La designada por el presidente Donald Trump como su candidata para embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Elise Stefanik, no incluyó a México en su lista negra de los cinco países que suponen un reto para la seguridad nacional, y que son, por este China, Rusia, Corea del Norte e Irán.
En una primera presentación ante el comité que evalúa su nombramiento, paso obligatorio antes de que el Senado pueda ratificarlo, Stefanik no repitió la retórica antimexicana de Trump, quien en su discurso de investidura del lunes declaró a los cárteles mexicanos como grupos terroristas y no descartó una intervención armada en territorio mexicano, alegando que ponen en peligro la seguridad nacional de EU.
Stefanik se mostró ante los senadores orgullosa de ser considerada un “halcón” y dejó claro en su introducción que no llega para promover el multilateralismo, sino para defender el “Estados Unidos primero”, la estrategia proteccionista y al mismo tiempo imperialista del presidente Trump.
“China, el reto de mi generación”
Preguntada por China, no dudó en responder que “son los mayores perpetradores del robo a la propiedad intelectual, y la mayor amenaza a la seguridad nacional. Creo que para mi generación este va a ser el mayor reto”, dijo la que en breve deberá sentarse casi a diario con los embajadores de China y Rusia en el Consejo de Seguridad.
Sobre Oriente Medio, trajo a colación en varias ocasiones lo que consideró gran éxito diplomático del pasado mandato de Trump, los Acuerdos de Abraham -el reconocimiento de Israel por parte de varios países árabes-, que según ella demostraron que Trump fue “un visionario”.
“Israel faro de los derechos humanos”
Aunque se dijo partidaria del principio de “derechos humanos para todos”, se resistió a responder a algunos senadores que le preguntaron insistentemente si reconocía el derecho de los palestinos a un Estado y si pensaba que debía terminar la ocupación de Cisjordania o Gaza.
En contraposición, no tuvo reparos en calificar a Israel como “un faro de derechos humanos en la región”.
Con respecto a Irán, dijo ser partidaria de “la máxima presión” para acabar con un régimen que “recibió miles de millones de dólares durante la pasada presidencia (de Biden)”, dando a entender que el gobierno de Biden propició esa llegada de millones a Teherán, que sirvieron para armar al movimiento palestino Hamás y al libanés Hizbulá.
Y al referirse a Rusia y Ucrania, dejó caer que habrá una solución negociada: “El presidente (Trump) necesita la máxima flexibilidad para poner fin a este conflicto, una solución pacífica que acabe con las matanzas y el derramamiento de sangre”.