Metrópoli

Monserrat desapareció hace 4 años cuando abordó un vehículo en Iztapalapa; su madre Jaqueline, tras encontrar por cuenta propia huesos que corresponden a su hija, encabeza jornada de rastreo junto a colectivos, la Guardia Nacional y 5 peritos de la Fiscalía

Escarbar en el Ajusco hasta encontrar los restos de su hija y “llevarla de vuelta a casa”

Molestia. “Nunca una mamá tendría que venir a buscar los restos de su hijo de esta manera”

Una vez que se confirmó que los huesos encontrados en el Ajusco tenían 99 por ciento de compatibilidad con Montse, Jaqueline, su madre, decidió excavar con sus manos la tierra para encontrar el mayor número de partes de la joven “para regresarla a casa”.

“Sólo nosotras las encontramos”, dice durante la búsqueda. Ante la desesperación, organizó una búsqueda en el solitario paraje al sur de la Ciudad de México. A pesar de haber contado con apoyo de autoridades federales y locales para localizar indicios, distinguir huesos y remover tierra, Jaqueline señala que lo destinado “se quedó corto”.

Desde las 5:00 am, Jaqueline publicó en su WhatsApp, una imagen de la menor y una leyenda: “Hoy voy por ti”. Sin reparar en la delincuencia de la zona o los peligros físicos que implica escalar pendientes, Jaqueline y sus compañeras del colectivo, otras madres buscadoras, pasaron lista en la parte más alta del bosque, con playeras que tenían las fotografías de sus hijas.

Jaqueline levantaba una pancarta con el mensaje “Te amamos Monse, vamos por ti” y era incapaz de mirar hacia el frente, la tristeza la invadía. Al final fueron más grandes su valentía y las ganas de esclarecer el fallecimiento de su hija.

La Fiscalía, Guardia Nacional y policía capitalina acompañaron el primer día de los tres de búsqueda; la Marina llegó tarde, pero para la mamá de la joven era más significativo la mano que le extendieron otras colectivas en medio del intenso frío de la montaña.

El perímetro a examinar estaba bajo una pronunciada pendiente; las autoridades acordonaron rápidamente el área.

El frío helaba los huesos, entumía las extremidades, pero Jaqueline tenía muchas ganas de bajar y comenzar a trabajar. Con los ojos llorosos, levantó nuevamente su pancarta y dijo: “Nunca una mamá tendría que venir a buscar los restos de su hija de esta manera, hoy tengo la certeza de que mi hija está en un lugar mejor y descansando, pero cualquier madre o padre que ame a sus hijos sinceramente, se va a querer llevar a casa hasta la última falange, el último diente. Quiero pedirle permiso a los guardianes de las montañas para que nos permitan llegar hasta donde esté mi hija y gritarles, si ustedes me acompañan, esta frase: vinimos por ti, te amamos, nos vamos a casa”.

Después las buscadoras gritaron al unísono:

“¿Por qué les buscamos?”

“Porque les amamos”

“¿Hasta cuándo las buscamos?”

“Hasta encontrarlos”

“¿Por qué los buscamos?”

“¡Porque sólo nosotros los encontramos!”.

Justicia. La búsqueda inició, las mujeres tenían puestos sus guantes de trabajo, coordinaron el acarreo de cubetas para revisar la tierra.

Estas mujeres pusieron en pausa su vida, dejaron de ser amas de casa, empleadas, empresarias o cualquier profesión para dedicar su vida a excavar México “hasta encontrarlos”.

Aún con duros golpes como la liberación de los presuntos secuestradores de Monse y la anulación de datos de prueba importantes (como la geolocalización de los teléfonos celulares y el extravió de los audios de las indagatorias que ya estaban en posesión de la Fiscalía), las buscadoras limpian sus lágrimas y caminan para hacer un trabajo que parece ser pericial.

Las buscadoras necesitaban la bendición de Dios para excavar por los restos y es por eso que un sacerdote bendijo su acción:

“En medio de las lágrimas de Jaqueline, recordemos que hay un Dios que hace justicia, no busquemos sólo restos, sino la esperanza de que un día la justicia prevalecerá y que podamos decir como Jaqueline: cumplí la promesa hija de movilizar autoridades, personas, medios de comunicación para buscarte hija”.

La búsqueda inició, las mujeres tenían puestos sus guantes de trabajo, coordinaron el acarreo de cubetas para revisar la tierra. En las manos llevaban sus palas y mazos; el personal de la Fiscalía, cinco peritos, poco avanzó en el rastreo de un terreno que resultó muy extenso. Algunas madres creían encontrar huesos en todo lo que era color blanco.

Búsqueda Madres buscadoras bajan a la zona cero.

Sin temor bajaban por la cuerda que la policía colocó en la pendiente, con machetes cortaban los árboles, parecía que no se cansaban, no mostraban ningún indicio de agotamiento.

La ofrenda que colocaron en honor a Monse, con su fotografía, una veladora, prendas y el cartel que decía “te amamos”, las llenaba de fuerza para clavar la pala hasta lo más profundo.

Todas trabajaban en silencio, parecían estructuras que estaban coordinadas desde hace muchos años, no miraban a los lados, algunas trabajaban con los ojos llorosos, susurraban “hasta encontrarles”, sin dejar de buscar.

En la parte superior de la colina, mujeres tiraban cientos de kilos de tierra en rejillas para identificar posibles restos humanos o las prendas que usó Monse el día de su desaparición. Agitaban la malla, metían las manos entre la basura, vidrios y hierba y sacaban algunos restos de animales, ropa y desperdicios. Expertas en buscar a sus hijos, sus manos ya no eran visibles por la tierra que las cubrió; las colectivas de Sonora y otras mujeres que acudieron, indican que esa labor es común en su día a día.

Yadira, una de las organizadoras, ordenaba y hacía que la búsqueda avanzara, a cada quien le asignaba una tarea y se muestra es experta en determinar los tipos de tierra y cómo se analiza cada una.

Inclusive, la dirigente tenía que coordinar a autoridades como policía y personal de la Fiscalía, dado que en ocasiones se alentaban. “No llenen las cubetas de piedras”, les pedía. En la parte inferior, donde laboraron los peritos y otras dependencias, el trabajo era más lento; inclusive, después de un breve tiempo de haber excavado, tomaron un tiempo para descansar.

En ese momento, Jaqueline subrayaba una vez más que el primer hallazgo de los restos de Monse fue gracias a su equipo, no a las autoridades.

“La lucha constante con las autoridades... la pesadilla de que por fin los atrapen y después la juez Belem Bolaños los deje libres por falta de pruebas ¿Qué más pruebas quiere? Era obvio que la telefonía indicaba que estaban juntos. Es horrible, todo el tiempo es negligencia, revictimización, apenas empieza esta etapa de la búsqueda”.

Las buscadoras no paraban, sus ropas estaban sucias, su cabello terroso por la rapidez con la que revisaban cada cubeta, pero siempre dispuestas, relevándose entre ellas para no detenerse.

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Búsqueda Mujeres buscan minuciosamente en la tierra. (Jorge Aguilar)

Algo duro sale de la tierra, parece un diente; una de ellas lo aparta.

De los escombros salían prendas, basura, moños, todo examinado bajo el sol. Sobraba fuerza de trabajo de voluntarios, hasta adultos mayores tomaron su machete y rompieron las ramas para despejar el terreno.

Aunque los restos óseos salían constantemente de los escombros, ninguno tenía características humanas. Pero una vez más, las colectivas hallaron más datos de prueba importantes que comúnmente tienen que ver con crímenes: 10 casquillos balísticos de nueve milímetros, mientras que la Fiscalía únicamente encontró uno, aunque poseen más herramientas.

La ropa de las mujeres cada vez estaba más sucia. La playera de Jaqueline con la foto de Monse estaba desgastada, pero sin quejarse, continuaba la búsqueda de su hija. Por el contrario, los trajes de los peritos de la Fiscalía no estaban tan sucios.

La tarde llegó, no era seguro permanecer más en el lugar, el reloj marcó las cuatro de la tarde y la búsqueda tuvo que detenerse. Lejos de tener tristeza, Jaqueline permanecía firme, de pie, seria, más decepcionada de la Fiscalía que en el pasado.

“Es el primer día, todavía tenemos otros dos. La Fiscalía y la Comisión de Búsqueda se quedaron cortos en el recurso humanitario, somos más familias y voluntarios, esa parte me duele, me tiene molesta y triste porque si fueran sus familiares, no traerían tan poquito personal. Las familias solidarias y hasta medios de comunicación le tuvieron que entrar porque está corto el personal que vino, estoy muy molesta”, dijo Jaqueline.

“Creo que es una búsqueda exhaustiva y minuciosa y las familias no tenemos por qué hacer ese trabajo, ustedes tienen que traer al personal suficiente. La Comisión de Recursos Naturales nos apoya, pero esta vez fueron pocos”, agregó.

En un segundo día de búsqueda, las madres buscadoras retirarán la tierra de los cuadrantes aledaños a la zona acordonada. En el primer sitio ya no vale la pena ser examinado, la basura que salió de la profundidad marcaba fecha de creación de hace 30 años.

A pesar de ello, las buscadoras piensan que los restos de Monse se pudieron mover metros adelante.

Les quedan alrededor de 14 horas de indagatorias para encontrar “una luz en el camino”.

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