Este viernes, el Parlamento británico dio un primer paso hacia la legalización de la muerte asistida al aprobar el proyecto de ley “Adultos Terminales (Fin de Vida)” en una votación inicial.
Con 330 votos a favor y 275 en contra, la propuesta busca permitir a los adultos mentalmente competentes y con enfermedades terminales en Inglaterra y Gales, diagnosticados con menos de seis meses de vida, la opción de terminar sus vidas con ayuda médica.
El proyecto, impulsado por la legisladora laborista Kim Leadbeater, representa uno de los cambios sociales más significativos en el Reino Unido en décadas, alineándolo con países como Australia, Canadá y algunos estados de EU que han legalizado la muerte asistida.
“Habrá tiempo suficiente para hacerlo bien”, aseguró Leadbeater tras el debate parlamentario, que se prolongó por más de cuatro horas. Sin embargo, advirtió que el proceso será largo, estimando al menos seis meses antes de un posible cambio definitivo en la ley.
Debate polarizado
El proyecto ha generado un intenso debate en el Reino Unido. Sus defensores argumentan que se trata de dar control y dignidad a los pacientes terminales, permitiéndoles evitar un sufrimiento prolongado.
Por otro lado, los detractores temen que las personas vulnerables puedan sentir presión para terminar sus vidas por miedo a ser una carga para sus familias o la sociedad.
El legislador conservador Danny Kruger, opositor al proyecto, afirmó que era “imposible redactar una ley que sea completamente segura” y advirtió sobre los riesgos de que las salvaguardas puedan debilitarse con el tiempo.
Salvaguardas estrictas
Leadbeater ha prometido que la ley incluirá las salvaguardas “más estrictas del mundo”. Según el proyecto, dos médicos y un juez del Tribunal Superior deberán verificar que la decisión de cada paciente sea completamente voluntaria. Además, presionar o coaccionar a alguien para que termine con su vida será castigado con hasta 14 años de prisión.
Tema que divide a la nación
La propuesta ha generado una conversación nacional que involucra a líderes políticos, religiosos, médicos y ciudadanos. Aunque el primer ministro Keir Starmer votó a favor del proyecto, otros miembros de su gobierno, como el ministro de Relaciones Exteriores David Lammy, se opusieron. “La política debería tratar sobre extender la vida, no acortarla”, afirmó Lammy.
En contraste, el ex primer ministro Rishi Sunak expresó su apoyo, argumentando que la ley podría ayudar a reducir el sufrimiento de los pacientes terminales. Encuestas recientes sugieren que una mayoría de británicos respalda la muerte asistida.
En las afueras del Parlamento, grupos a favor de la muerte asistida siguieron la votación en sus teléfonos móviles. Cuando se anunciaron los resultados, muchos celebraron con abrazos, lágrimas y aplausos. “Estoy absolutamente encantada, pero extremadamente emocionada”, dijo Liz Reed, de 38 años, mientras secaba sus lágrimas.
Leadbeater, agradecida por el tono respetuoso del debate, enfatizó la importancia de representar todas las voces en esta discusión: “Es un tema muy emocional, pero estoy orgullosa de que hayamos dado este paso hacia adelante.”
A medida que el proyecto avanza por el complejo proceso legislativo, la discusión promete ser uno de los temas más controvertidos y transformadores en la sociedad británica actual.