La emboscada de este viernes en la que fueron asesinados ocho policías en el suroeste de Colombia es el ataque más grave cometido en el país desde la llegada a la Presidencia de Gustavo Petro, quien no dudó en considerarlo como un sabotaje a su propuesta de "paz total".
El ataque fue perpetrado con explosivos y ráfagas de fusil contra una unidad policial que se movilizaba en una camioneta, en la zona rural de Neiva, capital del departamento del Huila.
Hasta el momento se desconocen los responsables del atentado, aunque en el departamento del Huila, que fue duramente golpeado durante décadas por la antigua guerrilla de las FARC, operan disidentes de ese grupo que no se acogieron o renunciaron al acuerdo de paz firmado en noviembre de 2016.
"Rechazo contundentemente el ataque con explosivos donde murieron 8 policías en San Luis, Huila. Solidaridad con sus familias", manifestó en Twitter, quien se desplazará este sábado a la zona de la masacre.
En las semanas previas a la investidura de Petro, que tuvo lugar el 7 de agosto, el Clan del Golfo, la mayor banda criminal del país, desató una ola de ataques contra policías, mediante el llamado "plan pistola", en represalia por la extradición a Estados Unidos en mayo pasado, de su líder, Dairo Antonio Úsuga, alias "Otoniel".
Esa ofensiva, que costó la vida a 36 policías, fue interpretada por analistas como una demostración de fuerza, con el fin de llegar fortalecido a una eventual negociación con el Gobierno de Petro al que el mismo día de su investidura le anunciaron "un cese unilateral de hostilidades ofensivas" para buscar "caminos de paz".
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