No es un misterio; Estados Unidos es el principal (prácticamente el único) exportador de armas ilegales a México, un gigantes negocio compartido entre fabricantes de armas, armerías y el crimen organizado para garantizar a los millones de drogadictos estadounidenses su dosis diaria de droga, principalmente fentanilo (la más mortífera).
Pero, de todos los caminos por donde entran a diario cientos de armas ilegales desde Estados Unidos, hay muchos de un solo carril y algunas que son auténticas autopistas, las cuatro más grandes tienen como punto de partida: Houston y San Antonio, en Texas; y Tucson y Phoenix, en Arizona.
Según el último informe de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) de EU, que rastrea el origen de las armas incautadas en México, Houston es la ciudad con más distribuidores de armas que surten al crimen organizado (296); seguido de San Antonio (191), Tucson y Phoenix (con 144 y 132, respectivamente), pero existen armerías en todos los poblados y ciudadanes de los condados fronterizos, desde el Golfo de México (sí, de México) al océano Pacífico.
Estas cuatro autopistas —o iron rivers (ríos de hierro)como lo llaman en EU los activistas antiarmas “iron rivers”— tiene como principales destinos Sonora, Baja California, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas, y más al interior de la República, Guanajuato, azotado por una creciente violencia en los últimos años.
Según datos de la PGR, de las aproximadamente 200 mil armas que se contrabandean a México anualmente desde EU, el 74% llega de Arizona, Texas, y en menor medida Nuevo México y California.
La ruta Arizona-Sonora, la más transitada
Según el informe de la AFT, la ruta dominante del tráfico de armas en los últimos años es la que va de Arizona a Sonora, con 1,618 armas detectadas en delitos de alto impacto en 2024.
La situación estratégica de Arizona explica en parte el éxito de esta ruta, ya que la vecina Sonora es el paso natural hacia Sinaloa y Jalisco, los dos estados mexicanos donde surgieron los dos cárteles más poderosos en la actualidad: el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación. De hecho, el 80% de las armas “made in USA” incautadas por las autoridades mexicanas pertenecían a estas dos organizaciones criminales.
Sin embargo, esta “ventaja geográfica” de las armerías de Arizona que se lucran de los cárteles mexicanos no explicaría por sí sola por qué han proliferado en ese estado y no en el vecino Nuevo México.
A pesar de que ambos estados desérticos de EU tienen frontera común con Sonora, en Nuevo México hay 460 armerías, mientras que en Arizona hay el triple, unas 1,353 armerías (aunque es Texas, el estados con más kilómetros de frontera con México, donde la cifra es escandalosa, 5,328 armerías, casi doce veces más que Nuevo México).
¿Qué explica entonces la diferencia? Las leyes de control de armas… o más bien la falta de leyes. ¿Y cuáles son los estados fronterizos con las leyes más laxas? Texas y sobre todo Arizona.
Para comprar un arma en Arizona no se necesita licencia y basta con no tener antecedentes penales y tener cumplidos 21 años. Si el cliente tiene 18 años, no está autorizado comprar para sí mismo, pero puede comprar en nombre de un tercero, aportando sus identificaciones y que los datos de ambos no aparezcan en el banco de datos del FBI. Pero, el diablo está en el detalle, y basta que una organización criminal, estadounidense o extranjera, contrate a cualquier de los miles de estadounidenses sin ficha policial para .
De hecho, los activistas antiarmas llevan unos años denunciando que en Phoenix y Tucson se han detectado de forma alarmante patrones de compras hechas por los llamados straw purchasers (“testaferros limpios”), individuos sin antecedentes penales que adquieren armas en nombre de terceros con destino a ciudades del otro lado de la frontera, principalmente, denuncian Nogales y San Luis Río Colorado, Sonora.
Los hechos están ahí y las armerías identificadas y demandadas judicialmente por las autoridades mexicanas, falta por ver si el presidente de EU, Donald Trump, tiene intención de honrar su palabra a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y persiga a los que hacen negocio enviando armas de guerra a los cárteles para que estos puedan seguir intimidando y matando y que nadie interrumpa el tráfico de fentanilo a los millones de drogadictos estadounidenses.