A las tres de la tarde los electores, los candidatos y el mundo ya conocían avances de la elección presidencial. Sondeos permitían adelantar que Brasil será gobernado por una mujer, por primera vez en su historia. Los perdedores respetaron el resultado y los ganadores no proclamaron victoria. Ambos esperaron las cifras oficiales. Por eso Brasil es Brasil. Allá, el perdedor no mandó al diablo las instituciones ni el Congreso prefirió irse de vacaciones y dejar incompleta a la máxima autoridad electoral.
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