Libia enfrenta una nueva ola de represión tras el anuncio del ministro del Interior, Emad Trabelsi, de instaurar una policía de la moralidad. Este cuerpo policial, inspirado en el modelo iraní, impondrá el uso obligatorio del velo islámico desde los nueve años, prohibirá la presencia conjunta de hombres y mujeres en espacios públicos y castigará a las parejas no casadas.
“No hay espacio para la libertad personal en Libia”, advirtió Trabelsi, quien amenaza con penas de cárcel y cierres de establecimientos donde se incumplan estas normativas.
Las restricciones incluyen también la prohibición de que las mujeres viajen sin la autorización escrita de un guardián masculino, lo que Human Rights Watch calificó como una “flagrante violación de derechos humanos”.
Libia, aunque signataria de tratados internacionales que prohíben la discriminación, sigue implementando medidas que contravienen estos compromisos.
Las medidas han sido condenadas por activistas, juristas y la Unión Europea. La ONG libia Comisión Nacional de Derechos Humanos pidió la suspensión del cuerpo policial, argumentando que estas restricciones violan la Declaración Constitucional del país.
“La sharía no puede ser usada como pretexto para restringir derechos fundamentales”, afirmó la abogada Nuria al Taher.
Por su parte, el investigador de Amnistía Internacional Bassam al Kantar denunció que las acciones de Trabelsi representan una “escalada peligrosa en la represión ya asfixiante”. El embajador de la UE en Libia, Nicola Orlando, recordó que los acuerdos con Bruselas dependen del respeto a los derechos humanos, un principio que Trabelsi parece ignorar.
Contexto político polarizado
El polémico ministro pertenece al Gobierno de Unidad Nacional, liderado por Abdelhamid Dabeiba y respaldado por Turquía y Qatar. Sin embargo, el país sigue dividido, con Jalifa Hafter controlando el este y los principales yacimientos de hidrocarburos.
Observadores apuntan que las medidas de Trabelsi buscan ganar apoyo de sectores integristas de cara a las elecciones suspendidas desde 2021.
La imposición de una policía de la moralidad y las restricciones draconianas refuerzan la fractura de un país que, 13 años después de la caída de Muamar Gadafi, se aproxima cada vez más al colapso de un Estado fallido.