La sexta edición del Festival de Cine de Barrio (FECIBA) llega con fuerza al norte de la Ciudad de México gracias a la colaboración con el alcalde Janecarlo Lozano en la Gustavo A. Madero, del 16 al 26 de noviembre, FECIBA llega a transformar las calles, corazones y mentes de miles de personas con una propuesta única, humana y profundamente comunitaria.
Es más que un festival, es un grito de resistencia cultural, una celebración del cine hecho en los barrios, por los barrios y para los barrios. En conferencia de prensa donde se presentaron las fechas del festival, Dolores Díaz, Directora de Promoción del Cine Mexicano destacó que hay que comunicar y visibilizar el cine ya existente.
Janecarlo Lozano facilitó los espacios para que el festival pueda ser disfrutado por los maderenses, pues considera que el FECIBA es un acto de amor hacia las comunidades que han sido invisibilizadas, llevando el cine a los rincones más remotos de la ciudad y convirtiéndolo en una herramienta para reconstruir el tejido social y reconectar a las personas con sus raíces para conocer la cartelera consulta la página www.feciba.com
Este año, el festival se apodera de 14 sedes dentro de la alcaldía Gustavo A. Madero, incluyendo zonas emblemáticas como Cuautepec, Lindavista, Vista Hermosa, Gabriel Hernández, el Faro Aragón, el Faro Indios Verdes y Futurama Centro de Arte y Cultura, pero no solo se trata de una proyección de películas; el FECIBA es un abrazo cálido que invita a la comunidad a participar, a compartir, a ser parte de algo más grande.
En la filosofía del festival, “no llevamos cine, ponemos la mesa para que la gente traiga la comida y se sienta a comer”. Es una invitación a hacer del cine una experiencia colectiva, un espacio de encuentro donde cada quien puede compartir lo suyo, conectarse con el otro, y, sobre todo, con su comunidad.
Durante diez días, el cine no solo ilumina las pantallas, sino que ilumina las vidas de los habitantes de estos barrios, trayendo consigo historias de resistencia, de lucha, de identidad y de pertenencia. Este festival ha logrado lo que muchos pensaban imposible: que los barrios hablen por sí mismos, que el cine se convierta en una ventana abierta al alma de la gente, que las historias del barrio lleguen lejos, rompiendo estigmas, levantando la voz de aquellos que por tanto tiempo han sido ignorados.
La Sierra de Guadalupe, un refugio natural de la Ciudad de México, se erige como un emblema de lo que significa ser comunidad. En esta zona, la vida en los barrios cobra un significado profundo: un vínculo indestructible con la tierra, con las tradiciones, con la historia. FECIBA nos invita a asomarnos a esa realidad, mostrándonos la rica vida comunitaria que pulsa en cada rincón de esta vasta área. “El cine es una ventana para conocer esta fuerza”, dicen los organizadores, refiriéndose a la poderosa conexión de la comunidad con su entorno natural y cultural.
El cartel de esta sexta edición está impregnado de símbolos que evocan la cosmogonía de los pueblos originarios, como Tonantzin y Mayahuel, flores autóctonas de la Sierra de Guadalupe, y los glifos de los nueve pueblos originarios que habitan Cuautepec. Cada imagen es una llamada de atención, una declaración de principios que destaca la importancia de reconocer y preservar las raíces culturales que nos definen.
Y es que este festival tiene una visión clara: el cine no es solo entretenimiento, es una herramienta para recuperar la identidad, para reconocer lo que somos y lo que nos une. En las funciones de este año, como El Encierro, Nómadas de la 57 o Sin Barreras Carnalismo, las películas no solo se proyectan, sino que se sienten. Se sienten en la piel, en el corazón de los espectadores, que ven reflejadas sus propias historias, sus luchas, sus anhelos. Y por ello, el FECIBA se convierte en un acto de amor por el barrio, por sus habitantes, por su cultura.
El festival ha recorrido diferentes territorios a lo largo de los años, llevando el cine a barrios de Iztapalapa, Tláhuac, Neza, Xochimilco y, este año a Gustavo A. Madero. El mensaje es claro: el cine no es solo para las grandes pantallas, es para el pueblo. Y por eso, el FECIBA abre las puertas a todos, con la participación de colectivos como La Chingada Garnacha, Barrio Punk de la San Felipe de Jesús, y universidades como la UACM Cuautepec y la Universidad Rosario Castellanos. La idea es que el cine sea de todos, que todos puedan sentirse parte de él.
A lo largo de diez días en un horario desde las 10:00 a 20:00 hrs., el FECIBA no solo mostrará películas, sino que también ofrecerá talleres, caminatas, charlas y espacios para compartir la cultura, las funciones son gratuitas, pero se necesita inscripción previa en algunas actividades debido a la logística. Y es que más allá de las proyecciones, el FECIBA se compromete a ser un espacio de encuentro, un lugar en el que todos puedan sentirse cómodos y parte de algo más grande. El cine es solo el pretexto para lo que realmente importa: construir comunidades fuertes, saludables, unidas por la cultura.
El FECIBA es un espacio donde el cine, la comunidad y la cultura se entrelazan. Donde cada barrio tiene una historia que contar, y donde todos los habitantes de la ciudad pueden encontrarse, reconocerse y, sobre todo, amar lo que conocen. La magia del cine llega a los barrios, sí, pero más importante aún: el cine llega al corazón de la comunidad. Y ese es el verdadero poder del FECIBA.