
Fernando Collor de Mello, el primer presidente elegido democráticamente tras la dictadura militar en Brasil, fue arrestado este viernes en el estado de Alagoas para comenzar a cumplir una condena de ocho años y 10 meses de prisión por delitos de corrupción.
Collor, de 75 años, fue sentenciado en 2023 tras ser hallado culpable de recibir 3.5 mdd para facilitar contratos entre BR Distribuidora, entonces filial de Petrobras, y la constructora UTC Engenharia, a cambio de apoyo político en el nombramiento de ejecutivos de la empresa estatal.
El caso contra Collor se deriva de la Operación Lava Jato, la monumental investigación anticorrupción que destapó una red de sobornos que salpicó a las más altas esferas políticas y empresariales de América Latina, y que incluso llevó a prisión al actual presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en 2018.
Collor, quien gobernó entre 1990 y 1992 antes de ser destituido por corrupción en un proceso de impeachment, había logrado reciclarse políticamente en 2007, cuando fue electo senador por Alagoas. Sin embargo, los fantasmas de la corrupción nunca se alejaron.
Maniobras dilatorias sin éxito
Durante meses, sus abogados intentaron dilatar el proceso con múltiples apelaciones, una estrategia común en los casos de altos funcionarios juzgados por el Supremo Tribunal Federal (STF), la corte encargada de procesar a presidentes, ministros y legisladores.
Sin embargo, el ministro Alexandre de Moraes ordenó el jueves su arresto inmediato, argumentando que ya no existían recursos de apelación con mérito suficiente para retrasar la ejecución de la sentencia. El pleno del STF debía votar este viernes para ratificar la medida, aunque la detención ya fue ejecutada.
“La defensa buscó prolongar el proceso injustificadamente”, escribió De Moraes en su resolución, recordando que en casos similares la Corte ha autorizado el cumplimiento inmediato de las penas una vez desechadas las apelaciones.
El ocaso definitivo de un símbolo roto
La imagen de Fernando Collor, que alguna vez encarnó las esperanzas de renovación democrática tras dos décadas de dictadura, hoy se desploma definitivamente, convertido en otro rostro más de la corrupción estructural brasileña.
De joven promesa modernizadora en los años 90 a político caído en desgracia dos veces por el mismo pecado, Collor cierra su largo ciclo en la vida pública donde muchos auguraron que terminaría: entre rejas.