El presidente estadounidense, Joe Biden, se proclamó ganador este martes de las primarias del partido Demócrata en el estado de Míchigan, pero poco tiene que celebrar quien tiene asegurada la candidatura demócrata, luego de que el votante demócrata progresista y, sobre todo, los votantes árabes y musulmanes en un estado donde son clave, le dieron la espalda por su política de apoyo incondicional a Israel en su agresión diaria a la población palestina de la Franja de Gaza desde hace cuatro meses.
Alrededor del 16% de los votantes de las primarias demócratas en Michigan (un estado clave para ganar las elecciones) marcó la casilla de “delegados no comprometidos” (el equivalente al voto en blanco), en vez de hacerlo por la casilla del único candidato en liza, Biden.
Hace cuatro años, los votantes de origen árabe (musulmanes o cristianos) y los musulmanes no árabes, como los que integran la importante colonia somalí o paquistaní de Michigan, votaron masivamente por Biden y castigaron la política claramente antiárabe y antimusulmana del entonces presidente Trump.
Ahora, aunque difícilmente vayan a votar Trump, su voto en blanco o su abstención pueden ser claves para que el republicano xenófobo se haga con el estado industrial del medio oeste en las elecciones de noviembre y lo empujen de regreso a la Casa Blanca.
Y es que los tres vetos de EU en el Consejo de Seguridad en defensa de Israel, para impedir que se imponga una tregua humanitaria en Gaza, y la hipocresía del presidente, que un día lamenta el sufrimiento de la población palestina y al día siguiente envía armas a Israel para que siga atacando, ha soliviantado los ánimos de millones de los votantes progresistas.
Ahora Biden tiene otro problema que se suma al de la crisis en la frontera y la inmigranción descontrolada: la protesta por su comportamiento cómplice ante el desproporcionado castigo del gobierno más ultraderechista de Israel de la historia.
Ni siquiera le sirve de consuelo que la comunidad musulmana de EU tengo un peso insignificante fuera de la región de los grandes lagos, porque los jóvenes progresistas de todo el país también le ha dado la espalda, como quedó patente con la ola de protestas contra el “genocidio israelí” en los campus de las universidades.
“Hemos antepuesto las vidas humanas al presidente”
“Hemos antepuesto las vidas humanas al partido. Hemos antepuesto las vidas humanas al presidente”, se felicitaba el alcalde de la localidad de Dearborn, Abdullah Mahmmoud, uno de los políticos demócratas que han apoyado la campaña de voto en blanco, durante el recuento de los resultados.
Dearborn, una ciudad en las afueras de Detroit donde el 55% de la población es de origen musulmán, ha sido el lugar de nacimiento de la campaña, que busca demostrar a Biden que para ganar Míchigan, clave en su camino electoral para continuar en la Casa Blanca, necesita los votos que reclaman un alto el fuego. En el condado de Wayne, donde se encuentra Dearborn, el voto “no declarado” alcanzaba el 75%.
Biden desoye el mensaje de protesta
Pero la principal víctima, parece o quiere darse por enterado de este mensaje de protesta que le podría costar la reelección.
En un comunicado sobre los resultados de las primarias, Biden no ha mencionado la campaña “Listen to Michigan” (”Escuche a Míchigan”) ni los votos no declarados.
El presidente ha optado por centrarse en las críticas a las políticas de su previsible oponente republicano, Donald Trump, para concluir que “esta lucha por nuestras libertades, por las familias trabajadoras, y por la Democracia va a necesitar que nos unamos todos. Sé que lo haremos”.
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