Arribamos a la clausura del primer cuarto de siglo con los pasos de un ciego en un pantanal de acertijos. Guerras, crisis humanitarias, ultraderechistas triunfando en las urnas, turbulencia climática y la sombra de una nueva era nuclear prometen un año al filo del abismo.
Los riesgos globales son el signo de nuestra época. Invocan el miedo y la incertidumbre. 2025 llega como una nueva página en la Crónica de nuestro tiempo ¿Cuáles son los temas que deben ocupar nuestra atención?
Cruda postelectoral
El nuevo año inicia con el sabor amargo de una resaca postelectoral que pocos esperaban tan intensa. El mundo votó en 2024, pero lo hizo desde las entrañas del descontento, la ira y el miedo. Más de 1,600 millones de personas acudieron a las urnas para castigar a los responsables de promesas vacías y de crisis mal gestionadas.
El ejemplo más escandaloso está en los demócratas en EU. También con los conservadores británicos, el “macronismo” en Francia, la izquierda portuguesa. Incluso aquellos que lograron mantenerse en pie, como el partido gobernante de Shigeru Ishiba en Japón, lo hicieron a duras penas, arrastrando coaliciones frágiles, como las de Narendra Modi en India o Cyril Ramaphosa en Sudáfrica.
Trump 2.0
La mayor economía del planeta tendrá como capitán a Donald Trump y su obsesiva idea de “América Primero”. Trump no solo redibujará las fronteras políticas de EU, sino también el tablero global.
Desde Washington se decidirán cuestiones cruciales sobre la prosperidad, el futuro de la globalización y los conflictos bélicos lejanos. Y el panorama se complejiza con el hombre más rico del mundo susurrándole al oído.
Trump dinamitó los pilares de la cooperación internacional despreciando a los aliados tradicionales. Queda ver si potencias como China, India y Rusia aprovechan el desconcierto.
Policrisis: un nuevo paradigma
El término “policrisis” describe la interacción de diversas crisis globales y locales, cuyo efecto acumulativo amplifica los riesgos y los convierte en una amenaza multidimensional. No se limita a la coexistencia de problemas, sino que refleja cómo las crisis se nutren unas a otras, desde conflictos geopolíticos hasta desastres climáticos, generando un impacto desproporcionado en todo el sistema global.
El 2025 representa la culminación de años de tensiones acumuladas, exacerbadas por la intensificación de una nueva Guerra Fría entre dos bloques: el Este, liderado por Rusia, China e Irán, y el Oeste, encabezado por EU y sus aliados.
Esta pugna transforma problemas locales en crisis globales. Afectan e intensifican las desigualdades sociales, la competencia por recursos y la fragilidad institucional en muchas regiones del mundo.
Geopolítica entre conflictos
La nueva Guerra Fría es mucho más que una confrontación militar; es una lucha ideológica, tecnológica y económica. En Oriente Medio, el pleito iniciado en 2024 entre Israel y diversos actores regionales, como Irán, Líbano y Yemen, detonó una crisis humanitaria sin precedentes y ha afectado gravemente las rutas comerciales.
Los ataques con drones y misiles, junto con el cierre parcial al tráfico de petróleo en el estrecho de Ormuz, han provocado un aumento dramático en los precios de la energía, con consecuencias devastadoras para la economía global.
En los Balcanes, las tensiones étnicas y religiosas, alimentadas por la intervención de potencias extranjeras, abren un campo de batalla diplomático. La presencia de fuerzas de la OTAN y la influencia de Rusia y China agravan la situación, convirtiendo a esta región en un punto clave de la rivalidad global.
Mientras tanto, en el Sahel, los golpes de estado y el colapso de instituciones han creado un ambiente propicio para la expansión de grupos armados y redes de crimen organizado, exacerbando la crisis migratoria y desestabilizando áreas vecinas como África Occidental y Central.
Días de escalada nuclear
Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), tanto el número como la sofisticación de las armas nucleares en desarrollo han aumentado drásticamente. EU, bajo el proyecto ultraconservador “Project 2025”, podría reanudar pruebas nucleares en el desierto de Nevada, rompiendo el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBT) y marcando el mayor rearme nuclear desde los años de Reagan.
En Europa, Francia y Reino Unido avanzan en la modernización de sus arsenales nucleares. El Reino Unido, bajo el paraguas del acuerdo AUKUS, entrenará a oficiales australianos en gestión de reactores nucleares, mientras Francia desarrolla un submarino de última generación.
Por otro lado, 2025 será clave para el programa nuclear de Irán, con el posible retorno de sanciones internacionales. Teherán avisó que responderá retirándose del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) si se reintroducen las sanciones impuestas a Teherán, lo que podría desencadenar una intervención militar de Israel, agudizando las tensiones en Oriente Medio.
Recursos en disputa
En un mundo donde los recursos naturales son cada vez más escasos, la competencia por minerales estratégicos y combustibles fósiles está en el centro de la policrisis. La transición hacia energías renovables ha incrementado la demanda de materiales como el litio, el cobalto y las tierras raras, lo que ha desencadenado conflictos en regiones ricas en estos recursos.
América Latina, con países como Bolivia y Chile liderando la producción de litio, se ha convertido en un campo de tensión entre EU y China, ambos ansiosos por asegurar el suministro de estos materiales críticos.
En el Ártico, el derretimiento del hielo abrió nuevas rutas marítimas y expuso vastos recursos energéticos. Sin embargo, también ha intensificado las disputas territoriales entre Rusia, Canadá, Noruega y EU, mientras China busca afirmarse como un actor clave en esta región estratégica. La militarización del Ártico y las crecientes tensiones políticas podrían desencadenar nuevos conflictos en los próximos años.
Caos climático + migración = crisis
El cambio climático no solo es una amenaza ambiental; también es un multiplicador de riesgos. Las sequías, inundaciones y tormentas extremas están desplazando a millones de personas, creando una crisis migratoria sin precedentes.
El Sahel y el sudeste asiático son particularmente vulnerables, con comunidades enteras forzadas a abandonar sus hogares debido a la desertificación y el aumento del nivel del mar.
En América Latina, los incendios forestales y los huracanes arrasaron regiones enteras, exacerbando las desigualdades económicas y sociales. Mientras tanto, en Europa, las olas de calor extremo y las inundaciones, como en España, pusieron a prueba las (in)capacidades de los gobiernos para responder a emergencias.
Tecnología y desinformación
La tecnología, aunque esencial para abordar muchos de estos desafíos, también se ha convertido en una herramienta de desestabilización. Las campañas de desinformación orquestadas por actores estatales y no estatales están alimentando la polarización política y socavando la confianza en las instituciones democráticas.
Un ejemplo claro es el uso de redes sociales para amplificar tensiones locales, como se vio en Nueva Caledonia en 2024. Lo que comenzó como protestas locales por la brutalidad policial fue explotado por Rusia y China para socavar la influencia de Francia y Occidente, convirtiendo un problema doméstico en un conflicto con implicaciones globales.
2025 se perfila como un año crítico en el que convergen múltiples crisis globales: un mundo atrapado entre el rearme nuclear, la emergencia climática y la inestabilidad geopolítica. La incapacidad de los líderes para abordar estas amenazas interconectadas podría definir una era de incertidumbre sin precedentes.
@alanrguez16