Ser docente y tallerista en una red de Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (Pilares) se ha vuelto una tarea compleja desde que ambientes plagados de amenazas, asaltos y reiterados actos de violencia se observan con mayor frecuencia en lugares que deberían ser sanos entornos para el aprendizaje.
Tal es el caso de una docente en el Pilares “Chalma de Guadalupe”, en la alcaldía Gustavo A. Madero, quien ha vivido decenas de atropellos desde que comenzó a a impartir clases.
Comenzó en el 2019, a la par que los Pilares se pusieron en marcha, pero en brigadas y en la vía pública, a pesar de que al ser contratada se le indicó que no tenía que realizar trabajos de campo. La causa: El presupuesto destinado a la construcción de los edificios tardó en ser entregado.
Permanecer en las calles les valió a los docentes y talleristas su integridad física, y en varias ocasiones amenazas por sujetos armados.
“Hubo compañeros que fueron abordados con armas de alto calibre; los amenazaron, los asaltaron y golpearon. En el caso de Chalma de Guadalupe hubo una temporada en que llegó una camioneta de la cual bajaron muchos sujetos armados y tuvimos que resguardar a los niños porque estaban solos. Los sujetos al vernos dijeron ‘ah entonces ustedes no son’, y se retiraron”, explicó la docente.
“Estábamos en la mira de todos. Hubo un momento en el que creían que nosotros éramos secuestradores de menores y que robábamos, que éramos delincuentes”, expresó.
Además, luego del lanzamiento de la Estrategia 333, el cual busca promover proyectos de desarrollo cultural comunitario, indicó que el trabajo en conjunto con las demás instituciones más que un avance, fue un retroceso e implicó una “fuerte guerra”.
“Los de participación ciudadana en la brigada de Chalma de Guadalupe nos atacaban, nos acusaban de robo, nos cerraban espacios, nos amenazaban, hablaban con toda la gente del mercado de ahí para que nos corrieran, e incluso mandaron a que casi atropellaran a un niño con un taxi porque no querían que estuviéramos ahí”, comentó.
La alarma surge cuando este tipo de situaciones se da también en los demás Pilares. La entrevistada aseguró que, aunque no lo parezca, sí existe comunicación entre todos los centros comunitarios, ya que en varias ocasiones les ha tocado trabajar de manera conjunta.
Sin embargo, las denuncias se ven restringidas cuando quienes levantan el reporte son amenazados por las autoridades de los centros.
“Han existido bastantes reportes internos, pero con estos vienen amenazas de que no nos va a caer la dispersión de pagos, cosa que sí cumplen porque me consta. También que si nosotros hablamos vamos a quedar fuera y queda claro que con esto sólo están jugando con la necesidad que tenemos cada uno de nosotros”.
Los casos que han llegado al Ministerio Público por cuestiones de acoso, indicó, son motivo suficiente para que se les sean llamados por sus superiores y para indicarles que deben desistir con las denuncias.
Lideres como otro problema a resolver
La docente también comentó que algunos de los Lideres Coordinadores de Proyectos, conocidos como LCP, también implican un gran problema para los centros de aprendizaje, ya que en su experiencia puntualizó que no realizan las tareas que se les asignan y que al final son los mismos becarios los que sacan el trabajo por ellos.
“El programa realmente es muy bueno. La malo son ellos desde que empezaron a faltar y desde que dejaron de asistir a las actividades. Esto también ha generado mucha inconformidad y pleitos muy fuertes, porque ellos han tomado la decisión de que nosotros debemos realizar el trabajo mientras ellos solamente observan, se divierten y acosan a compañeras o usuarios”, sentenció.
Asimismo, la instructora expuso que también ha sido víctima de acoso por parte de uno de los LCP, ya que, de acuerdo a su testimonio, el llamado Líder le hacía llegar mensajes inapropiados a altas horas de la noche, así como le realizaba llamadas de hostigamiento sexual.
“Me decía que iba para mi casa y yo le decía que no. Después de un rato y al ver que no funcionaba el decirle que no, le decía que nos viéramos en un punto en concreto, apagaba mi celular y me quedaba en casa”.
Narró además que el acoso no se quedó ahí, ya que otras de sus compañeras también se quejaron de ser agredidas por el sujeto.
“Lo peor es que cuando nos quejamos lo que hacen es congelarnos la dispersión. Tan sólo a mí me la han congelado hasta por 3 meses”.
Sumado a esto, la figura beneficiaria como docente del Pilares “Chalma de Guadalupe” dio a conocer que, al ser contratados mediante un programa, no gozan ni de seguro médico, prestaciones y en ocasiones tienen que aportar de su dinero para comprar material para las clases o para otros proyectos de enseñanza.
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