Un empate entre dos candidatos al término del escrutinio en Estados Unidos es tan raro que sólo ha ocurrido una vez en los 248 años de existencia del vecino del norte. Ocurrió en las elecciones de 1800, cuando Thomas Jefferson y Aaron Burr empataron con 73 votos electorales cada uno.
Es muy raro que Kamala Harris y Donald Trump acaben cada uno con 269 votos electorales, a sólo un voto de la cifra mágica de 270 de los 538 votos del Colegio Electoral. Pero no es imposible.
El escenario podría ser el siguiente: Si Harris gana en todos los estados azules (demócratas) y se lleva, además, los estados pendulares de Wisconsin, Michigan, Arizona y Nevada, y obtiene un solo voto electoral en Nebraska (el único estado junto con Maine que reparte sus votos de manera proporcional y no todo al ganador); y si, por otro lado, Trump gana en los restantes estados pendulares de Pensilvania y Georgia, además de todos los estados rojos (republicanos), se daría una situación de empate, 269-269.
“Elección contingente”
En caso de que ninguno logre los 270 votos, se activaría la llamada “elección contingente”. Según la 12ª Enmienda de la Constitución de EU, promulgada a raíz de aquellas divisivas elecciones de 1800, si ningún candidato obtiene la mayoría de los votos del Colegio Electoral, entonces le toca la misión al nuevo Congreso, cuya Cámara de Representantes se renueva hoy en su totalidad (435 escaños) y el Senado un tercio (33 de los 100 escaños).
En concreto, la Cámara Baja (que como el Senado jura el cargo el 3 de enero) debe elegir al presidente para el periodo 2025-2029, mientras que el Senado elegiría al nuevo vicepresidente (quien sería, además, el líder de la Cámara Alta).
Fue lo que acabó ocurriendo en 1800, cuando, tras una treintena de votaciones fallidas en la Cámara de Representantse, Jefferson, uno de los padres fundadores, acabó siendo elegido como el tercer presidente de EU, tras lograr un acuerdo para que Burr fuera elegido en la Cámara Alta como vicepresidente.
Volviendo al hipotético empate entre Harris y Trump, la “elección contingente” se produciría el 6 de enero, inmediatamente después de que los miembros del Congreso se reúnan para contar los votos electorales y determinen que ningún candidato tenía mayoría.
Si la Cámara de Representantes no logra mayoría para elegir un presidente antes del 20 de enero, día de la toma de posesión, el nuevo vicepresidente elegido por el Senado se convertiría en presidente temporal.
Si el Senado no hubiera seleccionado un vicepresidente para el 20 de enero, entraría en vigor temporalmente el plan de sucesión presidencial de la 20ª Enmienda. El primero en la línea de sucesión tras el vicepresidente es el presidente de la Cámara Baja, actualmente liderada por el republicano Mike Johnson.
Por tanto, si ocurre un empate a 269 votos electorales, todas las miradas se dirigirán a la nueva Cámara de los Representantes y a su nueva composición, y lo que anuncian las encuestas es que los demócratas están en condiciones de lograr el control, para lo que tendría que sumar 218 escaños).
En caso de que se confirme que el control de la Cámara Baja la pierden los republicanos y la reconquistan los demócratas, la lógica dice que, en caso de empate entre los dos candidatos presidenciales, la próxima presidenta de EU sería Kamala Harris por esta extraña carmbola.