
Reyes, presidentes, líderes de Estado y fieles de todo el mundo se congregaron este sábado en la Plaza de San Pedro para despedir al papa Francisco, en un funeral solemne donde se recordó su legado de defensa de migrantes, marginados y del medio ambiente.
Bajo el liderazgo del cardenal Giovanni Battista Re, quien ofició la ceremonia, se resaltó el “profundo humanismo” del papa argentino, fallecido el lunes a los 88 años tras un derrame cerebral, y su incansable lucha por hacer de la Iglesia una casa más abierta y cercana a los olvidados.
El aplauso espontáneo de la multitud al evocar su compromiso con los inmigrantes y la paz evidenció la huella que Francisco dejó en los fieles.
Más de 400,000 personas se congregaron en la Ciudad del Vaticano para el funeral del Papa Francisco y abarrotaron las calles para presenciar el traslado de su féretro a la iglesia de Santa María la Mayor para su entierro, según el ministro del Interior italiano.
La ceremonia también sirvió de escenario político: el presidente estadounidense Donald Trump, que tantas veces chocó con Francisco por su postura sobre migración y cambio climático, se sentó entre los dignatarios extranjeros.
En una imagen que recorrió el mundo, Trump aprovechó el funeral para sostener una breve reunión con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, en medio de su presión para alcanzar un acuerdo de paz en Ucrania. Según la Casa Blanca, fue una “discusión muy productiva”.
Entre los líderes presentes también estuvieron los presidentes de Argentina, Francia, Gabón, Alemania, Filipinas y Polonia, así como los primeros ministros de Reino Unido y Nueva Zelanda, y numerosos miembros de casas reales, incluidos los reyes de España.
Funeral de sobriedad radical
Fiel a su estilo, Francisco evitó los rituales pomposos de sus predecesores:
- Su cuerpo fue enterrado en una sencilla tumba de mármol en la basílica de Santa María la Mayor, lejos de las criptas vaticanas.
- Optó por un único ataúd de madera forrado en zinc, renunciando al triple féretro tradicional.
- Su cruz de hierro, símbolo de su pontificado austero, cuelga ahora sobre su lápida, donde simplemente se lee “Franciscus”.
Tras la misa, el féretro recorrió Roma en un papamóvil descubierto. Multitudes —alrededor de 150,000 personas según la policía— se alinearon a lo largo del trayecto de 5.5 kilómetros, lanzando flores y gritando “¡Viva el Papa!” y “¡Ciao, Francesco!”.
El legado de un papa incómodo
Francisco fue el primer pontífice no europeo en casi 13 siglos, y su papado de 12 años representó un intento decidido de sacudir las estructuras de poder eclesiásticas.
- Se enfrentó a los excesos del capitalismo salvaje.
- Exigió responsabilidades medioambientales a las grandes potencias.
- Apostó por una Iglesia más humilde y abierta a las periferias.
Su llamado a simplificar, transparentar y humanizar la Iglesia le ganó enemigos internos: los sectores tradicionales resistieron sus cambios, y su clamor contra los conflictos y divisiones frecuentemente cayó en saco roto.
El desafío de su sucesión
La muerte de Francisco abre ahora una etapa de tensión y lucha interna.Los cardenales que participaron en su funeral tendrán que decidir en el próximo cónclave —previsto para iniciarse no antes del 6 de mayo— si eligen a alguien que prolongue la apertura franciscana o si, por el contrario, giran hacia una restauración conservadora.
Con la Iglesia católica enfrentando graves problemas financieros e ideológicos, el proceso será más que una elección: será una batalla por el alma del catolicismo en un mundo cada vez más polarizado.
Mientras tanto, Francisco ya reposa en paz, tal como vivió: lejos del oropel, junto al pueblo, y dejando un vacío que difícilmente podrá llenarse sin conflicto.