Líbano dio este miércoles un paso decisivo para su seguridad y estabilidad, con el despliegue del Ejército en el sur del país, hasta hace dos meses controlado “de facto” por los milicianos de Hezbolá.
“El estacionamiento de las unidades del Ejército en las regiones de Jiam y Marjayún representa hoy un paso esencial para reforzar el despliegue de las Fuerzas Armadas en el sur, en aplicación del acuerdo de alto el fuego”, dijo Mikati en un comunicado, en referencia al cese de hostilidades que entró en vigor el pasado 27 de noviembre, y en cumplimiento con la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobado en 2006 y que puso fin a la primera guerra entre Israel y la milicia chiita libanesa.
El anunció fue, no obstante, empañado por una nueva agresión de las tropas israelíes invasoras, con dos ataques en el que murieron cuatro personas, tres en la ciudad de Bint Jbeil y otra más en Beit Lif, ambas en el sur de Líbano.
El premier libanés condenó esta nueva agresión —que se suma a los más de tres mil muertos desde que Israel volvió a invadir el sur del país en septiembre—, por lo que pidió al comité presidido por Estados Unidos para monitorear el cumplimiento del alto el fuego que trabaje “para detener las violaciones israelíes del cese de hostilidades”.
“Lo que se requiere es trabajar para lograr la retirada completa de Israel de todas las zonas que ocupa y su compromiso real de implementar los requisitos estipulados en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad”, declaró.
La agresión israelí tuvo lugar en el mismo día en el que el Ejército libanés, en coordinación con la misión de paz de la ONU en el sur del Líbano (FINUL) se desplegó en los alrededores de la ciudad de Jiam, a unos 6 kilómetros al norte de Israel y donde hubo feroces combates con Hezbolá antes de la entrada en vigor de la tregua.
El alto el fuego contempla la retirada de las fuerzas israelíes del sur de Líbano y el repliegue del grupo chií al norte del río Litani en un plazo de 60 días.
Tras la entrada en vigor de la tregua, las fuerzas israelíes han bombardeado armamento e infraestructura de Hezbolá, mientras que esta organización, más debilitada que nunca y sin posibilidad de recibir suministros, tras la caída del régimen sirio de Bashar al Asad, lanzó cohetes contra el norte de Israel en al menos una ocasión.
Aun así, el alto el fuego continúa en vigor, y los ataques se han reducido considerablemente (con información de EFE).