Metrópoli

A pesar de las medidas implementadas, como vagones exclusivos y cámaras de vigilancia, muchas usuarias continúan enfrentando situaciones de vulnerabilidad y miedo en su trayecto diario

Normalización del acoso en transporte público, problema que afecta a 95% de mujeres en CDMX

A pesar de refuerzo de seguridad en el transporte público continúan los casos de acoso

Acoso en el transporte público — El acoso en el transporte público afecta diariamente a miles de mujeres en la Ciudad de México. Según datos del Instituto de las Mujeres (Inmujeres), el 95% de las mujeres ha sufrido acoso en estos espacios, desde comentarios sexuales hasta contacto físico no deseado. Para Citlalli Pacheco, psicóloga especializada en violencia de género, “el acoso no solo genera miedo, sino que también provoca un impacto psicológico profundo, afectando la autoestima y la sensación de seguridad de las víctimas”.

Impacto psicológico por el acoso

En la capital, el transporte público es más que un medio para llegar al trabajo o a casa: para muchas mujeres, es también el escenario de una batalla diaria contra el acoso. A pesar de las medidas implementadas, como vagones y unidades exclusivas, así como cámaras de vigilancia, vivencias de las usuarias revelan que el acoso sigue siendo una realidad latente.

De acuerdo con el Consejo Ciudadano, tan solo en 5 años, entre 2019 y enero de 2024, se registraron 32 mil 822 reportes por violencia familiar o delitos sexuales, siendo más del 90% de estos reportes contra mujeres. Los datos muestran un incremento significativo en el número de denuncias: de 8 mil 497 en 2022 se pasó a 12 mil 678 en 2023. Este problema, aunque visible, muchas veces se encuentra subregistrado, ya que muchas víctimas no se atreven a denunciar por miedo a represalias o desconfianza en las autoridades.

Subregistro y falta de denuncia

Una usuaria del transporte público, Mónica, de 28 años, compartió su experiencia. “El otro día, viajando en Pino Suárez, un hombre se acercó demasiado y comenzó a hacerme comentarios inadecuados. Me sentí tan vulnerable y sin saber qué hacer. Nadie se atreve a intervenir, y muchas veces las autoridades no responden como uno quisiera. Uno se siente atrapado, como si no hubiera salida”. Este tipo de situaciones son comunes, y la percepción de inseguridad es alarmante: la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM) indica que siete de cada diez mujeres se sienten inseguras en el transporte público de la ciudad.

De acuerdo con Inmujeres, del 95% de las mujeres que ha experimentado alguna forma de acoso en el transporte público, las manifestaciones más comunes incluyen miradas lascivas, comentarios sexuales, contacto físico no consensuado y exhibicionismo.

El problema del acoso se agrava por la falta de conocimiento de las víctimas sobre cómo proceder en caso de sufrir una agresión. Según la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), en 2022, un año en el que más hechos se registraron, se recibieron 5 mil 562 denuncias por acoso sexual en el transporte público, aunque se estima que el número real es mucho mayor. Organizaciones como Nosotras para Ellas destacan que muchas víctimas no saben a dónde acudir para reportar los hechos, lo que perpetúa el ciclo de impunidad.

Medidas implementadas y su cuestionable efectividad

Desde 2008, las distintas administraciones del gobierno capitalino han implementado varias medidas para combatir el acoso en el transporte público. Se han establecido vagones exclusivos para mujeres y niños en el Metro y Metrobús durante las horas pico. Sin embargo, a pesar de esta medida, los reportes de acoso siguen ocurriendo en otras áreas del sistema de transporte. Las cámaras de vigilancia y botones de pánico también se han instalado en algunas estaciones, pero muchas usuarias continúan sintiendo que estas medidas son insuficientes.

La psicóloga Citlalli Pacheco afirma: “El acoso en el transporte público es una manifestación de una cultura más amplia de violencia hacia las mujeres. La falta de denuncias no solo se debe al miedo, sino también a una normalización de estas conductas en la sociedad. Es importante no solo implementar medidas de seguridad, sino también un cambio en la percepción cultural sobre el acoso”. Esta opinión resuena con las estadísticas: el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) reveló en 2023 que el 36% de las mujeres en la Ciudad de México siente miedo o incomodidad en el transporte público debido a la posibilidad de ser víctimas de acoso o agresión sexual.

El subregistro de casos de acoso es uno de los principales obstáculos para abordar este problema. Muchas víctimas no denuncian por miedo a represalias o por la percepción de impunidad. La sensación de que las autoridades no actuarán de manera efectiva refuerza la falta de confianza en el sistema. Esto crea un entorno donde el acoso se convierte en una experiencia cotidiana para muchas mujeres.

En este contexto, la Secretaría de las Mujeres sugiere a las víctimas de este delito llamar al 911, accionar la palanca de emergencia que se encuentran en cada uno de los vagones, o pedir ayuda del personal de seguridad disponible en las estaciones con los jefes de estación. También se recomienda acudir a los Módulos Viaja Segura situados en estaciones del Metro como Hidalgo, Balderas y Pantitlán. En estos módulos, abogadas de la Secretaría de las Mujeres brindan atención jurídica especializada a las víctimas de violencia, ayudándolas a presentar denuncias y proporcionándoles el apoyo necesario, con el fin de brindar un espacio seguro para las denunciantes, así como educarlas sobre sus derechos.

Perspectiva de género en movilidad urbana

En el marco de la violencia de género, es importante considerar las necesidades específicas de las mujeres en su movilidad diaria. A principios de este año, el Gobierno de la Ciudad de México, entonces liderado por Martí Batres, presentó el informe “Género y Movilidad de la Ciudad de México: Avances, Retos y Recomendaciones”, que aborda las acciones emprendidas para combatir el acoso sexual en el transporte y enfatiza la importancia de incluir la perspectiva de género en los planes de movilidad.

Algunas de las medidas para garantizar la seguridad de las mujeres en el transporte público incluyen mejoras de iluminación en Centros de Transferencia, más mujeres operadoras y supervisoras en el transporte público, lo que no solo mejora la seguridad, sino que también desafía las normas de género en un campo históricamente dominado por hombres.

Además de foros y campañas de sensibilización, así como capacitaciones para los operadores del transporte público. Se han establecido guías de respuesta inmediata a situaciones de acoso sexual, que son esenciales para que todos los involucrados conozcan sus derechos y las acciones a seguir en caso de un incidente.

Un camino largo hacia la erradicación del acoso

El Banco Mundial hizo público un informe que enfatiza la perspectiva de género en la movilidad, señala que “facilitar el acceso libre y seguro de las mujeres y niñas a oportunidades de crecimiento, empleo y servicios es esencial”. Esta declaración enfatiza la necesidad de un enfoque sistemático que además de abordar el acoso, también considere las dinámicas más amplias de género en la movilidad urbana.

A pesar de las acciones implementadas, el camino hacia la erradicación del acoso en el transporte público es largo. Como afirma la psicóloga Citlalli Pacheco: “Es vital que las autoridades continúen trabajando en conjunto con la sociedad civil y las organizaciones que abogan por los derechos de las mujeres para crear un entorno en el que todas las personas se sientan seguras y protegidas en su trayecto diario”.

Mientras tanto, testimonios como el de Mónica son un recordatorio de la realidad que muchas mujeres enfrentan: “Cada vez que uso el Metro o el camión, estoy alerta. Es triste tener que vivir así, como si tuviera que estar en guardia todo el tiempo o como si no pudiera vestirme o hacer como yo quiera. Como todas, espero que algún día podamos viajar sin miedo”.