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Xi Jinping lanza plan de emergencia para resistir aranceles y dinamitar la narrativa de Trump, que insiste en “llamadas” inexistentes con Pekín

China blinda su economía ante Trump y niega contactos para negociar fin de la guerra comercial

Política comercial antiTrump Xi Jiping redobla la apuesta interna para combatir el embate arancelario de EU: consumo, vivienda y subsidios. (EFE)

La guerra comercial entre Estados Unidos y China escala otro peldaño mientras las dos potencias emiten señales contradictorias. Xi Jinping convocó este viernes al politburó para delinear un plan de emergencia económica que fortalezca el mercado interno y minimice el impacto de los aranceles impuestos por Donald Trump, al tiempo que Pekín desmintió rotundamente las afirmaciones del presidente estadounidense sobre supuestas negociaciones secretas.

La reunión, de carácter urgente, evidenció la creciente preocupación de la cúpula china ante el deterioro del contexto global.

Pese a que el comunicado oficial de Xinhua habló de una “tendencia positiva” en la economía en 2025, reconoció que los “impactos de choques externos” se han intensificado, en clara referencia a las tarifas estadounidenses.

Trump y las llamadas fantasmas

En su ya habitual estrategia de crear hechos consumados, Trump aseguró en una entrevista con Time que Xi lo llamó para discutir los aranceles, aunque no precisó ni cuándo ni qué se habló.“Ha llamado. No creo que eso sea una señal de debilidad de su parte”, dijo el presidente, abonando su narrativa de superioridad negociadora.

China respondió con frialdad: “Nada de eso es cierto”, declaró Guo Jiakun, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino. La desmentida se suma a otra hecha por el Ministerio de Comercio, que dejó claro que “actualmente no existen negociaciones económicas ni comerciales entre China y EU”.

Aun así, Trump, desde la Casa Blanca, sostuvo este viernes que “hemos estado reuniéndonos con China”, aunque evitó decir quiénes conformaban ese supuesto equipo negociador. La ambigüedad, como siempre, es parte del guion.

Xi redobla la apuesta interna

El politburó propuso un paquete de medidas para reforzar la economía doméstica frente a la tormenta arancelaria. Entre ellas:

  • Aumentar los pagos del seguro de desempleo.
  • Elevar los ingresos bajos y medios.
  • Estimular el consumo interno.
  • Desarrollar más el sector servicios.
  • Integrar de forma acelerada el comercio interior y exterior.
  • Impulsar programas de renovación urbana y aumentar la oferta de vivienda.

La consigna, resumida en el comunicado, es clara: “Pensamiento de línea de fondo y preparación para emergencias”. China está dispuesta a soportar inflación interna si con eso logra capear el embate estadounidense.

Para Wen-ti Sung, del Atlantic Council, este endurecimiento revela que Beijing “ve el entorno internacional como hostil” y se prepara para una larga guerra comercial. Lejos de buscar un pacto inmediato, Xi parece estar afilando los instrumentos para resistir en el tiempo.

¿Maniobra de distracción?

En paralelo, surgieron reportes de que China podría eximir algunos productos estadounidenses del arancel del 125 % impuesto a todas las importaciones de EE. UU. Se habla de semiconductores, equipos médicos y ciertos productos químicos industriales.

Una empresa de Shenzhen anunció que ocho tipos de semiconductores dejarán de pagar el arancel, y el American Chamber of Commerce en China confirmó que las autoridades han consultado a sus miembros qué bienes estadounidenses son insustituibles en el mercado chino.

El movimiento, que provocó subidas en las bolsas de Asia-Pacífico, se interpreta como una señal de pragmatismo en medio de la escalada, aunque no necesariamente como el inicio de una distensión generalizada.

Mientras tanto, Trump, que ya ha retirado tarifas a productos como teléfonos y laptops fabricados en China, admitió esta semana que sus aranceles “bajarán sustancialmente, pero no a cero”. Palabras que evidencian que incluso su narrativa de fuerza tiene límites.

Discurso de fuerza, realidad de desgaste

Aunque Trump pretende vender que controla la negociación, los hechos muestran otra cara:

  • Los mercados temen una profundización del conflicto.
  • Los sectores industriales presionan para retirar aranceles que elevan costos y erosionan competitividad.
  • China, lejos de ceder, refuerza su frente interno, se prepara para resistir y define su economía como “trinchera”.

En este tablero, donde cada movimiento se mide en narrativas tanto como en impactos reales, Pekín busca mostrarse resiliente y cohesionado, mientras Trump juega a inflar la percepción de control, aun a costa de contradicciones flagrantes.

El mensaje chino de este viernes fue inequívoco: no habrá acuerdos improvisados, ni negociaciones bajo presión. Y, si Trump quiere vender éxitos imaginarios para consumo interno, será a riesgo de erosionar aún más su ya desgastada credibilidad internacional.

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