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Con un emotivo acto en memoria de "los defensores de la democracia", el gobierno chileno coronó este lunes 11 de septiembre de 2023 los actos en memoria del 50 aniversario del golpe de Estado del general Augusto Pinochet, que acorraló al presidente Salvador Allende en el bombardeado Palacio de La Moneda y acabó disparándose un tiro en la cabeza ese mismo martes 11 de septiembre de 1973, abriendo paso a una sangrienta dictadura que duró 17 años.
Pasado este tiempo, otro mandatario izquierdista, Gabriel Boric, envió un mensaje firme a la derecha chilena, que sigue defendiendo el golpe de Estado, obviando los más de 40 mil asesinados y las casi tres mil personas que aún permanecen desaparecidas medio siglo después: “Nos rebelamos cuando nos dicen que no había otra alternativa. ¡Por supuesto que había otra alternativa! Y el día de mañana cuando vivamos otra crisis, siempre va a haber otra alternativa que implique más democracia y no menos”, advirtió Boric, dirigiéndose a los que sientan tentaciones progolpistas, agrupados en su mayoría en la pinochetista Unión Democrática Independiente (UDI) y en el partido Republicanos, del ultraderechista José Antonio Kant, quien espera vengarse en 2025 en las urnas de la derrota ante el exlíder estudiantil y ahora presidente de Chile.
A ellos y a tantos chilenos que insisten en blanquear los crímenes de lesa humanidad cometidos por los militares golpistas, el presidente Boric les recordó que “la democracia es el único camino para avanzar hacia una sociedad más justa y humana y es, por lo tanto, un fin en sí mismo no meramente instrumental y la violencia política no cabe dentro de ella”.
Boric agradeció el gesto de los expresidentes de Chile, el democristiano Eduardo Frei y los socialistas Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, y especialmente del conservador Sebastián Piñera, que suscribieran el Compromiso de Santiago por la protección de la democracia y los derechos humanos en Chile.
Al Compromiso de Santiago se adhirieron también líderes internacionales, como los presentes Gustavo Petro de Colombia y Andrés Manuel López Obrador de México, además del presidente del Consejo Federal Alemania Frank-Walter Steinmeier y el primer ministro de Portugal António Costa; y los no presentes Lula da Silva de Brasil; Guillermo Lasso de Ecuador; Pedro Sánchez de España; Michael D. Higgins de Irlanda y Luis Abinader de República Dominicana.
Por su parte, el gobierno de Joe Biden, que recientemente desclasificó documentos sobre el papel de la CIA en el golpe de Estado, a petición del gobierno chileno, emitió el siguiente comunicado: "(El aniversario del golpe) Es una oportunidad para que presentemos nuestro más profundo respeto a las víctimas de la represión que siguió a ese golpe y de que homenajeemos la extraordinaria valentía y sacrificios de innumerables chilenos que lucharon por los derechos humanos y por el final de la dictadura y una vuelta pacífica a la democracia".
En primera fila, escuchando a Boric, se veían emocionadas las ministras de Defensa, Maya Fernández, nieta de Allende; y la ministra del Interior, Carolina Tohá, hija del ministro de Interior y Defensa de Allende José Tohá, asesinado en 1974.
La senadora Isabel Allende Bussi —quien en víspera del 50 aniversario rememoró esa mañana trágica del golpe: "Nunca pensé que ese abrazo en silencio de mi padre iba a ser el último"— aprovechó su intervención para acallar las voces que responsabilizan al Gobierno de Allende sobre el quiebre democrático. ”Hemos visto con dolor, con preocupación, que se promueva un revisionismo histórico. Se ha intentado invertir las responsabilidades de la tragedia que vivimos en los últimos 17 años más oscuros en nuestra historia (...) Los verdaderos responsables son quienes quebraron la institucionalidad, bombardearon este palacio, persiguieron, torturaron, asesinaron y desaparecieron a miles de chilenos”.
Por su parte, la ministra del Interior Carolina Tohá, recordó a su padre, también ministro del interior y también muerto por los represores, insitiendo en la amenaza revisionista de la derecha "En 2023 volvimos a escuchar voces que justifican el golpe de Estado, que lo reivindican, que lo minimizan. Si cada vez que en el pasado conmemoramos una década más del golpe de Estado sentíamos que avanzábamos, ahora sentimos el peligro de retroceder. Si antes parecía haber un mayor reconocimiento a la verdad histórica, ahora cada vez menos. No es una obsesión con el pasado, no es un afán de mirar atrás, sino adelante".
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