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Los demócratas llegan a la convención que ungirá a Harris tras 7 semanas de infarto

Chicago abre el lunes sus puertas a la cumbre que hará oficial la candidatura presidencial de la vicepresidenta y que estará arropada por Obama, Clinton y Biden>

Un cartel de campaña de Kamala Harris
Carteles en apoyo a Kamala Harris en una calle de Chicago, en vísperas de la Convención Nacional Demócrata Carteles en apoyo a Kamala Harris en una calle de Chicago, en vísperas de la Convención Nacional Demócrata (EFE)

La liberal Chicago abre sus puertas a la Convención Nacional Demócrata que el jueves consagrará a Kamala Harris como candidata presidencial a las elecciones del 5 de noviembre, luego de siete semanas de infarto, el transcurrido entre el pánico de los demócratas por los evidentes síntomas de senilidad del entonces candidato, el presidente Joe Biden, que hundió sus opciones de reelección, y la euforia tras ser sustituido por la vicepresidenta, Kamala Harris, ilusión renacida que se vio de inmediato reflejada en las encuestas.

La Convención Demócrata, que comienza este lunes y cerrará sus puertas el jueves, culmina un proceso que comenzó el 27 de junio, el día en que Biden y el expresidente republicano Donald Trump celebraron el que debía ser el primer debate televisado, el más tempranero de la historia y que se daba antes de que ambos aspirantes presidenciales fueran confirmados en sus respectivas convenciones.

El presidente de Estados Unidos, con las encuestas en su contra por su escasa popularidad y la sensación generalizada de que era demasiado mayor para otros cuatro años de mandato (en noviembre cumple 82 años), aceptó adelantar el primer duelo televisado con su rival Trump, precisamente para levantar su campaña y dar una imagen enérgica. Ocurrió todo lo contrario: su desempeño fue un desastre.

La actuación dubitativa y a ratos balbuceante de Biden hizo que saltaran todas las alarmas y levantó una inminente preocupación sobre su capacidad de cumplir un segundo mandato en plenas facultades a sus 81 años. Muchas voces del partido empezaron a pedir al octogenario presidente que diera un paso atrás, pero otros dirigentes, como el expresidente Barack Obama seguía apoyando públicamente la candidatura de Biden.

El 11 de julio, el equipo de campaña de Biden organizó una rueda de prensa para asegurar que el presidente estaba en plenas facultades físicas y mentales y contaba con la energía y el apoyo del partido. Pero la sombra del desastroso debate no pudo quitársela de encima y la opinión pública ya lo había sentenciado en las encuestas.

Por si fuera poco, el 13 de julio, dos días después del intento desesperado de Biden (y de la primera dama, Jill Biden) por relanzar su campaña, Trump estuvo apunto de morir asesinado por una bala que le rozó la oreja derecha. De inmediato, el equipo de campaña republicano vendió la idea de que el expresidente había sido víctima del “terrorismo de izquierda”, mientras que el propio magnate populista consideró que estaba vivo “de milagro” y aseguró que fue por causa de una intervención divina: “Sólo Dios impidió lo impensable”.

El 18 de julio, Trump fue ungido candidato presidencial en la Convención Nacional Republicana, ya consolidado como el favorito indiscutible a ganar las elecciones, con todas las encuestas (nacionales y estatales) a su favor.

Tres días después, el 21 de julio, Biden se rindió a la evidencia. En un acto solemne en la Casa Blanca, el presidente más anciano de la historia de EU anunció que no se presentaba a la reelección. Tras su mensaje, todos los ojos se volvieron hacia la vicepresidenta, Kamala Harris, cuyo papel hasta entonces había permanecido demasiado tiempo en la sombra.

Descartada de antemano la opción Michelle Obama (favorita en las encuestas, pero empeñada en no entrar en política), Harris emergió como la gran esperanza y en un tiempo récord todo el aparato del partido se ha volcado en una nueva fórmula presidencial con el gobernador de Minesota, Tim Walz, del ala izquierdista del partido, un claro guiño a los jóvenes progresistas que se habían desencantado con el “moderado” Biden.

"Lo que hemos experimentado en este último mes es uno de los giros electorales más significativos de la historia de este país", indicó esta semana el analista senior de Cook Political Report David Wasserman en una mesa redonda en Washington.

Harris llega a Chicago, donde será arropada por los pesos pesados del partido —los Obama, los Clinton, el propio Biden—, tras haber concluido tres semanas para tomar el control de una nueva campaña bien financiada y dotada de nuevo talento; y que ha conseguido energizar a los votantes demócratas, con mítines que han superado en ocasiones los 14 mil asistentes consiguiendo darle la vuelta a las encuestas.

La fórmula Harris-Walz ha eliminado prácticamente todas las ventajas de Trump en los estados que serán cruciales en el sistema de Colegio Electoral de Estados Unidos y esta Convención Nacional Demócrata puede servir para mantener el impulso de la que podría convertirse, contra lo esperado a principios de año, en la primera mujer presidenta de Estados Unidos.

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