
En medio del funeral del papa Francisco en el Vaticano, Donald Trump y Volodymyr Zelenski protagonizaron este sábado una intensa conversación sobre la guerra en Ucrania, en un gesto que, según el mandatario ucraniano, tiene el “potencial de ser histórico”.
La reunión, calificada de “muy productiva” por la Casa Blanca, fue la primera cara a cara entre ambos tras su gélido encuentro de febrero en Washington, cuando Trump y el vicepresidente JD Vance criticaron duramente a Zelenskiy por su “ingratitud” ante el apoyo militar estadounidense.
Esta vez, en la solemne atmósfera de San Pedro, ambos líderes intentaron encarrilar un proceso de mediación que Washington impulsa a toda velocidad.
Pese al entusiasmo que Trump exhibe en público, las diferencias entre las propuestas de Washington y las exigencias de Kiev son abismales.
Según documentos publicados por Reuters, el plan estadounidense permitiría a Moscú retener los territorios ocupados, incluida Crimea, anexada ilegalmente en 2014. Para Zelenskiy, este esquema es inaceptable:
“Nuestra posición es inamovible. La Constitución de Ucrania dice que todo territorio temporalmente ocupado pertenece a Ucrania”, reiteró el presidente en Kyiv.
Además, persisten grandes incógnitas sobre cómo se levantarían las sanciones a Rusia y qué garantías de seguridad reales se ofrecerían a Ucrania si se firma un acuerdo.
Moscú guarda silencio
Mientras tanto, el Kremlin no muestra señales de ceder: el sábado, su portavoz Dmitry Peskov afirmó que todas las tropas ucranianas habían sido expulsadas de la región rusa de Kursk, una declaración que Ucrania desmintió de inmediato.
Además, Moscú acusó a Kiev de estar detrás de un atentado con coche bomba que mató a un alto general ruso cerca de Moscú el viernes, aunque las autoridades ucranianas optaron por no hacer comentarios sobre el incidente.
Trump intentó presionar públicamente a Vladimir Putin tras el bombardeo ruso más letal en meses sobre Kiev, que dejó un saldo de devastación:
“No estoy contento con los ataques rusos a Kyiv. ¡Vladimir, STOP! ¡5000 soldados mueren cada semana! ¡Cerramos el acuerdo de paz YA!”, escribió el presidente en Truth Social.
Un cese al fuego precario
A pesar de las prisas, el propio Trump reconoció que las negociaciones son “muy frágiles” y advirtió que si no se concreta un pacto pronto, EU abandonará su rol de mediador.
La presión crece en paralelo a la guerra: mientras los diplomáticos elaboran borradores, la artillería y los drones siguen arrasando ciudades. La paradoja de hablar de paz en un contexto de escalada militar amenaza con convertir el funeral de Francisco —y el efímero diálogo en Roma— en una anécdota sin impacto real.