
El principal problema de movilidad en la Ciudad de México no radica en las unidades o la tecnología, sino en la falta de una planificación adecuada, afirmó Nicolás Mejía Pedroza, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM).
La movilidad en la Ciudad de México (CDMX) es un tema que ha estado en el centro del debate durante años, y según Mejía Pedroza, a lo largo de las décadas, la falta de planeación a largo plazo ha sido la raíz del desafío de movilidad que enfrenta la metrópolis.
En un análisis profundo, el director ejecutivo, conocido por su papel en la organización de los Congresos Internacionales de Transporte de la AMTM, destaca que desde la década de los 80, el enfoque de transporte ha sido reactivo, atendiendo a la demanda existente en lugar de ser parte integral de un proyecto urbano ordenado.
Remontándose a décadas anteriores, Mejía Pedroza explica cómo en los años 60 se planificó la construcción del Sistema de Transporte Colectivo (Metro) para satisfacer las necesidades de la ciudad. En la década de los 70, se implementaron ejes viales para evitar congestiones y agilizar la movilidad. Sin embargo, en los años 80 y 90, sin una visión a largo plazo, el modelo de transporte cambió en un intento por complementar la creciente demanda en una ciudad que comenzaba a extenderse en manchas urbanas lejanas, conocidas como ciudades dormitorio.
Con la demanda superando la capacidad de prestación de servicios, surgieron diversas modalidades de transporte irregulares: autobuses, camionetas, taxis y servicios particulares. Esta situación, según Mejía Pedroza, generó el problema del "pirateo", que las autoridades trataron de resolver repartiendo placas para regularizar el servicio. No obstante, la solución adoptada terminó siendo ofrecer un servicio que inicialmente debería haber sido responsabilidad de las autoridades.
La introducción del esquema de hombre-camión y el surgimiento de rutas en toda la ciudad durante esa época resultaron en una dominación de las vialidades por parte de los permisionarios. Ante esta situación, las autoridades optaron por la regulación del servicio, pero con un enfoque más sancionador que promotor de un desarrollo ordenado.
Hoy en día, con la presión de la iniciativa privada, la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial plantea la necesidad de ordenar las concesiones y transformar el sistema de transporte hacia empresas privadas. Sin embargo, Mejía Pedroza enfatiza que cambiar la realidad no es cuestión de decreto, sino de educación y procesos que llevan años.
En este contexto, la AMTM ha trabajado durante 15 años en el ordenamiento del transporte y la movilidad, fomentando el diálogo entre todos los actores involucrados. Si bien su papel es moral y de promover el diálogo, ha logrado incluir en la agenda urbana nacional temas de transporte y movilidad, así como crear conceptos comunes.
En última instancia, según Mejía Pedroza, el siguiente paso es crear consenso en una propuesta nacional para abordar el desafío de movilidad en la CDMX, reconociendo que la clave no está en la tecnología o las unidades, sino en una planificación integral a largo plazo que integre la movilidad como parte esencial del desarrollo urbano.
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