
El último escándalo del gobierno de Donald Trump (y lleva apenas tres meses) tiene tintes bochornosos y de fiasco de la seguridad de la primera potencia. Lo reveló este lunes el periodista Jeffrey Goldberg, director de la revista The Atlantic, tras asegurar que recientemente recibió un mensaje de Michael Waltz, consejero de Seguridad Nacional, para que se uniera a un grupo de la red social encriptada Signal con el nombre “pequeño grupo de contacto sobre los hutíes”.
Goldberg, a quien el presidente ataca con frecuencia por criticar la deriva autoritaria de su gobierno, creyó que se trataba evidentemente de una “invitación-trampa” de un hacker, hasta que empezó a leer lo que los participantes escribían sobre información altamente clasificada sobre los planes para atacar a los hutíes, el grupo rebelde yemení armado por Irán, como efectivamente ocurrió la semana pasada con bombardeos estadounidenses que dejaron más de un centenar de muertos.
Entre los miembros del grupo que abordaron en la red social los planes para bombardear a esas milicias islamistas se encuentran, según enumeró Goldberg, el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance; el secretario de Defensa, Pete Hegseth; la directora de los servicios de inteligencia, Tulsi Gabbard; el secretario de Estado, Marco Rubio, el jefe de Gabinete adjunto de la Casa Blanca, Stephen Miller, y el director de la CIA, John Ratcliffe. En total, 18 responsables del gobierno, el servicio de inteligencia y el Ejército más poderosos del mundo, que en ningún momento se percataron de que había un invitado que no debía estar.
El intercambio de mensajes filtrado accidentalmente arroja luz sobre la ingenuidad de los altos mando de Seguridad y del Pentágono a la hora de tratar temas temas muy serios, como atacar a otros países, en un mero chat de internet.
El primer mensaje, del pasado jueves 13 de marzo, dejó a Goldberg atónito. La persona que se identificaba como Waltz, el consejero de Seguridad Nacional de Trump, explicaba: “Equipo, estoy estableciendo un grupo de principales para coordinarnos sobre los hutíes, especialmente para las próximas 72 horas. Mi segundo Alex Wong está montando un equipo rápido… Tras la reunión en la Sala de Crisis esta mañana para actividades, lo enviaré esta tarde”. Y pedía los nombres de personas que deberían estar en ese grupo. “Para coordinarnos en el próximo par de días y el fin de semana. Gracias”, decía.
El periodista no salía de su asombro, según cuenta en un artículo en su revista. Tras el mensaje de Waltz llegaron otros de Vance (vicepresidente), de Gabbard (directora de Inteligencia) y de Hegseth (jefe del Pentágono), entre otros.
“Huelga decir que nunca me habían invitado a una sesión de un comité de principales de la Casa Blanca, y que en mis muchos años de reportero especializado en Seguridad Nacional tampoco había oído nunca que se convocara ninguno por redes sociales”, escribió el periodista este lunes.
Al día siguiente, explica Goldberg, las cosas se volvieron “aún más raras”. El periodista, que incluye en su artículo capturas de pantalla, cuenta que Waltz inició la conversación sugiriendo redactar listas de aliados a los que informar.
El usuario que aparecía en el chat identificado como Vance consideró que el ataque era “un error” y que la opinión pública no entendería el bombardeo, antes de pedir que se retrasase un mes. También alegaba que Europa se beneficiaría gratuitamente de la protección estadounidense de las rutas marítimas comerciales del mar Rojo. “No estoy seguro de que el presidente sepa hasta qué punto esto es inconsistente con su mensaje sobre Europa ahora mismo. Hay un riesgo añadido de que veamos una subida de moderada a alta de los precios del petróleo”, declaró, en alusión a la hostilidad manifiesta de Trump hacia sus aliados europeos de la OTAN, en contraste con su indisimulada admiración por el ruso Vladimir Putin.
“Odio rescatar a Europa”
Hegseth, el secretario de Defensa, abogó por lanzar al público el mensaje: “1) Biden fracasó. 2) Irán pagó”. Y sobre atacar a los hutíes, sugirió: “Veo dos cosas, 1) Restablecer el derecho de navegación, un interés nacional fundamental, y 2) restablecer el poder de disuasión, que Biden destrozó. Pero podemos pausarlo con facilidad, Y si lo hacemos, haré lo que podamos por garantizar la seguridad de la operación”.
Más tarde, Vance acabaría dando su visto bueno al bombardeo, aunque con poco entusiasmo: “si piensas que tenemos que hacerlo, vamos a ello. Es solo que odio rescatar otra vez a Europa”. Y Hegseth le replicaba: “Vicepresidente: comparto totalmente su desprecio por cómo se aprovechan los europeos. Es PATÉTICO. Pero... somos los únicos que podemos hacerlo”.
Otra persona, SM —probablemente el jefe adjunto de Gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller—, puntualiza que las instrucciones de Trump son que tras el ataque se deje claro a Egipto y a Europa que tendrán que dar algo a cambio de la operación para proteger el mar Rojo. “Tenemos que pensar cómo vamos a hacer cumplir ese requisito. Esto es, si Europa no remunera, ¿qué? Si Estados Unidos restablece la libertad de navegación a un gran coste, tiene que haber una ganancia económica a cambio extraída en algún momento".
Estados Unidos lanzó el 15 de marzo, un día después, un ataque contra el grupo yemení para defender la libertad de navegación en el mar Rojo, como respuesta a los ataques de los hutíes contra los barcos comerciales que atraviesan ese canal en represalia por la guerra en Gaza. Al menos 53 personas murieron en esos bombardeos. Horas antes, Hegesth enviaba al grupo algunos detalles operativos, “incluida información sobre objetivos, armas que Estados Unidos iba a desplegar y secuencias de ataque”, recuerda el periodista.
Tras concluir que el chat en el que estaba metido “probablemente era auténtico”, decidió salir de él. “Nadie en el chat pareció notar que yo estaba ahí. Y nadie me preguntó después por qué me había salido. O —algo que venía todavía más a cuento— quién era yo", escribe.
En una escala en Hawái al comienzo de una gira por Asia Pacífico, Hegseth niega que hubiera habido una filtración. “Nadie estuvo enviando planes de guerra, y eso es todo lo que tengo que decir sobre el tema”, declaró y añadió molesto: “Nadie compartió planes de guerra; Goldberg trafica con bulos y basura”.
Tras mostrar el periodista la nueva mentira del gobierno Trump, estallaron las burlas y críticas en todo el país. “Es la hora de los aficionados”, declaraba el senador demócrata Rubén Gallego. En la red social X, el senador Mark Warner, vicepresidente del Comité de Inteligencia de la cámara alta, escribía que “esta Administración está jugando a lo tonto con nuestra información más clasificada, y eso hace que todos los estadounidenses estemos en mayor peligro”.
El también senador demócrata Chris Coons, miembro del Comité de Relaciones Exteriores de la cámara alta, apuntaba por su parte que “cada uno de los altos cargos del Gobierno en esta cadena de mensajes ha cometido un delito, aunque sea sin querer, que normalmente implicaría una pena de prisión”. Y la antigua candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, muy criticada durante su campaña a la Casa Blanca en 2016 por utilizar un servidor privado de correo electrónico, tuiteaba una captura de pantalla del artículo de Goldberg, con el mensaje: “es una broma”.
Entre los republicanos, la reacción era, sobre todo, de silencio… a la espera de que se pronuncie el amo: Donald Trump.