Científicos revelan que cada vez es más común encontrar especies marinas que han dado positivo a sustancias ilegales como cocaína, fentanilo e incluso de fármacos utilizados por las personas, lo que abre la incertidumbre sobre si el consumo de estas especies al ser pescadas y enviadas a los mercados tendrán algún efecto tras su consumo.
Investigaciones revelan que desechos en aguas residuales que provienen de zonas urbanas y que son de manera accidental parte de la cadena alimenticia de peces en costas del Golfo de México, así como la ingesta del contenido de paquetes con drogas lanzadas por narcotraficantes al mar y devoradas por tiburones en Florida, son parte de algunos resultados de investigaciones de científicos de universidades de Estados Unidos y fundaciones marinas que descubrieron en muestras de tejidos de estas especies rastros de varias sustancias ilegales. Caso similar ocurre en costas deRío de Janeiro, en Brasil.
Uno de los casos que ha destacado por el registro de algunas muertes de animales marinos afectados por sustancias como el fentanilo fue revelado el pasado 7 de diciembre por investigadores de la Universidad A&M de Corpus Christi, en Texas, luego de que se tomaran muestras en varios delfines mulares comunes que habitan en el Golfo de México, y tras analizar los resultados éstos dieron positivo a fentanilo en su organismo.
Especialistas en el mundo marino de la Universidad A&M llevan años investigando el por qué en el cambio del comportamiento de algunas especies marinas, principalmente los delfines, y el detonante para sumergirse en esta investigación en particular detonó en septiembre de 2020, cuando encontraron un delfín muerto flotando en el agua.
Para conocer las causas de esa muerte, el cuerpo de ese animal fue analizado en laboratorio y en el año 2022 cuando después de varios estudios y al revisar su grasa, se toparon con rastros de un potente opiáceo: Fentanilo.
Los expertos subrayan que los delfines mulares son especies que se utilizan como bioindicadores de la salud de los ecosistemas, ya que su grasa almacena contaminantes que observe su cuerpo.
Tras encontrarse con el rastro de fentanilo, la investigación de los expertos tomó un rumbo más serio, ya que habría que encontrar el origen de los opiáceos encontrados en este delfín.
Los expertos tomaron muestras de grasa de 83 delfines vivos y seis hallados muertos en la misma zona del Golfo de México que habitaban en las zonas de Bahía Redfish, Laguna Madre y el estrecho de Misisipi, en las costas de EU.
Luego de un estudio riguroso se toparon nuevamente con fentanilo en 30 de las muestras, en 18 de ejemplares vivos y en todas de los delfines muertos, mientras que los demás animales que dieron positivo para drogas tenían presencia del relajante esquelético carisoprodol y el ansiolítico meprobamato.
Los expertos aún no han dado con un resultado convincente sobre cómo fue a parar al organismo de los delfines esa droga, pero la hipótesis más probable es que creen que ésta proceda de las aguas residuales que llegan al mar de las zonas urbanas.
“Es probable que esos fármacos lleguen al organismo de los delfines por medio de otros peces que se comen y que se alimentan de lo que vierten esas aguas residuales", según apunta la doctora Dara Orbach, una de las investigadoras del estudio de la Universidad A&M.
Los expertos descartan que los delfines consuman sustancias que podrían contener paquetes abandonados por narcotraficantes en el mar, ya que los delfines son curiosos u juguetones, pero no comerían sustancias en polvo o pastas.
ESCUALOS
Un caso contrario al de los delfines ocurre con los tiburones de las costas de Florida, y es que biólogos marinos de la Universidad de Florida, entre ellos la doctora Tracy Fanara, notaron un comportamiento extraño en la forma de desplazarse de los peces, principalmente los tiburones, por lo que ante esta situación se cuestionaron si esa forma de cambio de actuar podría deberse a que están ingiriendo sustancias ilícitas al confundir con comida los paquetes con droga arrojados por narcotraficantes al mar.
Con esta hipótesis, decidieron que los Cayos de Florida sería un buen lugar para su estudio y mientras se preparaban para ponerlo en marcha, detectaron varios paquetes flotando en el mar que eran arrastrados por el oleaje, por lo que su estudio tomaba mayor interés.
El equipo de investigación estuvo seis días en el mar de los Cayos de Florida para observar el comportamiento de los peces carnívoros. De acuerdo al biólogo marino Tom Hird un tiburón martillo, destacado por ser una especia que normalmente se aleja de los humanos, se dirigió directamente a los buzos con movimientos particulares.
Además, observaron que un tiburón toro nadaba en círculos sin motivo aparente.
Para determinar si los tiburones realmente consumían el contenido de esos paquetes, los especialistas realizaron experimentos lanzando bolsas de cebo con polvo de pescado para simular que era cocaína y los resultados fueron inesperados: “Fue una locura”, declaró Hird en un programa de TV de Discovery la semana del Tiburón, y explicó que uno de los escualos mordió uno de los paquetes que fueron arrojados al mar y se lo llevó, lo que dejó claro que los tiburones se comen lo que caiga sin importar que sea.
Para abundar sobre esta caso y conocer el posible nivel de droga consumida por tiburones, los expertos de la Universidad de Florida se asociarán con científicos marinos del estado para tomar muestras de sangre de algunos de los tiburones para evaluar los niveles de cocaína que tienen en sus cuerpos, principalmente en su grasa.
BRASIL
Un caso que no es ajeno a este tipo de presunta adicción a opiáceos en especies marinas ocurrió en las costas de Río de Janiero, en Brasil, luego de que científicos analizaron 13 tiburones a los que encontraron cocaína presente tanto en su hígado como en su tejido, según un artículo publicado por investigadores de la Fundación Oswaldo Cruz y de lo que hizo eco la cadena CNN en julio de este 2024.
De acuerdo con el estudio, los niveles de cocaína encontrados en los ejemplares eran tres veces más altos en el tejido muscular que en el hígado, mientras que las hembras de tiburón tenían concentraciones de cocaína más altas en el tejido muscular en comparación con los machos.
Según el coautor del estudio, Enrico Mendes Saggioro, ecotoxicólogo, la cocaína contamina el mar es resultado de las descargas de las aguas residuales que llegan de las zonas urbanas al mar, y son las propias personas las que consumen estas drogas, así como los laboratorios clandestinos que la producen las que vierten estas sustancias que al final llegan al ecosistema marino, donde las distintas especies las consumen y de ahí a toda la cadena alimenticia marina.
Casos semejantes, pero no con tiburones ni delfines fueron reportados en otras especies, como señala un reporte del 2019, donde investigadores del Reino Unido revelaron que encontraron rastros de drogas ilícitas, de productos farmacéuticos y pesticidas en muestras de camarones de agua dulce.
O en el 2021, cuando el ecólogo conductual de la Universidad Checa de Ciencias de la Vida en Praga, Pavel Horky, informó que a raíz de un estudio descubrieron que la trucha marrón puede volverse adicta a la metanfetamina, ya que puede alimentarse de desechos de aguas residuales y más cuando son arrastrados desechos químicos o drogas por acumulación de agua de lluvia.