De vuelta a sus orígenes dentro del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, el presidente del Poder Judicial capitalino, magistrado Rafael Guerra Álvarez, visitó el Juzgado 21 Civil de Proceso Escrito, al que ingresó como meritorio en la década de los ochenta.
Entró a paso lento, saludando al personal, en un regreso a la oficina de la que se fue con una modesta plaza de Intendente B de la Presidencia y a la que retornó para recordar aquellos tiempos, como presidente del órgano judicial capitalino, 40 años después, aproximadamente.
Fue un encuentro informal, de recuerdos y de anécdotas.
Informal, porque, aunque no puede hacer a un lado el cargo que ocupa, se entremezcló con el personal como si fuese uno más de ellos; hizo al lado el protocolo ceremonial, y prefirió instalarse en un pasillo para hablar con todos, flanqueado por el juez titular del órgano jurisdiccional, Tonatiuh Flores Maldonado, y el secretario de Acuerdos Jorge Arévalo Aguilar, cuya relación ayuda a desentrañar aquellos inicios de su carrera.
De recuerdos, porque contó que llegó a ese juzgado debido a un juicio de un terreno de su señora madre intestado, y que su padre trataba de arreglar, lo que lo llevó a conocer precisamente al secretario de Acuerdos, Arévalo Aguilar, quien lo ayudó a ingresar como meritorio.
De anécdotas, porque recordó que, en 1985, aunque no le tocó estar durante el sismo, sí rescatar los expedientes del juzgado, ubicado entonces en la zona de Pino Suárez.
“Me tocó meterme al juzgado a sacar los expedientes; cuando dijeron a quién le toca, dijeron, pues al meritorio”, lo que causó las risas de los presentes.
Guerra Álvarez dijo querer mucho al tribunal y pensar cómo piensa cada trabajador, porque recorrió en todos estos años el escalafón judicial.
“Soy uno más de ustedes, siempre que me presentó, me presentó como Rafael Guerra, nunca como presidente del Tribunal, aquí y afuera, y si hay alguien que sale a defenderlos primero, ese es su servidor”, comentó.
En su oportunidad, el secretario de Acuerdos Jorge Arévalo Aguilar echó la memoria años atrás para recordar cuando el magistrado Guerra le contó que cuando aseaba calzado, oficio que su padre le enseñó por ser reparador de zapato, soñó hacer carrera judicial.
“Y ya ve, a base de honestidad y trabajo, se le concedió hacer la carrera judicial”, hasta llegar a ser presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.
Hacia el final de la reunión, el juez Flores Maldonado recordó que en marzo de 1983 el joven Guerra inició su carrera judicial en ese juzgado, y, a nombre del personal, le entregó un cuadro como reconocimiento con la leyenda:
“A nombre de todas y todos los que integramos este Juzgado 21 Civil de Proceso Escrito, le felicitamos sinceramente, y, con todo el respeto que nos merece, lo nombramos el hijo pródigo del Jugado Vigésimo Primero Civil, que hoy vuelve a casa y nos honra con su presencia”.
La oficina, colmada de administrativos, secretarios, actuarios y algunos cercanos al magistrado desde hace muchos años, reventó en aplausos, a los que se sucedieron abrazos e infinidad de selfies con cada uno de los presentes.
Recordar es vivir y vivir es no perder la esencia de los orígenes.
Copyright © 2022 La Crónica de Hoy .