Baratas, sabrosas y hasta nutritivas, las tortas forman parte indispensable de la dieta diaria de los mexicanos. De todos, sin excepción, aunque muy peculiarmente de aquellos que andan a prisa por la ciudad, con unos cuantos pesos en la bolsa y las tripas crujiendo a cada paso.
Tan sólo en la ciudad de México las hay sencillas, con queso, dobles, en baguettte, como hamburguesas, y sus nombres van del simple “milanesa con huevo” o “jamón” hasta los peculiares “Gallegas” (pan con mayonesa), “Lambada” (pierna con huevo), “Lorena Herrera” (retacada de pierna, pechuga y jamón) y la “Vicente Fernández”, que lleva salchicha, chorizo y mucho chile.
Ya ni hablamos del interior de la República. En Hidalgo se hacen de tamal, usando cocoles; en Comitán, Chiapas, se come el pan compuesto, que es un bollo con frijoles y carne de puerco deshebrada; las ahogadas de Guadalajara; las chanclas de Puebla, también ahogadas, o las guajolotas, también poblanas, que son pambazos rellenos con enchiladas. También las hay de pata de res y carne de puerco.
Tal vez su éxito se deba a que, igual que el taco, basta colocar algún ingrediente en medio de un pan para que esté lista para comerse.
Pero, y que hay con los puntos de venta de este manjar (las torterías, pues) en la ciudad. La mayoría son los emblemáticos puestos blancos, presentes en casi cada esquina de la ciudad, aunque hay algunos establecimientos que por la calidad y el modo peculiar de presentar su producto, se han vuelto de mucha tradición entre los capitalinos.
EL CUADRILÁTERO. Uno de ellos es, sin duda, la tortería El Cuadrilátero (Luis Moya, 73) que el luchador Súper Astro inauguró el 27 de julio de 1992. La especialidad de la casa es su torta Gladiador, de 40 centímetros de largo y 1.3 kilogramos de peso. “Esa torta es la llave que me ha abierto el mundo”, dijo en entrevista el luchador, quien recuerda de memoria el día que inauguró el negocio.
La Gladiador —realizada en un baguette— “lleva de todo: jamón, tocino, bistec, milanesa, chorizo y pollo. Había que hacer una torta como para animal, que fuera grandísima”.
Curiosamente, La Gladiador surgió el mismo día de inaugurado el negocio, cuando se hizo acompañar de decenas de amigos luchadores. Ese día estaba Mil Máscaras, Dos Caras, Canek, Los Villanos, Lizmark, Scorpio, Bufallo Allen y Ary El Gato Romero, quien al final del día no había querido probar nada.
Y justo cuando Romero se decidió a comer algo, el Super Astro sólo tenía un poco de cada ingrediente, que finalmente fue lo que le echó.
Actualmente, Súper Astro tiene la promoción de que si se comen La Gladiador en 15 minutos es gratis. Para los menos comelones creó la Gladiador Jr. y la Microgladiador, para niños grandes.
EL CHATÍN. Otro establecimiento conocido entre los catadores de este noble alimento es la tortería El Chatín (Revolución en el cruce con Viaducto), inaugurada en 1964 por Martín Ramírez Rodríguez alias El Chatín. En este lugar se venden de todo tipo de tortas, pero la especialidad es La Chatín.
Contiene frijoles, milanesa de carne molida, pierna, quesillo, (todo en ración doble), y los chiles en rajas que son la especialidad de la casa. Ah, y claro, el sello distintivo: una buena cantidad de mostaza y catsup. “Es mitad hamburguesa y mitad torta”, define Sergio Fuentes, su actual administrador.
De lo que no hay duda es de su efectividad con el hambriento comensal. “Es muy raro que alguien se coma dos Chatín. Por lo menos yo nunca he visto que alguien lo haga, si acaso una y media; está muy canijo, porque son muy grandes. Nunca he hecho un concurso, pero si alguien viene y se come dos pues se las regalo”.
Ha sido tal el éxito de Tortas El Chatín en estas seis décadas que los piratas no han desperdiciado la oportunidad para hacer su agosto. A unos cuantos metros, también sobre Revolución, están las Tortas Chatín, las originales y Las Chatim, con “m”, por la colonia América.
Considera que “el secreto de todo está en trabajar pura calidad, eso fue lo que nos inculcaron. Hay gente que ha venido desde Canadá o Chicago a comer especialmente su torta, eso me da mucho orgullo”.
ROBLES. No podían faltar las Tortas Robles (Doctor Mora, frente a la Plaza Solidaridad), un pequeño establecimiento de más de 50 años de existencia que fue uno de los centros de reunión preferidos por los periodistas, seguramente por la proximidad que tenía con las redacciones de los periódicos.
Son tortas frías y son, sin duda, las más baratas del mercado. La costosa cuesta ahí 12 pesos y tienen la peculiaridad de que vienen acompañadas con un par de chiles verdes.
A las Robles fue Marilyn Monroe cuando vino a México, tal y como lo constata el pequeño recorte de periódico que permanece colgado en una de sus paredes.
DON POLO. También se encuentran las Tortas Don Polo (Félix Cuevas, enfrente del Hospital 20 de noviembre) que Leopoldo Sánchez fue en 1959. Su aporte es que fue el primero en vender tortas calientes en todo el mundo. La especialidad es la torta de Salmón, que es sazonada con orégano, gotas de aceite de oliva, lechuga, queso manchego y unas gotas de vino tinto. Cuesta 45 pesitos.
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