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Uno de los factores de esta crisis es el sistema educativo, cuya falta de alineación con el mercado laboral genera un desajuste entre la oferta y la demanda de profesionales

FINANZAS PARA TODOS: Desempleo juvenil y fuga de cerebros en Túnez

Túnez enfrenta un grave problema de desempleo juvenil, especialmente entre los graduados universitarios, cuya tasa alcanza el 40%. La falta de oportunidades, los bajos salarios y la inestabilidad económica han llevado a miles de jóvenes a buscar alternativas en el extranjero, afectando sectores esenciales como la salud, la ingeniería y la investigación. Esta fuga de talento debilita la capacidad del país para competir a nivel global y ofrecer servicios de calidad a su población.

Uno de los principales factores detrás de esta crisis es el sistema educativo, cuya falta de alineación con el mercado laboral ha generado un desajuste entre la oferta y la demanda de profesionales. Mientras las universidades tunecinas gradúan un alto número de jóvenes en áreas con escasas oportunidades, sectores clave como la tecnología y la industria manufacturera enfrentan una escasez de trabajadores calificados. Además, la enseñanza sigue siendo mayormente teórica y carece de enfoques prácticos que faciliten la inserción laboral, dejando a los graduados sin herramientas efectivas para adaptarse a las exigencias del empleo.

La rigidez del mercado laboral impone barreras a la contratación en el sector privado. La histórica preferencia por el empleo público ha generado una dependencia insostenible, agravada por la crisis fiscal. A esto se suman la corrupción y la falta de transparencia en los procesos de selección, lo que ha reducido la confianza en las instituciones. Muchos jóvenes perciben que las conexiones personales pesan más que las habilidades profesionales, lo que desmotiva la búsqueda de empleo formal.

El desarrollo económico del país es profundamente desigual. Mientras la capital y las principales ciudades costeras concentran la mayor parte de las oportunidades laborales, las regiones del interior permanecen marginadas, con escasa inversión en infraestructura y desarrollo industrial. Esta disparidad obliga a muchos jóvenes a considerar la emigración como su única opción. Si la tendencia continúa, la escasez de profesionales calificados deteriorará la calidad de los servicios públicos y ralentizará el avance tecnológico e industrial. Además, la creciente dependencia de importaciones y asesoramiento externo reducirá la capacidad del gobierno para fortalecer la infraestructura y atender las necesidades de la población.

En los últimos años, la crisis económica de Túnez se ha agravado con la escasez recurrente de productos básicos como harina, azúcar y café, en un contexto de inflación acelerada. A esto se suma una deuda pública que se prevé alcance el 80% del PIB y la dificultad de acceder a financiamiento internacional, lo que limita el crecimiento y reduce la competitividad del país en comparación con otras economías.

El crecimiento de la diáspora tunecina también afecta la inversión extranjera. La inestabilidad política y la falta de confianza en la economía desalientan la expansión empresarial en Túnez, creando un ciclo de estancamiento en el que la fuga de talento y la falta de inversión se retroalimentan. Sin una fuerza laboral calificada, el país perderá competitividad, agravando la crisis económica y limitando las posibilidades de crecimiento a largo plazo.

No obstante, Túnez aún tiene la oportunidad de revertir esta situación. La modernización del mercado laboral, la inversión en educación alineada con el sector productivo y la digitalización de la economía pueden ayudar a retener talento. Además, la creación de ecosistemas de emprendimiento, incentivos para la inversión en sectores estratégicos y programas de reinserción para tunecinos en el extranjero permitirían recuperar capital humano y fomentar la innovación.T

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Para lograr este cambio, es clave un esfuerzo conjunto entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil. Reformar el sistema educativo para hacerlo más flexible y orientado a la empleabilidad, mejorar la transparencia y reducir la corrupción en el ámbito laboral, así como fomentar incentivos para empresas que contraten jóvenes, son pasos esenciales. Asimismo, la cooperación internacional permitiría establecer alianzas estratégicas con instituciones académicas y empresas extranjeras, generando oportunidades para el talento tunecino sin necesidad de emigrar.

Si no se toman medidas concretas, Túnez corre el riesgo de perder una generación de talento que podría impulsar su crecimiento. Sin embargo, con reformas estructurales y políticas de retención de talento, el país puede transformar esta crisis en una oportunidad para su desarrollo, consolidándose como un referente de estabilidad y progreso en la región.

 

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