La baja participación de los mandatarios de las naciones que más gases de efecto invernadero emiten a la atmósfera ha marcado el tramo inicial de la cumbre del clima, la COP29, que este año se celebra en Bakú, la capital de Azerbaiyán, uno de los mayores productores de petróleo.
Ante el temor a que la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca suponga un retroceso en la lucha contra el cambio climático, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lanzó un mensaje velado al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, un declarado negacionista del cambio climático: “La revolución de las energías limpias ya está aquí. Ningún grupo, ninguna empresa ni ningún gobierno pueden detenerla”.
“La energía verde ya es barata”
Guterres también defendió lo “baratas que son ya las energías solar y eólica” y criticó que se siga apostando por invertir en los combustibles fósiles, un discurso que contrasta con el pronunciado por el anfitrión de la cumbre y presidente del país ribereño del mar Caspio, Ilham Aliyev, quien declaró que los combustibles fósiles son un “regalo de Dios”, como lo son todos los “recursos naturales” con los que cuenta una nación, y citó “el petróleo, el gas, el viento, el sol, el oro, la plata, el cobre”. “No se debe culpar a los países por tenerlos”.
El año pasado ya fue polémica la sede al recaer en otro país petrolero, Emiratos Árabes Unidos.
Guterres y Aliyev han sido los encargados de abrir este martes el segmento de la cumbre en el que intervienen los mandatarios de los países. Alrededor de 80 líderes asistirán a Bakú y hablarán durante el martes y el miércoles. Pero el bloque de los seis grandes emisores del planeta (por este orden China, Estados Unidos, India, la Unión Europea, Rusia y Brasil) prácticamente no estará representado.
Guterres, que habló después de Alíyev, entró de lleno este martes en el debate central de la COP29: el dinero con el que los países contaminantes y con más recursos financien la descarbonización de los más pobres.
Guterres pidió nuevas fuentes de financiamiento, más allá de los gobiernos y puso de ejemplo poner gravámenes sobre el transporte marítimo, la aviación y las empresas de extracción de combustibles fósiles”.
“Los contaminadores deben pagar”, declaró.