
La Cumbre sobre el Futuro de la Seguridad Energética, celebrada este jueves en Londres con la participación de 120 delegados de 60 países, dejó algo más que discursos técnicos: expuso de forma cruda la creciente divergencia entre Europa y EU respecto al rumbo de la política energética global.
Mientras la UE, encabezada por Ursula von der Leyen, insistió en la necesidad de una respuesta colectiva, predecible y verde, la delegación de Donald Trump, vía su enviado Tommy Joyce, dejó claro que su prioridad es volver al petróleo y al gas, y desmantelar el legado climático de la administración Biden.
El contraste fue evidente desde el primer minuto. El director de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, alertó de que el acceso a combustibles fósiles y a minerales críticos se ha convertido en un factor de vulnerabilidad global. Estos últimos —clave para la fabricación de baterías y tecnologías limpias— están controlados en su mayoría por China, lo que añade un riesgo geopolítico que se extiende más allá del crudo y el gas.
Petróleo como nuevo “control”: EU
En representación del Gobierno estadounidense, el subsecretario interino de Energía para Asuntos Internacionales, Tommy Joyce, no escatimó críticas al enfoque climático impulsado por Europa y por la Casa Blanca bajo Biden.
“Durante la última Administración, se priorizó la política climática, lo que condujo a la escasez energética. Estas políticas, replicadas por otros países, han costado vidas humanas”, afirmó Joyce.
El mensaje, alineado con la visión de Trump, choca frontalmente con el llamado europeo a acelerar la transición energética.
Mientras en Bruselas se habla de descarbonización, en Washington se prepara el terreno para una reactivación del petróleo, el gas y hasta la energía nuclear como pilares del nuevo equilibrio energético mundial.
Von der Leyen responde
Frente a la embestida de Washington, Von der Leyen no esquivó el tema: “En un mundo volátil, debemos aumentar la cooperación en toda la cadena de valor energética”.
La presidenta de la CE propuso una hoja de ruta de cinco puntos que incluye desde la creación de proyectos concretos hasta la construcción conjunta de infraestructura crítica y su defensa.
“Definir una visión clara del rumbo a seguir y comprometerse a cumplirlo” fue el primero de los puntos. A su vez, enfatizó la necesidad de garantizar el acceso justo a minerales estratégicos, un frente donde la UE teme quedar rezagada frente a las alianzas entre Pekín, Moscú y ahora Pionyang.
Fractura trasatlántica
La cumbre finalizó con el anuncio de que el ministro británico de Energía, Ed Miliband, junto a otros funcionarios del nuevo Ejecutivo laborista, ha enviado una carta abierta a inversores globales del sector energético invitándolos a apostar por el Reino Unido como destino prioritario para proyectos de energía limpia.
El gesto contrasta con la posición estadounidense, cada vez más centrada en una narrativa que asocia el petróleo con soberanía y las renovables con inestabilidad.
En un momento crítico para el futuro energético global, la reunión de Londres dejó una sensación clara: la fractura transatlántica se agranda, justo cuando más se necesita unidad.