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El país se desangra con 24.6 millones sufriendo de hambre, 12.7 millones de desplazados, más de 150 mil muertos y una violencia sexual que se ha disparado al 288 %

Sudán agoniza en la peor crisis humanitaria del siglo XXI

El éxodo más brutal del planeta A razón de la guerra civil en Sudán, se está presentando el mayor desplazamiento interno del mundo.

Sudán está sumido en un infierno y el mundo apenas lo menciona. A dos años del estallido de la guerra civil entre el Ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), el país enfrenta una devastación angustiante con decenas de miles de muertos, millones de desplazados y una población entera azotada por el hambre, la violencia sexual como arma de guerra y enfermedades por doquier.

Pasa que la mirada internacional tiene los ojos puestos en otras cosas: la obstinada cruzada arancelaria de Donald Trump, la guerra en Ucrania y el conflicto en Gaza acaparan los titulares. De Sudán muchos no se acuerdan.

La guerra comenzó en abril de 2023 en Jartum, cuando estalló el conflicto abierto entre el general Abdel Fattah al-Burhan y el excomandante y señor de la guerra Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti.

En solo semanas, la lucha entre ambos bandos —uno respaldado por el Ejército nacional, el otro por una poderosa milicia paramilitar— se expandió a gran parte del territorio. El precio lo pagan los civiles.

Según cifras de la OMS, la guerra pudo haber arrojado más de 150,000 muertos, aunque los datos exactos son imposibles de confirmar. La London School of Hygiene and Tropical Medicine estimó al menos 61,000 fallecidos en los primeros 14 meses.

La impunidad de los crímenes de guerra es total: ambos bandos han sido acusados de cometer atrocidades, desde bombardeos indiscriminados hasta masacres étnicas y uso de la violencia sexual como arma.

El éxodo más brutal del planeta

En Sudán se está dando el mayor desplazamiento interno del mundo. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 12.7 millones de personas han huido de sus hogares, y el 70% de ellas permanece dentro del país, atrapadas entre frentes armados, bajo asedio o hacinadas en campamentos como el de Zamzam, recientemente tomado por las RSF.

El resto, unos 3.8 millones, cruzaron las fronteras, principalmente hacia Egipto, Sudán del Sur o Chad, donde tampoco hay garantías de refugio. En el campamento de Zamzam, por ejemplo, miles huyen a pie, cargando a sus hijos en brazos o sobre burros, sin agua, sin comida, sin electricidad.

El impacto es demográfico y psicológico. Abandonar el hogar no es una elección sino la única vía de supervivencia. Lo que está ocurriendo en la región equivale a vaciar países enteros, a erradicar poblaciones de sus raíces.

A la crisis del desplazamiento se suman la persecución étnica, los abusos sexuales y el uso sistemático de la violencia contra mujeres y niñas. La ONU ha documentado un incremento del 288% en la demanda de servicios contra la violencia de género en 2024.

Según Amnistía Internacional, las RSF han recurrido a la violación como táctica de guerra: testimonios recogidos incluyen ataques grupales, esclavitud sexual y tortura.

Hambre y colapso sanitario

La otra cara de la catástrofe es el hambre. 24.6 millones de personas —la mitad del país— no tienen suficiente comida ni agua, y medio millón vive en condiciones de hambruna extrema, según la Clasificación Integrada de las Fases de Seguridad Alimentaria (CIF).

Ocho millones más están en fase de emergencia, y casi 16 millones enfrentan crisis alimentaria. El campo de Zamzam ha sido el primero en recibir una declaración formal de hambruna, y se espera que muchos más sigan.

Las reglas para declarar una hambruna son claras: desnutrición aguda en al menos un 30% de los niños, y una tasa de mortalidad de dos personas por cada 10,000 habitantes al día. En Sudán, estas condiciones ya se cumplen. No hay comida. No hay agua. No hay asistencia médica. Lo que hay es sufrimiento y abandono.

El sistema de salud también ha colapsado. Más del 75% de los hospitales y centros de salud en zonas de conflicto no está operando, según la OMS. La cobertura nacional de vacunación cayó del 85% a menos del 50%. Las epidemias resurgen sin control: entre julio de 2024 y febrero de 2025 se han registrado casi 57,000 casos de cólera y más de 1,500 muertes. No hay antibióticos, ni quirófanos, ni vacunas. Las mujeres violadas no reciben atención. Los niños con diarrea mueren deshidratados.

El patrimonio cultural del país también agoniza. En Instagram y Facebook hay un “mercado activo” de tráfico ilícito de bienes culturales sudaneses que saqueados de museos durante la guerra o excavados para alimentar un “mercado externo”, según la Unesco.

Vacío mediático

Leni Kinzli, portavoz del Programa Mundial de Alimentos, lo dijo sin rodeos: “Sudán ha sido ignorado. Ni siquiera olvidado. Ignorado”. La falta de cobertura mediática, la dificultad de acceso al terreno y el aislamiento internacional desde la caída del dictador Omar al-Bashir han hecho que el país desaparezca del radar geopolítico.

Mientras Europa y EU debaten estrategias en Gaza, y China y Rusia concentran la atención global, Sudán se hunde en silencio. El Reino Unido intentó reactivar el proceso de paz convocando a ministros de 20 países en Londres, pero las negociaciones están estancadas.

RFS: un gobierno paralelo

Las RSF lanzaron este mes una ofensiva sobre El Fasher, último bastión en Darfur no controlado por las milicias. En solo unos días, más de 400 personas murieron y 400,000 fueron desplazadas del campamento de Zamzam. La ONU calificó estos ataques como una señal “contundente del costo de la inacción internacional”.

Pero además el grupo paramilitar declaró la formación de su propio gobierno, al tiempo que sus combatientes intensificaban una ofensiva total sobre una ciudad de la región occidental de Darfur, lo que orilló a cientos de miles de civiles a huir de un campo de refugiados afectado por la hambruna.

Los analistas piensan que el anuncio de un gobierno paralelo alienta los temores de que la guerra civil de dos años en Sudán esté empujando rápidamente al país hacia una potencial y desastrosa división territorial. Las RSF controlan gran parte del oeste y sur de Sudán, mientras que el ejército mantiene el control del norte y el este, incluida la capital, Jartum.

El líder de las RSF, el general Mohamed Hamdan, no dio muchos detalles sobre la composición de lo que denominó su “gobierno de paz y unidad”, más allá de afirmar que incluiría a una amplia gama de grupos étnicos que reflejan “el verdadero rostro de Sudán”.

Mientras tanto, el país se sume en una espiral de desgracias; en una guerra encarnizada que alarma por su grado de deshumanización. Violación sexual sistemática, matanzas masivas, colapso del sistema de salud y una hambruna galopante son parte de los demonios que se agolpan en la empobrecida nación africana que reclama algo más que la lástima de los gobiernos: la urgencia de actuar para salvarla.

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