BúsquedaLa mayoría de peces destinados al consumo humano nunca conocieron la libertad y fueron criados en granjas en condiciones insalubres y de extremo hacinamiento. Las llamadas granjas de peces de la acuacultura, o acuicultura, se han convertido en el principal “productor” de estos animales a nivel mundial, con el 51% del mercado, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
De manera sorprendente, 6 de cada 10 granjas de peces se ubican dentro de territorios firmes. Esto representa graves problemas de sufrimiento para los peces, pues no sólo enfrentarán una muerte en agonía, sino también prácticas dolorosas durante toda su vida.
Alrededor del mundo, estos animales han quedado rezagados de los avances en la protección animal, a pesar de que se ha comprobado científicamente que son seres conscientes y sintientes. Un estudio publicado por Edgar T. Walters y Amanda C. Williams en The Royal Society señala que “dada la enorme escala y el impacto económico del uso humano de peces, no es sorprendente que tales argumentos hayan encontrado una fuerte resistencia en algunos sectores”.
La industria de la acuacultura es uno de esos sectores, pues no sólo explota a estos animales en condiciones crueles, sino que también lo desinvidualiza al considerarlos como meros recursos que se cuentan por toneladas. Por cierto, las leyes mexicanas tampoco consideran a los peces como animales sino como recursos.
En 2024, un reporte publicado por Igualdad Animal México estimó en más de 477 millones el número de peces que cada año se crían y matan en granjas. Se trata de la primera vez que, con base en cifras oficiales, se busca devolver su individualidad a estos animales para conocer la magnitud de su explotación.
Las prácticas dolorosas en la acuacultura
En las granjas de peces, las prácticas que generan dolor son la norma. En sus investigaciones, tanto en México como en otros países, Igualdad Animal ha podido documentar que estos animales son criados en espacios cerrados con alta densidad de individuos, lo que les impide nadar, moverse o incluso permanecer debajo del agua todo el tiempo.
Asimismo, el agua utilizada para su crianza es de mala calidad y con altos niveles de amoniaco y nitrato. Esta situación deriva en enfermedades tanto infecciosas como no infecciosas.
Finalmente, llegará la matanza, una de las más largas y dolorosas en la industria de la explotación animal, ya que el proceso comienza con la asfixia de los peces, tan pronto como son sacados del agua. A partir de ahí serán amontonados, arrojados, golpeados y llegarán al área de matanza aún conscientes y sin ningún tipo de aturdimiento que disminuya su dolor.
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