Metrópoli

Animales exóticos son vendidos ilegalmente y maltratados en mercados; SSC y FGJ optan por no intervenir

Este diario le pidió a la policía y a la Fiscalía información acerca de los operativos que planean realizar en los mercados; la primera dependencia argumentó que no le toca, mientras que la segunda ignoró la petición

Perritos en adopción
Perritos en adopción Perritos en adopción (Jorge Aguilar)

La venta de animales domésticos y exóticos en los mercados públicos de la Ciudad de México continúa a pesar de que el Congreso local prohibió la comercialización de seres vivos en la vía pública. Elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) son testigos de ello, actúan en complicidad, permiten que los comerciantes y cuidadores consuman drogas a un lado de especies en peligro y hacen recorridos en medio de perros, gallinas, cabras, ovejas, águilas y puercoespines, pero no hay alguna intención para detener la comercialización ni aplicar la Ley, bajo el argumento de que su Brigada de Vigilancia Animal no es la responsable de proteger la vida de los seres vivos en la Ciudad de México.

En el mercado de Sonora y en el Emilio Carranza, de las colonias Merced y Morelos, los animales conviven en pequeñas jaulas, apretados y bajo temperaturas que no son las ideales para sobrevivir; cuando llueve, los corrales de las cabras se inundan y a las peceras de los corales se les filtra agua del techo sucio; cuando alguna de las mascotas es vendida, se mete a la fuerza en recipientes; las gallinas, en cajas con agujeros, de los que si intentan asomarse, el comerciante les pega en la cabeza para que se tranquilicen; todo esto a la mira de las autoridades policiacas, sin importarles que al ser indiferentes y aliados de los comerciantes, violan múltiples artículos de la Ley de Protección Animal, normativas que es su obligación aplicar.

Este diario le pidió a la policía capitalina y a la Fiscalía información acerca de los operativos que planean realizar en los sitios ilegales, sin embargo, la primera argumentó que no les toca, mientras que la otra ignoró la petición, a pesar de que la SSC cuenta con una Brigada de Vigilancia Animal.

Elementos de la SSC conviven y platican con los comerciantes, los elementos policiacos se recargan en las jaulas de los animales y ríen sin que persiga el delito. Fuera del mercado Emilio Carranza, en la calle de Jardineros, los delitos se cometen sin restricción; las jaulas con cerdos, patos gallinas, perros de razas finas y peceras con corales mexicanos — comercialización prohibida — invaden las banquetas y a un lado, hombres y mujeres fuman marihuana, humo que inhalan las especies que esperan detrás de las rejas esperando un nuevo hogar, así como los niños que cautivados que observan a los animales.

La mayoría de los consumidores de droga, son vecinos de la colonia Morelos que resguardan el mercado, de cualquiera que intente filmar o tomar fotografías; los niños que acuden con sus papás observan cómo los “halcones” — cuidadores — inhalan una y otra vez el churro. — ¿En cuánto los patitos, les puedo tomar foto? – pregunta una menor; — a 50 hija el que te agrade —, contesta el vendedor luego de “jalarle” a la mota. Los policías solapan estas acciones, caminan y saludan de mano a estas personas, observan la marihuana y no tienen intención de detenerlos, aunque la SSC presume diariamente la detención de múltiples personas en posesión de droga.

— ¿A cuánto el puerco espín? — pregunta una señora —-- Quinientos cincuenta jefa, sí le dura —, responde el locatario; — ¿Se debe de cuidar mucho? — No jefa, nada más dele de comer y téngalo en una pecera — Ay, está muy caro —-, responde la mujer mientras golpea la jaula.

Un policía observa lo sucedido, no interviene y continúa observando su celular. El artículo 10 BIS de la Ley de protección Animal de la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) obliga a la Secretaría de Seguridad Ciudadana, a integrar, equipar y operar brigadas de vigilancia animal para responder a las necesidades de protección y rescate de animales en situación de riesgo; así como rescatar animales de las vías primarias y secundarias, así como de alta velocidad; brindar protección a los animales que se encuentren en abandono y que sean maltratados; responder a situaciones de peligro por agresión animal; impedir y remitir ante la autoridad competente a los infractores por la venta de animales en la vía pública; sin embargo, cuando este periódico le consultó información a la Brigada de Vigilancia Animal de la policía capitalina, argumentaron que no es su responsabilidad y que le compete a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), aun cuando en la página internet de la brigada, se describen como la institución encargada de salvaguardar el bienestar de los animales y sustentar su actuación en la Ley de Protección a los Animales de la Ciudad de México.

Entre sus funciones, presumen que previenen el maltrato animal, rescate y cuidado, mediante un trabajo permanente atiende denuncias de maltrato hacia los animales en las 16 alcaldías de la Ciudad de México; encima, aseguran que realizan operativos contra la venta ilegal de animales en vía pública y detectar anomalías en establecimientos y rescate y protección de los animales en vialidades, situación de abandono y maltrato, entre otras acciones; acciones que al preguntarles, las desconocen.

Adicionalmente, la Ley de Protección animal obliga a la SSC a realizar operativos en los mercados y establecimientos que se tengan identificados, los cuales se dediquen a la venta, pensión y escuelas de adiestramiento, a fin de detectar posibles anomalías en dichos centros y establecimientos.

Además, en el artículo 25, se exige a la SSC a detener y remitir ante la autoridad competente a las personas probables infractoras que vendan y exploten de animales en la vía pública o en vehículos, además, de su comercialización en áreas comunes o en áreas en las que se atente contra la integridad física de las personas o en aquellos establecimientos que no cuenten con las instalaciones adecuadas para hacerlo.

En el mercado Sonora la situación es peor, abundan las especies exóticas como águilas reales y serpientes, a diferencia de que su exhibición es por corto tiempo y si alguien está interesado en adquirirla, se le dice que la puede apreciar con mayor detenimiento en las bodegas o en alguna vecindad cercana. En este espacio, el número de policías es mayor, las patrullas circulan por la calle Fray Servando Teresa de Mier y los oficiales recorren el mercado a pie, en las puertas también hay halcones cuidadores, a quienes los policías saludan sin detenerlos por inhalar marihuana. Los policías cruzan entre los corrales de cabras, más parecidas a chiqueros, por las heces fecales entre las que caminan, algunas se escapan de las jaulas y caminan por el mercado; las gallinas, apretadas en jaulas de 30 centímetros, asoman sus picos para poder respirar y las víboras golpean los envases de crema reutilizados y los refractarios de pastel en los que tienen que enroscarse para caber.

— ¿Cómo va la chamba? — pregunta el oficial a los vendedores; — bien jefe ya vámonos que va a llover —, responde una vendedora que mete a la fuerza una gallina grande en una caja de 30 centímetros, lista para ser utilizada en un ritual de santería.

No es un secreto que el comercio de las gallinas, cabras y palomas es para rituales de santería, ya que en voz alta, los vendedores dicen que están listas para cortarles el cogote y como medio de cualquier hechizo.

— Como esta gallina le sale en mil pesos, nada más la preparan, los borregos están a cinco mil; se la doy en cajas, le dura unos días, si quiere una víbora, un mono o un águila, se los enseño atrás, el águila es la más cara, ya sabe, para que no nos vean aquí y negociamos — explicó una locataria al mismo tiempo que le pagaba a la jaula de las aves para tranquilizarlas.

— Soló, por favor, guarda tu celular, está prohibido grabar ¿Verdad poli? La banda aquí es pesada y te lo pueden arrebatar —-, añade.

Aunque los policías conocen el modus operandi de venta, las detenciones no son una realidad, hecho que viola el artículo 25 de la Ley Animal, que obliga a la SSC a aprehender a cualquier persona que use animales en la celebración de ritos y usos tradicionales que puedan afectar el bienestar animal.

Empieza a llover, el techo viejo de los mercados hace que se filtre el agua; las gallinas y borregos se espantan, una vez más, los vendedores pegan en las jaulas para calmarlos. Las peceras de los corales y especies —- de origen mexicano y cuya venta está prohibida — se inundan de agua negra; las jaulas de los perros son abandonadas en el suelo, los visitantes que corren para no mojarse, las patean, los caninos se cubren los ojos y orejas, en su intento por escapar, rascan las rejas y chillan, pero nadie los asiste.

Sus patas y piernas están mojadas porque el mercado comienza a inundarse, los lomitos bebés tiemblan por el frío, sus cuerpos se mojaron por el agua que salpican las personas cuando corren para refugiarse del clima; el dueño del local, furioso, los regaña, levanta la jaula y pega en el metal cuando dice: “¿Qué hacen ahí?”; policías siguen en sus recorridos, su indiferencia crece.

En 2018, asociaciones a favor del Bienestar animal presentaron un juicio de nulidad en contra de las autoridades para prohibir la venta de animales, de la cual se obtuvo del Tribunal Colegiado Número 13, la orden (TJ-I/77403/2018), pero años después, las jaulas continúan repletas de especies.

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