El año 2024 desnudó con crudeza la fragilidad del equilibrio en el planeta. Bajo el peso de 1.3 °C de calentamiento provocado por el ser humano, el clima se tornó impredecible, brutal y letal. Como resultado del caos, al menos 3 mil 700 personas perdieron la vida.
En promedio, el mundo soportó 41 días más de calor extremo en 2024, según Climate Central. Los días de calor extremo se multiplicaron, las tormentas arrasaron paisajes y vidas, y las sequías dejaron cicatrices imborrables en la tierra.
Hoy lo tenemos más claro que nunca, hay que dejar atrás la era de los combustibles fósiles. Las siguientes catástrofes de los pasados 12 meses ponen en evidencia lo que ya se ha perdido, e incluso lo que aún se puede salvar si se actúa con urgencia.
DANA: España inundada
En noviembre, la tormenta DANA golpeó España con furia, dejando al menos 230 muertos, convirtiéndose en el desastre más mortífero en el país desde 1973. La magnitud del desastre provocó la evacuación y rescate de más de 36 mil 600 personas. Un total de 78 municipios se vieron afectados por las intensas lluvias, siendo la mayoría en la Comunidad Valenciana.
Las autoridades ofrecieron promesas vacías y planes de “mejorar” la infraestructura, pero los resultados fueron deficientes. Decenas de miles salieron a las calles reclamando la renuncia de los funcionarios locales, principalmente del presidente regional, Carlos Mazón.
‘Chido’ devasta Mayotte
El ciclón ‘Chido’, considerado el más devastador en Mayotte en los últimos 90 años, azotó este territorio francés en el océano Índico a mediados de diciembre de 2024. Con vientos de hasta 225 km/h, destruyó aproximadamente el 90% de las estructuras de la isla, dejando al menos 35 muertos y alrededor de 2 mil 500 heridos.
Su paso por Mozambique provocó al menos 120 muertos y casi 690 mil afectados a su paso por el norte del país.
Europa al rojo vivo
En 2024, las olas de calor extremo en países como Italia, Grecia y España marcaron uno de los episodios más alarmantes del cambio climático en Europa. Las temperaturas récord, que en algunos casos superaron los 45 °C durante días consecutivos, desafiaron no solo la capacidad de resistencia humana, sino también los sistemas de infraestructura y servicios básicos en la región.
El sudeste de Europa experimentó 66 días de fuerte estrés térmico durante el verano. El estrés térmico mata al menos a 175 mil personas cada año en el continente, según estimaciones de la OMS de principios del año. Se descubrió, además, que es la principal causa de muerte relacionada con el clima en la región.
Boris torrencial
Lluvias torrenciales e inundaciones azotaron países como Polonia, República Checa, Austria, Rumania y Eslovaquia. La borrasca causó el desbordamiento de ríos y embalses, lo que llevó a evacuaciones masivas, cortes de energía y daños significativos en infraestructuras y propiedades.
El saldo de víctimas mortales atribuidas a la tormenta Boris varía según las fuentes. Informes indican que al menos 23 personas perdieron la vida debido a las inundaciones y sus consecuencias.
Amazonia en llamas
El llamado pulmón del mundo sufrió uno de los peores años de su historia. Más de 400 mil incendios arrasaron vastas zonas de Brasil, y 22 millones de hectáreas de selva tropical fueron consumidas por el fuego.
La Amazonia vivió su año más crítico desde 2012 en términos de superficie quemada, número de incendios y riesgo de incendio, según el observatorio espacial europeo Copernicus.
Los incendios forestales estuvieron de control en la región, produjeron una nube de humo sobre vastas áreas del bioma, que a lo largo del mes de agosto se extendió a otros lugares de Brasil, a miles de kilómetros de distancia, llegando al menos a 11 estados.
Helene: furia en el Atlántico
El huracán Helene, que alcanzó la categoría 5, arrasó el Caribe y la costa este de EU con una ferocidad inusitada. Trajo consigo vientos de más de 300 km/h y lluvias torrenciales que dejaron miles de desplazados.
Lo que más preocupó a los científicos fue la conclusión de que las condiciones que alimentaron la tormenta eran entre 400 y 800 veces más probables debido a las emisiones humanas. Helene no fue un fenómeno natural aislado, sino el resultado de décadas de irresponsabilidad global.
Yagi sacude Filipinas
Conocido en Filipinas como tormenta tropical severa Enteng, este súpertifón tropical impactó el sudeste asiático y el sur de China a principios de septiembre de 2024.
En total, causó al menos 844 muertes, 2 mil 279 heridos y dejó a 129 personas desaparecidas en su paso por ocho países y territorios, además de daños materiales estimados en más de 22 mil 200 mdd, convirtiéndose en el tercer tifón más costoso registrado en términos nominales.
Caos en Japón por Shanshan
A finales de agosto, Japón enfrentó la furia del tifón Shanshan que tocó tierra con vientos de hasta 252 km/h. Dejó un saldo de seis muertos, más de 120 heridos y un desaparecido. La tormenta provocó caos a gran escala: se cancelaron más de mil vuelos, incluidos los internacionales, y se suspendió la producción de Toyota.
Además, más de 254 mil hogares se quedaron sin electricidad debido a los fuertes vientos. Las precipitaciones fueron tan intensas que provocaron inundaciones y desbordes de ríos en varias regiones, alcanzando niveles récord. El sistema de trenes de alta velocidad (Shinkansen) también se vio afectado, con la suspensión de los servicios entre ciudades clave como Hakata, Tokio y Nagoya.
El Sahara: desierto húmedo
¿Lagos temporales en el mayor desierto del mundo? Pues sí, en septiembre, un ciclón extratropical atravesó el noroeste del Sahara, provocando inundaciones en áreas que rara vez reciben lluvia, como Marruecos, Argelia, Túnez y Libia.
Este fenómeno inusual resultó en la muerte de al menos 11 personas y dejó varios desaparecidos en Marruecos, además de causar daños significativos a infraestructuras en la región. La NASA habló entonces de “un fenómeno transitorio poco frecuente y en gran medida no documentado”.
El Ártico se evapora
El deshielo en el Ártico alcanzó niveles récord en 2024, con una extensión de hielo que se redujo un 19% por debajo de la media histórica. Este cambio radical no solo amenaza la fauna local, sino que tiene efectos globales, desde el aumento del nivel del mar hasta alteraciones en los patrones climáticos globales.
La aceleración del deshielo también afecta a las corrientes oceánicas, lo que genera un efecto dominó que impacta al clima mundial. El Ártico, antes considerado el termómetro del planeta, es ahora una zona crítica de alerta.
@alanrguez16