
Israel llevó a cabo este sábado los bombardeos más intensos sobre el sur de Líbano desde que se firmó el alto el fuego con Hezbolá en noviembre pasado, tras el lanzamiento de varios cohetes desde territorio libanés hacia el norte de Israel.
Las fuerzas israelíes informaron que atacaron decenas de lanzacohetes y un centro de mando de Hezbolá, la organización político-militar respaldada por Irán.
El Ministerio de Salud de Líbano confirmó la muerte de dos personas, entre ellas un niño, además de ocho heridos por los ataques. Hasta el momento, ningún grupo armado ha reivindicado la autoría del lanzamiento de cohetes hacia Israel.
Hezbolá, la milicia más poderosa del país, aseguró que no participó en el ataque y que sigue comprometida con el acuerdo de alto el fuego.
Tensión tras nuevos combates en Gaza
El repunte de violencia se produce días después de que Israel intensificara su ofensiva contra Hamás en la Franja de Gaza. Según las Fuerzas de Defensa de Israel, se interceptaron tres cohetes en la ciudad de Metula, en el norte israelí, sin que se registraran víctimas. El ejército libanés reportó haber desmantelado tres lanzadores rudimentarios en el sur del país e inició una investigación sobre el incidente.
La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano (Unifil) expresó su preocupación por la posible escalada de violencia y pidió a ambas partes cumplir con sus compromisos establecidos en el acuerdo mediado por Estados Unidos y Francia.
Frágil acuerdo bajo presión
El alto el fuego, firmado tras 14 meses de conflicto, establecía que el ejército libanés desplegaría miles de soldados adicionales en el sur del país para prevenir ataques desde territorio libanés, mientras que Hezbolá debía retirar a sus combatientes y armamento de la frontera. Israel, por su parte, debía abandonar las posiciones que había ocupado durante la guerra.
Sin embargo, el ejército israelí sigue ocupando al menos cinco puntos en el sur del Líbano, lo que el gobierno libanés considera una violación de su soberanía. Israel argumenta que las tropas libanesas no se han desplegado completamente en esas zonas y que su presencia es necesaria para proteger a las comunidades israelíes cercanas a la frontera.
El presidente libanés Joseph Aoun, en el poder desde enero, declaró que solo el Estado debe tener armas en el país, en una clara alusión al poder militar de Hezbolá. Por su parte, el primer ministro Nawaf Salam advirtió que la escalada “podría arrastrar al país a una nueva guerra”.
El conflicto previo entre Israel y Hezbolá dejó un saldo devastador en Líbano: cerca de 4,000 muertos, la mayoría civiles, y más de 1.2 millones de desplazados. La ofensiva israelí buscaba expulsar a Hezbolá de las zonas fronterizas y permitir el regreso de unas 60,000 personas desplazadas del norte de Israel debido a los ataques del grupo.
Hezbolá, duramente golpeado durante la guerra con múltiples líderes asesinados, cientos de combatientes muertos y buena parte de su arsenal destruido, enfrenta ahora la presión de reconstruir sus bases sociales y responder a las demandas internas de desarme.
Al mismo tiempo, sus opositores y aliados internacionales de Líbano han condicionado su ayuda a que el gobierno limite el poder de la organización.
Hezbolá inició su participación activa en el conflicto el 8 de octubre de 2023, un día después de los ataques de Hamás en el sur de Israel, alegando solidaridad con el pueblo palestino. Desde entonces, la región ha vivido una escalada constante de violencia, cuyas secuelas aún no terminan de asentarse.
4o