
El presidente de EU, Donald Trump, revocó los permisos de seguridad de Kamala Harris, Hillary Clinton y otros altos exfuncionarios que sirvieron en administraciones anteriores, en un movimiento que profundiza la confrontación política con sus opositores demócratas y críticos dentro del propio Partido Republicano.
La medida fue anunciada en un memorando oficial en el que Trump justifica su decisión afirmando que “ya no es de interés nacional que estas personas accedan a información clasificada”. La decisión se extiende también a Joe Biden, su predecesor en la Casa Blanca, y a “cualquier otro miembro de la familia Biden”, según el mismo documento.
Entre los nombres incluidos en la revocación se encuentran figuras destacadas como Antony Blinken, exsecretario de Estado; Liz Cheney y Adam Kinzinger, exlegisladores republicanos que criticaron abiertamente a Trump tras el asalto al Capitolio de 2021; así como Fiona Hill, exasesora de asuntos rusos durante el primer mandato de Trump.
También fueron excluidos de cualquier acceso a inteligencia clasificada Jake Sullivan, actual asesor de seguridad nacional; Lisa Monaco, subsecretaria de Justicia; los abogados Mark Zaid, Norman Eisen y Andrew Weissmann; así como los fiscales Letitia James, Alvin Bragg y el exfuncionario Alexander Vindman, conocido por su testimonio en el primer juicio político contra Trump.
Trump rompe con tradición
Tradicionalmente, los expresidentes y altos funcionarios conservan sus autorizaciones de seguridad como una cortesía institucional, lo que les permite ser consultados en caso de crisis o continuidad de gobierno. Sin embargo, Trump ha optado por utilizar este privilegio como herramienta política, al retirar credenciales a figuras que considera hostiles o desleales.
Esta no es la primera vez que el presidente toma una decisión de este tipo. Ya en su primer mandato, Trump había revocado los permisos de más de cuarenta exfuncionarios de inteligencia, acusándolos de interferir en las elecciones de 2020 a favor de Joe Biden, sin aportar pruebas.