Metrópoli

El Museo de Historia Natural resurge como ícono cultural y científico

Se trata de una obra del reconocido artista mexicano Pedro Friedeberg, quien diseñó y donó a la Ciudad de México su arte plasmado en estas bóvedas, que podrán ser observadas desde el cielo, a través del Cablebús

Foto: Sedema

Foto: Sedema

La reciente remodelación del Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental de la Ciudad de México marcó un cambio en la conservación del patrimonio natural y cultural de la ciudad. Bajo el marco del ‘Proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura’, impulsado por el Gobierno de México, este espacio ha sido rehabilitado arquitectónicamente, además de haber recuperado su grandeza para el disfrute de capitalinos y turistas. 

Durante la inauguración de las renovadas instalaciones, la doctora Marina Robles García, titular de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, resaltó la importancia de esta transformación integral. 

“Toda la infraestructura de las bóvedas, construidas en los años 60, fue remodelada, y como toque final, uno de los grandes artistas de México, el maestro Pedro Friedeberg, diseñó y donó una obra que será visible tanto desde los cielos como desde el Cablebús”, explicó. 

Esta intervención artística, titulada Sinfonía de la Vida: Geometrías del Universo, además de embellecer el museo, refuerza el mensaje de conservación de la vida y del arte como motores de esperanza y felicidad.

El trabajo de Pedro Friedeberg, plasmado en las bóvedas del museo, es un reflejo del diálogo entre la ciencia y el arte. La primera bóveda, llamada Nexo de la Vida, se inspira en las culturas originarias de México, mientras que otras bóvedas abordan temas como la biodiversidad y las cadenas tróficas, elementos fundamentales de la vida en el planeta. 

Alejandro Sordo, director de la Fundación Pedro Friedeberg, señaló que esta obra es un testimonio del compromiso de México con la preservación de su riqueza natural y cultural, destacando que el museo está ahora al nivel de cualquier institución de clase mundial.

Rocío Abud Mirabent, directora de la Fundación Coppel, también enfatizó el valor de este tipo de iniciativas para la ciudad. 

"Creemos en el poder transformador del arte, y a través de nuestra acción buscamos habilitar espacios públicos que promuevan la paz y la convivencia”, afirmó, destacando que la intervención de Friedeberg se convierte en un puente entre el pasado y el futuro, uniendo generaciones mediante la ciencia y el arte.

Por su parte, Romina Hank Stahl y Patricia Guerra, representantes del Fideicomiso Todos Juntos por el Museo de Historia Natural, subrayaron el impacto de este tipo de obras para las futuras generaciones. 

“El mejor legado que podemos dejar a la niñez mexicana es este tipo de proyectos, que permiten trascender y seguir construyendo un país más consciente y comprometido con su medio ambiente”, concluyeron. 

La remodelación del museo y la intervención artística además de embellecer la Ciudad de México, consolida su papel como un espacio de encuentro entre la naturaleza, la cultura y la ciencia, en un esfuerzo por promover un futuro más sustentable y lleno de posibilidades para todos.