El Parlamento de Georgia eligió este sábado a Mikheil Kavelashvili como nuevo presidente del país, reemplazando a Salome Zourabichvili, una figura proeuropea que ha liderado protestas contra el gobierno.
Kavelashvili, conocido por sus opiniones conspirativas y antioccidente, obtuvo 224 de los 225 votos posibles en el colegio de electores, en el que participaron diputados y representantes locales. Fue el único candidato nominado, con el respaldo de Bidzina Ivanishvili, un ex primer ministro y figura política clave en el país.
El nombramiento de Kavelashvili ocurre tras la decisión del partido gobernante, Sueño Georgiano, de congelar las negociaciones para el ingreso de Georgia en la Unión Europea hasta 2028. Esta medida ha desatado un gran descontento social, ya que la integración europea es un objetivo inscrito en la Constitución del país y apoyado mayoritariamente por la población, según encuestas recientes.
Desde que se anunció la pausa en las negociaciones con la UE, Georgia ha sido escenario de protestas multitudinarias frente al Parlamento en Tiflis. Las manifestaciones, que comenzaron hace más de dos semanas, han reunido a decenas de miles de personas.
Los manifestantes, algunos jugando fútbol en las calles como referencia sarcástica a la carrera deportiva de Kavelashvili, han expresado su rechazo a lo que consideran un giro autoritario y prorruso del gobierno.
El gobierno, por su parte, ha calificado las protestas como intentos de provocar una revolución pro-UE y un golpe violento. La policía ha respondido con gas lacrimógeno, cañones de agua y balas de goma, dejando un saldo de cientos de detenidos y más de 150 policías heridos, según datos del Ministerio del Interior.
El Parlamento ha aprobado recientemente leyes que restringen las manifestaciones, incluyendo multas más altas y la prohibición de elementos como máscaras y fuegos artificiales, utilizados por los manifestantes para enfrentarse a las fuerzas de seguridad.
Fracturas internas
La elección de Kavelashvili y las recientes acciones del gobierno han generado preocupación en la comunidad internacional. La UE y otros actores han advertido sobre sanciones por las políticas consideradas represivas y contrarias a los valores democráticos. En un mensaje dirigido a los georgianos, el presidente francés Emmanuel Macron declaró: “El sueño europeo de Georgia no debe extinguirse”.
Salome Zourabichvili, la presidenta saliente, ha señalado que seguirá liderando el movimiento de protesta y considera ilegítimo al Parlamento, al que acusa de fraude electoral. Los partidos de oposición, que han boicoteado las sesiones parlamentarias desde las elecciones de octubre, también han declarado que seguirán reconociendo a Zourabichvili como presidenta legítima tras la toma de posesión de Kavelashvili el próximo 29 de diciembre.
Un giro hacia Rusia
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, Georgia ha intensificado sus lazos con Rusia, un cambio significativo para un país que estuvo bajo dominio ruso durante 200 años y que sufrió una invasión en 2008. Este acercamiento ha generado divisiones internas y ha puesto en peligro la relación con Occidente.
Mientras tanto, Kavelashvili, líder del grupo antisistema Poder del Pueblo y autor de leyes polémicas como la de “agentes extranjeros”, parece consolidar el rumbo prorruso del gobierno, profundizando la distancia entre Georgia y sus aspiraciones europeas.