La confianza en el sistema electoral de EU está bajo escrutinio justo en la recta final de una de las contiendas por la Casa Blanca más peleadas en la historia del país. Como era de esperarse, la división ideológica se filtra en todo y pone en tela de juicio al proceso y a las instituciones. Los partidarios de Kamala Harris y Donald Trump tienen opiniones muy distintas sobre si todo será limpio y confiable.
La brecha no es nueva. La erosión de la fe en las instituciones electorales se ha profundizado en los últimos años. Se percibe cierto clima de escepticismo y confrontación que socava la confianza en el mismo corazón de la democracia estadounidense.
Dos realidades, un país
Según un sondeo del Pew Research Center, el 85% de los seguidores de Harris confía en que, una vez contados todos los votos, el resultado de las elecciones será indiscutible. Mientras que solo el 58% de los partidarios de Trump comparte esa expectativa.
La desconfianza es aún mayor en torno a los votos por correo, un tema que se ha vuelto el “talón de Aquiles” para los seguidores del expresidente: mientras que el 85% de los partidarios de Harris están seguros de que esos votos serán contados como es debido, apenas el 38% de los votantes de Trump cree en esa precisión.
La percepción de seguridad en el sistema electoral también está fracturada. El 73% de los votantes de Harris creen que los sistemas de votación en EU están protegidos contra hackeos y amenazas tecnológicas. En cambio, solo un 32% de los votantes de Trump comparte esa visión, revelando un escepticismo rampante entre los republicanos que se ha intensificado respecto a 2020, cuando el 60% confiaba en la seguridad tecnológica.
Este descenso marca una desconfianza más profunda en el sistema, que muchos ven como una manipulación en marcha para asegurar un resultado “predeterminado”.
Funcionarios electorales y funcionarios estatales
La confianza en los trabajadores electorales locales y funcionarios estatales parece mantenerse alta, pero las diferencias entre los seguidores de Harris y de Trump son evidentes y reflejan percepciones opuestas de quién realmente controla el proceso.
Un 97% de los partidarios de Harris confía en que los trabajadores electorales de su comunidad harán un buen trabajo, una cifra que se mantiene constante entre los demócratas desde años anteriores.
Sin embargo, el porcentaje de seguidores de Trump que confían en estos trabajadores ha disminuido; en 2018, el 95% de los votantes republicanos confiaban en ellos, mientras que en 2024 esta cifra cayó al 84%.
En cuanto a los funcionarios estatales, la confianza también está dividida: el 91% de los seguidores de Harris cree en la integridad de estos funcionarios para administrar las elecciones adecuadamente, mientras que entre los votantes de Trump, la cifra es de solo el 72%.
La confianza de los republicanos depende claramente de quién esté al mando en sus estados: en los estados controlados por el Partido Republicano, el 87% de los seguidores de Trump confía en los funcionarios, pero en los estados controlados por demócratas, esta confianza se reduce al 57%.
Baja confianza en la Corte Suprema
Pero si la confianza en los sistemas electorales y en los funcionarios pudiera inquietarnos, la percepción sobre la Corte Suprema es aún más sombría. Solo el 20% de los votantes estadounidenses cree que, de ser necesario, la Corte sería políticamente neutral en caso de que tenga que decidir sobre disputas relacionadas con las elecciones.
Aquí, la diferencia entre partidarios de Trump y Harris es brutal: mientras que el 34% de los seguidores de Trump confía en que la Corte actuará de forma imparcial, solo un 6% de los votantes de Harris cree en esa posibilidad.
A nivel local, la mayoría de los votantes confía en que las elecciones en sus comunidades se llevarán a cabo de forma adecuada. Un 92% de los encuestados expresó confianza en este aspecto, pero nuevamente las cifras varían según la afiliación política.
El 63% de los partidarios de Harris cree que las elecciones locales serán administradas “muy bien”, mientras que solo el 37% de los votantes de Trump opinan lo mismo.
La estabilidad en las encuestas desde 2018 sugiere que, aunque hay confianza general en el nivel local, los votantes republicanos han perdido gradualmente la fe en el manejo local de las elecciones.
En cuanto al compromiso con elecciones justas, la mayoría de los votantes parece dividida en cuanto a la confianza que tienen en los partidos políticos para garantizar elecciones limpias y precisas.
Un 59% de los votantes creen que el Partido Demócrata está comprometido con la justicia electoral, mientras que el 58% opina lo mismo del Partido Republicano. Pero estos números esconden una verdad inquietante: tanto Harris como Trump han convertido el escepticismo hacia el partido contrario en un pilar de sus campañas.
¿Qué hay de las encuestas?
Un artículo de The New York Times dice que a diferencia de 2016 y 2020, ahora hay más razones para el optimismo sobre que las encuetas serán más precisas. Por dos razones.
Primero, porque la pandemia quedó atrás y eso fue un elemento clave en los errores de las encuestas en 2020. Mientras muchos demócratas optaron por quedarse en casa —y respondieron a las encuestas—, los republicanos seguían con su vida habitual.
Esta diferencia en los comportamientos podría explicar por qué los ajustes que los encuestadores implementaron tras el desastre de 2016 no sirvieron de nada cuatro años después. El autor dice que si esto es cierto, muchas encuestas podrían ser fiables esta vez, incluso sin modificaciones drásticas.
Y segundo, los encuestadores implementaron cambios metodológicos significativos, con la intención de corregir lo que falló hace cuatro años. Un grupo ha implementado una técnica llamada “ponderación por voto pasado”, con la esperanza de ajustar las muestras que usualmente favorecen a los demócratas, alineándolas mejor con el ajustado resultado de 2020.