
El papa Francisco continúa su recuperación tras cinco semanas de hospitalización por una doble neumonía, y aunque su estado físico general es estable, “debe reaprender a hablar” debido a los efectos del oxígeno de alto flujo que ha estado recibiendo, informó este viernes el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
“El papa está muy bien, pero el oxígeno de alto flujo reseca todo. Necesita volver a aprender a hablar, aunque su estado físico es el mismo que antes”, explicó el cardenal durante la presentación de un nuevo libro de Francisco sobre poesía.
El pontífice, de 88 años, ha permanecido hospitalizado desde hace más de un mes. Desde el inicio de su internamiento, el Vaticano solo ha difundido una breve grabación de audio, fechada el 6 de marzo, en la que su voz se oía quebrada, entrecortada y difícil de comprender.
Mejora leve, pero sin fecha de alta
En su más reciente informe médico, divulgado también este viernes, el Vaticano señaló que la salud del papa “se mantiene estable” y presenta “pequeñas mejoras en la respiración y la movilidad”. Desde el lunes, ya no necesita ventilación mecánica nocturna y actualmente recibe oxígeno mediante una cánula nasal.
Pese a los signos positivos, no hay aún una fecha definida para su regreso al Vaticano. Consultado sobre la posibilidad de que el papa sea dado de alta antes de Pascua —que este año se celebra el 20 de abril—, Fernández respondió con cautela:
“Podría volver, pero los médicos quieren estar 100 por ciento seguros, porque él siente que el poco tiempo que le queda quiere dedicarlo completamente a los demás, no a sí mismo.”
El Vaticano niega rumores de renuncia
Ante las especulaciones sobre una posible renuncia papal, Fernández fue tajante: “No lo creo, sinceramente no”, afirmó.
Francisco ha enfrentado diversos problemas de salud en los últimos dos años. Su propensión a las infecciones pulmonares se remonta a su juventud, cuando padeció pleuritis y le fue extirpada parte de un pulmón. A pesar de ello, el Vaticano ha insistido en que su recuperación actual es lenta pero constante, y no compromete sus funciones como líder espiritual de la Iglesia católica.