
No deja de ser irónico que las tragedias naturales tiendan a ser el motor de los cambios políticos. Como pasó con el terremoto de 1985 en México, que desencadenó la movilización social y, eventualmente, permitió la creación del Frente Democrático Nacional, muchos otros eventos naturales han sido un catalizador para la revuelta. Como es obvio, esto sucede por la incapacidad de los gobiernos para responder adecuadamente ante las dimensiones de los desastres, cosa que siempre frustra a la sociedad y la obliga a organizarse por sí misma para salir adelante.
Cuando vi la forma en que Katrina golpeó Nueva Orleáns y toda la zona aledaña, lo primero que pensé fue “pobres de los gatos y perros, ojalá estén bien”. Después me preocupé por la gente y finalmente me preocupé por Bush: ¿sería capaz de convertir esta tragedia en una forma de relanzar su mermada popularidad cómo hizo con el 11 de septiembre?
Lo terrible es que la ineficaz respuesta de las autoridades norteamericanas, que ha sido criticada con furia por múltiples sectores, se ha traducido en muchas más muertes y pérdidas de las que eran inevitables. Pero al mismo tiempo también parece que será la tumba política de Bush. La falta de recursos, de soldados que apoyen (ya que todos están en Irak) y de voluntad política han sido evidentes, y todos hemos escuchado sobre la violencia, los saqueos y la desesperación de las víctimas.
El mecanismo social que está operando en esta ocasión, como lo fue la organización de grupos de barrio tras el terremoto del 1985 o el uso de los mensajes de texto de los celulares después de los atentados en Madrid, ha sido el blog. Decenas de páginas de estos diarios en Internet están contando las historias de los sobrevivientes, ayudando a organizar envíos de ayuda, localizando a gente perdida y circulando información. Uno, por ejemplo, tiene la función clave de que la gente avise que sobrevivió y que está bien. El “I’m OK blog” está lleno de mensajes tipo “Estoy buscando a mis hijos Terry y Tory, su papá y yo estamos muy preocupados y los extrañamos mucho, por favor si quien sea sabe algo sobre su paradero llame a esté número...” o “Soy Maxie de Orleáns, estoy bien, en casa de unos amigos, no se preocupen”.
Al mismo tiempo, han surgido sitios para recopilar los blogs sobre el tema, y se pueden encontrar todo tipo de historias, quejas y frustraciones sobre lo que está sucediendo. El de la maestra Kaye Trammel (http://hurricaneupdate.blogspot.com/) se ha vuelto muy popular, ya que contiene mucha información y ha hecho un importante esfuerzo por tranquilizar a los lectores. Sin embargo, empieza a mostrar señales de desesperación: en uno de sus últimas entradas, señala la posibilidad de que la gente que estuvo atrapada en el estadio Superdome y que recién está siendo evacuada tenga “daños permanentes a los riñones por la deshidratación” además de la crisis sanitaria que ahora empieza a emerger.
Muchos otros son virulentos contra el gobierno, lamentándose de la falta de efectividad y de la tragedia de la gente que, tras ser desplazada, es humillada por las autoridades. En un caso distinto, un blogger se solidariza con los policías que, después de días de tratar de controlar y salvar a la gente desesperada, han empezado a quebrarse. Asegura que al menos dos policías se han suicidado
bajo la presión.
El tema que ha obsesionado a muchos de estos reporteros espontáneos es el de la gasolina. Por un lado, se disparó el precio del líquido y por otro, se agotó. Decenas de entradas en los blogs se dedican a lamentarse, darse tips o esperanzas en torno al tema de la gasolina.
Todo esto es importante porque nos muestra el alcance de los ejercicios sociales motivados por la tragedia. Es muy fácil suponer que todos estos blogs que han saltado a la fama se mantendrán interconectados y comunicándose con la gente. Ha surgido un pequeño movimiento social que, por lo pronto, va definiendo un primer objetivo político: hacerle saber a la administración que están muy decepcionados.
Ante un desastre más violento y letal que los ataques terroristas del 11 de septiembre, es natural que la sociedad norteamericana aproveche el impulso y la energía que este dolor les da para hacer algo positivo y empezar a cambiar. Porque los norteamericanos son una sociedad que, como pocas, necesita recordar la importancia de la vida humana, del respeto a la soberanía y el valor de la integridad.
apascoe@cronica.com.mx
Copyright © 2005 La Crónica de Hoy .