
Las vialetas luminosas, conocidas como fantasmas, que fueron colocadas hace seis meses sobre la Avenida Insurgentes, a la altura de la Rectoría de CU, ya desaparecieron.
Y es que los artefactos viales no soportaron el peso de los vehículos o simplemente fueron mal colocados.
Incluso los peatones que pasan por la zona se han dedicado a retirarlas debido a que como se desprendieron del asfalto o se rompieron pueden ocasionar accidentes automovilísticos.
Fue en julio pasado cuando la Secretaría de Obras y Servicios informó sobre la colocación de 50 mil vialetas luminosas y 180 mil sin luz sobre vialidades primarias como Marina Nacional, Viaducto Río Becerra, Calzada de Tlalpan, Periférico (ambos sentidos de Cuatro Caminos a Cuemanco), y Circuito Interior (de oriente a poniente).
Sólo en Insurgentes colocaron casi 300, de las cuales sólo quedan 10 aproximadamente.
Su instalación, según las autoridades, fue para dividir los carriles y evitar accidentes automovilísticos.
Sin embargo, en Insurgentes ya no existe tal división ni mucho menos los fantasmas.
En un recorrido realizado por la zona de Insurgentes se observó que lo único que queda son las marcas de lo que fueron las 19 líneas divisorias, que ya sólo cuentan con unas cuantas vialetas.
Y es que tras el paso de millones de automóviles, los reflejantes se rompieron o simplemente se despegaron del asfalto.
El proceso de colocación consiste en barrenar la superficie de rodamiento para después hacer una perforación de poco más de una pulgada que es donde se incrusta la vialeta fijándola con pegamento epóxico, que es un adhesivo utilizado para cualquier tipo de metal y con larga duración, supuestamente capaz de soportar cualquier clima o circunstancia.
No obstante, durante la visita que hizo esta reportera a la zona comprobó que los artefactos no fueron colocados debidamente, ya que sólo se pegaron sin realizar perforación alguna en la carpeta asfáltica.
De acuerdo con las autoridades capitalinas, las señalizaciones fueron dotadas por la empresa Stimsonite, la cual entregó un producto de vialetas blancas de aproximadamente 20 centímetros de largo y 15 centímetros de ancho, con un material de plástico, cuyo costo unitario fue de 500 pesos.
Sin embargo el material es frágil al tacto y su peso es en extremo ligero, en comparación con las que son vendidas en el mercado.
No obstante, la empresa ganó la licitación supuestamente al asegurar que el material estaba diseñado para alto tránsito y soportaba hasta 20 toneladas de peso y tendrían una vida útil por hasta cinco años.
“Yo paso siempre por aquí, porque vivo en el Pegedral y mi trabajo se encuentra cerca de lo que era el cine Manacar y al principio sí se veían pero en tan solo meses vi cómo iban desapareciendo uno por uno los fantasmas”, comentó Sergio Ortega, quien utiliza todos los días la vialidad.
“A mí se me hizo un gasto excesivo para los materiales que fueron utilizados, porque además no duraron ni un año en el pavimento”, puntualizó Sergio.
Crónica buscó a las autoridades capitalinas a cargo de la colocación de los fantasmas para hablar sobre el tema, sin embargo, no hubo respuesta y se negaron a dar información adicional.
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