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Su reelección confirma el atractivo de un nuevo modelo de candidatos-alfa en donde el combate al crimen ahoga se antepone a los derechos humanos

¿Por qué ganó Noboa? La respuesta, a miles de kilómetros al norte de Ecuador… y en los pasillos de la embajada de México

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Ecuador Una joven votante de Noboa celebra en Guayaquil el triunfo del presidente (Mauricio Torres/EFE)

Los dos candidatos a la Presidencia de Ecuador llegaron a las urnas el domingo empatados en las encuestas y se esperaba una larga madrugada electoral. No hizo falta: Daniel Noboa salió reelecto por 11 puntos de diferencia respecto a la candidata izquierdista, Luisa Fernández.

Por segunda vez consecutiva, el acaudalado empresario derechista ganó a la heredera del expresidente Rafael Correa (2007-2017), quien ve de nuevo frustrado su sueño de regresar al país desde su exilio en Bélgica, a donde huyó hace ocho años para evitar procesos penales abierto por el entonces presidente Lenín Moreno, quien pasó de ser su candidato y aliado a convertirse en su bestia negra.

El desconcierto entre las filas del correísmo (y de sus aliados en la región) se transformó en una airada protesta de Correa, quien denunció “fraude electoral sistemático”, y de su candidata, quien aseguró, sin presentar prueba alguna, que el país estaba “viviendo una dictadura y el fraude más grotesco de su historia” y dijo que pedirán un recuento y que “se abran las urnas”.

Sin embargo, la misión de observación electoral de la OEA en Ecuador no ha encontrado indicios de fraude y avaló este lunes los resultados de la segunda vuelta que dan un amplio triunfo al presidente.

De hecho, la única reacción virulenta internacional en contra de los resultados llegó de donde menos debería: de Venezuela.

El abrazo del oso Maduro

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, tachó de “fraude horroroso” los comicios que dieron la reelección a Noboa, obviando el fraude cometido por su régimen en las elecciones del año pasado (este sí, constatado por los observadores internacionales) y cuya represión por negarse a hacer públicas las actas electorales (prueba del descarado robo a la oposición antichavista) se saldó con decenas de muertos y cientos de encarcelados.

“Pretenden imponer por la fuerza una hegemonía política, como han hecho en Ecuador con un fraude horroroso, inauditable, para imponer un proyecto colonialista”, declaró Maduro durante un encuentro con candidatos chavistas, transmitido por la estatal Venezolana de Televisión (VTV).

Maduro, quien celebró este lunes 12 años de su elección como el “primer presidente chavista de la historia” y cuya palabra “inauditable” lo acompañará para siempre, llamó “dictador” a Noboa, al tiempo que aseguró que el “fraude” electoral fue “apoyado” y “financiado” por “el imperialismo”.

Maduro advirtió que el mundo está “en un momento de gran amenaza geopolítica para la humanidad” y “se está tratando de imponer, por la fuerza, la hegemonía absoluta de un solo imperio, el imperio de los Estados Unidos”. Sin embargo, manifestó que “el mundo es otro” y prevalecerá “la causa de los pueblos”.

Se equivoca. El pueblo está dejando de seguir a líderes que hablan en nombre del pueblo — la “causa” que defiende Maduro es aferrarse al poder mediante la violencia— y está volcándose con los que ofrecen resultados concretos, que lo sientan en carne propia, por ejemplo, la caída brutal de los índices de criminalidad.

El factor Bukele

Basta con un dato: El Salvador pasó en apenas dos años de ser el país más violento del hemisferio occidental, con 102 homicidios por cada 100,000 habitantes, a 2.5 por cada 100,000 en 2023, una cifra que pone a la nación más pequeña de Centroamérica como la menos violenta del continente. Si en 2018, antes de la llegada de Nayib Bukele al poder hubo 3,340 asesinatos en un país con apenas 6.6 millones de habitantes; en 2024, ya en su segundo mandato, la cifra se desplomó a 154.

Esto (y no las denuncias de violaciones a los derechos de los arrestados) es lo que vio la población salvadoreña, cuando, en las elecciones de febrero de 2024, Bukele fue elegido con un 84% de los votos (récord histórico en cualquier contienda democrática del mundo).

En paralelo a este éxito, en Ecuador ocurría lo inverso. El país andino, que en 2018 estaba considerado uno de los países más pacíficos de la región, cerró 2024 con 45 homicidios por cada 100,000 habitantes (México cerró con 25 y Colombia con 24).

Si bien el estallido de la violencia ocurrió durante la pandemia con la llegada de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, los asesinatos no han parado de crecer desde la victoria de Noboa en octubre de 2023, tras una campaña marcada por el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, tras prometer “guerra sin cuartel” contra el crimen organizado.

Noboa ganó entonces tras declarar la guerra al narcotráfico, como efectivamente hizo, pero sin haber podido abatir ni mucho menos la criminalidad.

¿Por qué ganó Noboa ahora con más votos que en su primera victoria?

Porque, efectivamente, declaró organizaciones terroristas a los cárteles, asestó algunos golpes espectaculares contra narcotraficantes y porque convenció al electorado de que no pudo hacer mucho más en año y medio de poder (las elecciones de 2023 fueron para completar el periodo de mandato que Guillermo Lasso no culminó con su renuncia, precisamente por mostrarse impotente para frenar la ola de violencia que se le vino encima).

Pero Noboa no sólo dio golpes espectaculares contra el crimen organizado (aunque con escasos resultados), sino que protagonizó un inédito asalto a una embajada, violando todas las reglas del derecho diplomático internacional.

Sin embargo, el asalto nocturno de la embajada de México en Quito, el 5 de abril de 2024, cuando la policía sacó por la fuerza al exvicepresidente Jorge Glas, no hundió la popularidad de Noboa, sino todo lo contrario.

Envalentonado por las encuestas, se atrevió incluso a declarar la guerra arancelaria a los productos mexicanos, hecho que causó burlas en México (“son más ricos los camarones de Sinalo que los de Ecuador”, dijo la presidenta Sheinbaum), pero llamó la atención al presidente de EU, Donald Trump, quien, en plena guerra comercial contra el mundo y en plena campaña electoral en Ecuador, invitó a Noboa a hacerse una foto en la Casa Blanca, como para decir a los ecuatorianos: este es mi gallo.

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