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El documento de WWF avisa que más de la mitad de los Objetivos de Desarrollo Sostenible no se cumplirán para 2030, y un 30 % de ellos podría empeorar

Informe Planeta Vivo 2024: un asomo al declive ecológico generalizado

Degradación ambiental Los incendios forestales son más frecuentes y violentos, exacerbados por el cambio climático

Nuestra biodiversidad parece ir en caída libre. Habitamos un mundo amenazado y amenazante en el que la naturaleza se encoge a una velocidad que asusta. Es la impresión que queda luego de echar un ojo al “Informe Planeta Vivo 2024. Un sistema en peligro” que expone una realidad inquietante: desde 1970 las poblaciones de fauna silvestre han disminuido un 73 %, de acuerdo con el Índice Planeta Vivo (IPV), que monitorea casi 35,000 tendencias de 5,495 especies en todo el mundo.

El documento fue elaborado por WWF (en español, Fondo Mundial para la Naturaleza), una de las organizaciones de conservación independientes más grandes y respetadas mundialmente, con una red global activa en más de 100 países. Combate la degradación del entorno natural de la tierra y promueve un futuro en el que los humanos vivamos conservando la diversidad biológica del mundo, el uso sostenible de recursos naturales renovables y la reducción de la contaminación y el consumo desmedido.

Entre lo que nos cuenta el informe Planeta Vivo 2024, está que las especies más afectadas son las de agua dulce, con una caída del 85 %, seguidas de las terrestres (69 %) y las marinas (56 %). América Latina y el Caribe lideran el declive, con una disminución del 95 % en la población de sus especies, una cifra inquietante que subraya la urgencia de tomar medidas.

El IPV fue desarrollado en 1997 por WWF y el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación (PNUMA-WCMC). Es una herramienta clave para entender el estado de los ecosistemas. Rastrea el tamaño de las poblaciones a lo largo del tiempo, ofreciendo una alerta temprana del riesgo de extinción.

Lo que este año reporta también es que los descensos masivos afectan la capacidad de los ecosistemas para mantener funciones vitales como la polinización o la dispersión de semillas, lo que impacta directamente en los servicios que estos ecosistemas proporcionan a la humanidad, como alimentos y agua limpia.

Punto de inflexión El colapso de la selva amazónica liberaría toneladas de carbono a la atmósfera (EFE)

Puntos de inflexión catastróficos

El deterioro de la biodiversidad está llevando a puntos de inflexión irreversibles. Es decir, esos cambios que alcanzan un umbral crítico y que pueden desencadenar alteraciones sustanciales y autoperpetuadas.

Los puntos de inflexión amenazan con modificar drásticamente los sistemas de soporte vital del planeta. Ejemplos claros incluyen el colapso de la selva amazónica, que liberaría toneladas de carbono a la atmósfera, o la muerte masiva de los arrecifes de coral, lo que destruiría pesquerías vitales y reduciría la protección natural contra tormentas en zonas costeras.

A nivel local y regional, ya se observan puntos de inflexión preocupantes. En el oeste de Norteamérica, los pinares están desapareciendo debido a plagas e incendios exacerbados por el cambio climático.

En la Gran Barrera de Coral, el blanqueamiento masivo del coral, consecuencia del aumento de las temperaturas del mar, ha sido devastador, a pesar de la capacidad de recuperación que mostró en el pasado. Este fenómeno podría acabar con hasta el 90 % de los arrecifes de coral del mundo, incluso si el calentamiento global se limita a 1,5 °C.

Fallos en los objetivos globales

A pesar de los compromisos internacionales, el mundo está muy lejos de alcanzar sus metas ambientales. Las naciones han acordado detener la pérdida de biodiversidad, limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 °C y erradicar la pobreza para 2030. Sin embargo, los esfuerzos actuales son insuficientes.

El informe subraya que más de la mitad de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no se cumplirán para 2030, y un 30 % de ellos, de hecho, podrían empeorar en comparación con 2015.

Los compromisos climáticos actuales llevarían a un aumento promedio de casi 3 °C para el final del siglo, lo que desencadenaría múltiples puntos de inflexión devastadores para la humanidad y el planeta.

Además, los planes nacionales para preservar la biodiversidad carecen del apoyo financiero e institucional necesario, lo que agrava aún más la situación. Sin un enfoque coordinado e integrador, es probable que los esfuerzos aislados en temas como la conservación de la naturaleza, la mitigación del cambio climático y la mejora del bienestar humano no den los resultados esperados.

Sobreproducción de alimentos Una carretilla retira unos palés de un camión del Grupo AN que ha entregado al Banco de Alimentos de Navarra más de 13.000 kilogramos de tomates (J.DIGES/EFE)

Crisis por nuestro sistema alimentario

La gravedad del problema exige una transformación profunda en nuestros sistemas alimentarios, energéticos y financieros. El sistema alimentario mundial, uno de los principales motores de la pérdida de biodiversidad, utiliza el 40 % de la tierra habitable, consume el 70 % del agua dulce y es responsable de más de una cuarta parte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Paradójicamente, a pesar de la producción récord de alimentos, unos 735 millones de personas en el mundo siguen padeciendo hambre. El informe propone acciones concretas para reestructurar este sistema, como la promoción de dietas más saludables y sostenibles, basadas en una mayor proporción de alimentos de origen vegetal.

El sistema energético, por su parte, también necesita un cambio radical. Aunque la capacidad global de energías renovables ha crecido de manera significativa en la última década, los combustibles fósiles siguen dominando.

El informe recalca la urgencia de reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y garantizar que las energías renovables sean accesibles para todos. Más de 770 millones de personas en el mundo siguen sin acceso a electricidad, lo que contribuye a la pobreza y a la degradación ambiental.

La transición energética debe ser rápida, justa y ecológica, con una inversión en energías limpias que se triplique en los próximos años para alcanzar los objetivos propuestos.

Reorientar el sistema financiero

El informe Planeta Vivo también señala la necesidad de transformar el sistema financiero mundial. Más de la mitad del PIB global depende directamente de los servicios que proporciona la naturaleza, pero nuestro sistema económico actual apenas reconoce el valor de los ecosistemas.

El apoyo financiero a actividades perjudiciales para el medio ambiente, como la agricultura intensiva o la explotación de recursos naturales, se estima en casi 7 billones de dólares anuales, mientras que las inversiones positivas para la naturaleza son mínimas en comparación.

El desafío está en redirigir estos flujos financieros hacia modelos de negocio que promuevan la conservación de la naturaleza y el bienestar humano. Movilizar fondos públicos y privados para soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de ecosistemas degradados o la protección de áreas naturales, puede generar enormes beneficios tanto para la biodiversidad como para la mitigación del cambio climático.

Pero esto requiere un cambio radical en la forma en que los gobiernos y las empresas gestionan sus inversiones y apoyan la sostenibilidad. ¿Cosa fácil, no?... De ahí viene el panorama gris que se visulumbra para este planeta que vive a un ritmo que mata.