las pocas acciones de gobierno que logró concretar en su breve e inestable administración, Herrera y Cairo expidió un decreto que prohibía la venta de bienes eclesiásticos.

Decepcionado de la política por la intromisión del gobierno federal en los asuntos internos del Estado, se retiró a la vida privada; dedicándose a la agricultura en su hacienda De la Providencia y ejerciendo su profesión gratuitamente en Ahualulco y pueblos vecinos.

Por intrigas del Doctor Liceaga, enemigo de Herrera e íntimo de los conservadores, fue acusado de poseer armas en su hacienda. El general Casanova mandó una columna de hombres al mando del coronel Manuel Pliego, del batallón activo de Toluca, y el 20 de mayo a las dos de la tarde entró a Ahualulco. Pliego fusiló, el 21 de mayo de 1858, a Herrera y Cairo en la plaza principal.

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