Tuve la oportunidad de asistir a mi primer club de lectura con Cooltura Activa, un espacio hecho por mujeres para lectoras que quieran sumarse a leer escritoras. El libro en torno al que nos reunimos fue “El lugar de la herida” de Laura Baeza, una novela que relata la trata de personas y la búsqueda de desaparecidos en un poblado de Tlaxcala.
La historia, aunque ficción, retrata una realidad latente, y en el grupo coincidimos en la importancia de acercarse a situaciones límites, poblaciones vulnerables y personas que afrontan esta realidad a través de la lectura. Y si bien algunas de las asistentes tildaron de “cruda”, “dura” y “desgarradora” la novela, la mayoría coincidió en que la violencia está normalizada.
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En una ronda de comentarios, compartimos que todas, sin excepción, habíamos vivido la violencia, ya fuera en carne propia o al menos ser testigo de la misma y ver cómo, tal cual lo describe el libro, nadie parecía hacer nada.

El club se convirtió en un lugar donde mujeres de diferentes edades y entornos sociales hablaron respecto a una novela que avivó recuerdos de violencia, impunidad e impotencia. Fue un espacio seguro donde se compartieron experiencias dolorosas, pero también se reflexionó sobre la resistencia y la esperanza. La lectura no solo sirvió para analizar una historia, sino para reconocer nuestras propias heridas y sentirnos acompañadas en ese proceso.
Conversamos sobre cómo, a través de la literatura, se pueden visibilizar realidades ocultas, cuestionar narrativas predominantes y generar empatía. El club no solo fue un ejercicio intelectual, sino una herramienta de acompañamiento emocional y social.
Al final, muchas coincidimos en que leer en colectivo es también una forma de sanar. La literatura abre puertas a mundos lejanos y cercanos, pero también ofrece la posibilidad de crear lazos y redes de apoyo. En ese sentido, los clubes de lectura se convierten en espacios de resistencia, en donde las historias ficcionales ayudan a comprender y afrontar realidades dolorosas.
Participar en este club de lectura fue un recordatorio de que la cultura y la literatura son armas poderosas para enfrentar la indiferencia y el olvido. Y que, juntas, a través de las palabras, también podemos construir memoria, empoderamiento y comunidad.